Algunos fastidios de un Winelover.

Es divertido ser un WineLover y más cuando nos tiramos flores para presumirlo. Estas son algunas de las situaciones en las que posiblemente has estado si eres un amante del vino en México.


Eres especial (tus amigos dicen mamón).
Decides acompañar todo con vino y siempre estás pensando en cual beber con qué. La desesperación de otras personas al comer mientras esperas que el Tanins respire o que el cabernet es muy fuerte para esa pasta o el blanco puede combinarse con más que ensaladas.

Presumes (y según tú, no).
Es involuntario, se te olvida que los demás no tienen los grandiosos conocimientos que tú sí. Y por lo cual, sin darte cuenta empiezas a hablar de un merlot y terminas gritando sobre lo bueno que es el de Burdeos en comparación al de Chile.

Beber mejor vino (o lo “mejor”).
Iniciaste con uno que te da pena admitir y siempre hablas del Romanée Conti que casi pruebas (pero no lograste porque era final de quincena). Te mueves por los vinos mejor puntuados.

Sólo un tipo (y crees que no son los de moda).
Lamentamos decir que el vino mexicano es moda. Esperamos que dure y sea eterna, pero de momento, es una moda, donde la gran mayoría que bebe el vino mexicano es por el festival de vino donde todo era mexicano. Y entonces, siempre eliges lo mismo, vinos de la región cercana para probar algo de tu campo (aunque las manzanas y los plátanos no sabes ni de donde salieron, pero te los comes sin ver la etiqueta que dice United Fruit Company).

Tomas el mejor vino (no los demás que no saben)
El vino que tomas es el mejor, el único, el que todos deben beber. Le dicen soberbia pero tú hablas con la verdad ABSOLUTA. Lo sabes, lo sé, pero nadie más lo reconoce.

No aceptan errores (ajenos).
¿Cómo qué el mesero no trajo la orden correcta? Y el oso eterno que los amigos alrededor sienten.

Ver el corcho (y quejarse que otros lo hacen sin saber)
Un verdadero Winelover ve los corchos por curiosidad más que nada; sabe que el vino es bueno o no cuando lo toma y el corcho puede tener hongos que se pueden prever al revisarlo; pero si alguien más ve el corcho, lo tacha de ridículo.

Siempre llevas vino (y si los demás no lo toman, tú si).
Sabes que a la fiesta que vas todos toman ron y whisky pero llevas vino (y no cualquier vino, sino tu favorito); sabes que por más esfuerzos no van a tomarlo pues el gusto no coincide… ¡Pero qué le vas a hacer, más para ti!

Llenas bien la copa (no como los demás, borrachos).
Sabes hasta donde llenar la copa; los demás le ponen demasiado vino –o muy poco… ¡Peor!-. Te has aprendido, explicado e incluso hay veces que llevas tus copas porque las ajenas no son buenas.

Sabes la diferencia entre copas (cosa que a nadie más le afecta o importa).
Y si no son de una marca conocida, para ti, son malas y la calidad no te convence, pues no están lo suficientemente delgadas por lo cual no verás bien como caen las piernas o lágrimas (y también haces la observación siempre de “piernas o lágrimas”).

Sujetas bien la copa (Y a nadie le importa).
Pero para ti es importante, entonces siempre les dices a los demás lo mal que está tomar la copa del cáliz y no el tallo.

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