Hasta los vinos tienen calor.

Tenemos la mala costumbre de creer que un vino blanco es frío y un tinto es al tiempo. Lamentamos informarles que es un mito.


La realidad es sencilla: cada vino tiene su temperatura de servicio. Por alguna razón se inició la idea o el rumor de que los vinos blancos debía servirse fríos y los vinos tintos se sirven a tiempo; los espumantes son casi helados para poder disfrutarse. En la actualidad debemos tener en cuenta que esto no es más que un mito.

Cada vino, incluso cada sepa o denominación de origen tiene la temperatura a la cual debe servirse; en las etiquetas actuales algunos enólogos han marcado la temperatura a la cual van cada uno de los vinos que venden por bodegas. En México, esta tendencia se ha estado llevando a cabo de unos años a la fecha, siendo Viñedos y Bodegas Santo Tomás uno de los primeros en marcar la temperatura ideal de sus vinos.

Para dar un ejemplo: Los vinos espumosos deben tener una temperatura máxima de 8 grados centígrados y una mínima de 5. Los blancos y los rosados deben tener un rango entre los 8y los 12. La Champaña tendrá buena temperatura a los 4 grados centígrados.

Los tintos varían un poco más:

El tinto joven debe tener una temperatura entre los 12 y los 15 grados. Los grandes (más añejos) de 16 a 19 grados.

Las razones para que cada vino tenga su temperatura es poder apreciar todo lo que en él se encuentra: sus aromas se despliegan mejor, su contacto con el paladar nos da mejor experiencia y deja que el vino se desarrolle de manera armoniosa con todos los sentidos.

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