La curva de la vida.

Cada vino y cada cepa lo tienen: su máximo de vida.


Hay veces que probamos un vino y sentimos que le falta un “algo”.  Si tenemos otra botella de ese mismo vino y lo guardamos, puede que dos, tres años adelante lo abramos y pensemos “ah, qué bueno está”.  ¿Qué fue lo que cambió?
Entonces nos damos cuenta que uno, dos años después ese vino ya no está bueno, incluso es malo o se agrió.

Después se nos ocurre comprar otro vino: vamos por él a la tienda (un gamay y tiene poco que salió), llegamos a casa y lo degustamos: nos encantó. Regresamos a la tienda y compramos tres o cuatro botellas para tener a futuro. ¡Oh, sorpresa, cuando abrimos otra y sabe rancio!

En otra ocasión decides comprar tres botellas y encontrar el punto ideal. Es un cabernet que tuvo un paso de un año en barrica. La primera vez que lo pruebas te sabe muy alcohólico; tres años más tarde, parece que esta mejor, no te sabe tan astringente e incluso los aromas han tomado otra forma y sientes que cada copa sabe mejor. Pero pasan dos más (un total de 5 años) y abres la botella… ¿Es en serio el mismo vino?
Sus aromas, su astringencia, su sabor son superior y te da un confort poder probarlo: es de los mejores vinos que has degustado.

Todo esto se debe a “la curva de la vida”, así le conocen los sommeliers y enólogos al tiempor que el vino tiene para estar en sus óptimas condiciones.

Estos valores se arman de acuerdo a la uva, si tuvieron un paso por barrica, el tipo de vino, como se han cuidado, si es mezcla o solo una cepa y su proceso de elaboración.
Suena complicado, pero en realidad no lo es tanto.


 
Para vinos blancos sin barrica no vamos a dejarlos más de 3 años en botella cerrada y bien cuidados, al igual que los rosados.

Los espumosos tendremos cuidado, de dos a tres años; algunos con 4 será demasiado.

Para los blancos que tengan barrica, teniendo en cuenta el cuidado que debe tener (luz, vibracioes, oxigenación),  tendrán hasta 10 años, claro, estos son casos muy extremos.

Los tintos vamos a dividirlos de acuerdo a la crianza española para darnos una referencia:

Jóvenes no nos darán más de 2 a 3 años.  Lo mejor es consumirlo al momento de tenerlo.
Crianza: en general, sus uvas son las que más aguantan la barrica como la botella, por lo mismo daremos 3, 5 años; en algunos casos y dependiendo la uva o la mezcla, hasta 10.
Vinos Reserva: Estos vinos ya tienen un mayor tratamiento en cuanto la barrica, serán más fuertes en un principio y con el tiempo en la botella podremos ver su evolución: si lo tomamos dentro de 7, 8 años después de embotellado, podremos probar un vino muy diferente a que si tuviera un menor tiempo.
Gran Reserva: Aquí son vinos que pueden tener un cuerpo más robusto: pensemos que a los 5 puede ser buena fecha, pero aguantarán en excelentes condiciones hasta unos 20 o 30 años mejorando.
Y punto aparte: un vino puede ser una gran inversión si sabemos como tomarlo y como cuidarlo. Algunos productores tienen sus fichas técnicas; en ellas podemos encontrar el tiempo óptimo de consumo, eso nos dará una mejor idea del vino.

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1 comentario

  1. Como los buenos vinos… ¡Entre mas Viejo mejor!
    CUIDADO ES UN ERROR…
    Checa por que…