Dosis de “je ne sais quoi” en la Condesa con “joie de vivre”.

Natalia Castanedo nos cuenta su experiencia disfrutando de un buen vino francés. 


Siempre que me invitan a una cata de vinos tengo la idea que será un evento muy cuidado en el que la “experiencia” será guiada por el clásico somelier que ya conocemos (sí me refiero al personaje sangrón al que hasta pena da preguntar algo) y simplemente sales de ahí diciendo pues fui a una cata y probé unos vinos de tal región y estaban ricos sin ir más allá en el tema.

Pues sucede que el otro día caminando a eso de las 6:30 pm sobre Amsterdam en la Condesa me encontré con un rinconcito rojo muy afrancesado que en dos segundos me hizo recordar el café des 2 Moulins de la película de Amelie así que pedí una mesa y cuál fue mi sorpresa cuando me dicen “bienvenida, hoy tenemos una cata de tres vinos franceses y canapés a esta experiencia vendrá el enólogo y te platicará lo que está haciendo con cada vino”. Son de esas oportunidades que no piensas dos veces y dices padrísimo probemos algo nuevo y más por la idea que siempre ha caracterizado a Francia y sus vinos la cual en este caso se estaba rompiendo completamente los esquemas porque de entrada era algo casual, sin formalidades ni protocolos.

Llegan con una primer copa a mi mesa, en la cual me sirven un Sauvignon Blanc frío acompañado de un platito con unos pastelitos de mariscos cuando de repente se acerca una persona muy agradable y me dice “hola ¿ya sabes lo que estas tomando?” Sonreí y le dije “cuéntame más pues lo único que sé es que para ser un vino francés es algo muy fuera de lo común”, y efectivamente el comentario de esta persona fue el mismo, de repente me di cuenta que estaba platicando sentado en mi mesa el creador de lo que tenía en mi copa, un francés relajado que me hablaba de la región donde producen estos vinos que está ubicada al sur de Francia y se llama Languedoc; no perdí oportunidad de preguntarle porque hacer algo así y sobre todo arriesgarse a jugar con una etiqueta tan diferente y divertida y con todo lo que me dijo llegué a la conclusión que el vino no por ser del viejo mundo, tiene que ser únicamente para un momento de formalidad.

En la segunda degustación me doy cuenta que nadie está dirigiendo la cata, que era yo misma la que disfrutaba el momento y me involucraba más con el Pinot Noir y los rabioles de queso de cabra que tenía frente a mí; estaba descubriendo una experiencia fuera de lo común igual que la rana en la etiqueta del vino que estaba tomando.

Me sirven un Cabernet Sauvignon / Merlot acompañado de una pequeña porción de filete Premium en salsa de vino tinto con la cual se estaba terminando esta experiencia y me permitía darme cuenta que los vinos franceses estaban al alcance de todos nosotros los #winelovers, que sólo se trata de dejarnos llevar por un momento y ser nosotros mismos los que vayamos paso a paso y hagamos nuestra propia cata y disfrutemos lo que comemos y bebemos.

El día que encuentren este lugarcito ubicado en Amsterdam 7 por favor entren y pidan una copa de Arrogant Frog y déjense guiar por lo que llegue a su mesa, les prometo que será una momento inolvidable, diferente y divertido como lo es cada copa de vino…


Natalia Castanedo.

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Natalia es una apasionada de la vida, zacatecana de nacimiento y chilanga por convicción; aventurera en el mundo del vino y los sabores que disfruta de los buenos momentos con los amigos. Relajada y sin complicaciones…¡entre más sencillo, más divertido!

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