El maridaje no es exclusivo de los vinos.

La costumbre de pensar en maridaje nos lleva de manera inmediata a pensar en un vino y comida; en la mayoría de los casos, en quesos.
Sin embargo, el maridaje es una experiencia: degustar un platillo que pueda ser armonizado de principio a fin. No sólo depende de las grandes recetas de libros o chefs renombrados; sino también de lo que disfrutamos día a día.

Sin pensarlo, muchos somos maestros de maridajes que no necesariamente tienen que ver con vino; algunos incluso tienen que ver con lo que consumimos de manera diaria.
Piensen en una cochinita y lo primero que llega a su cabeza es un horchata de arroz.
Agua de Jamaica con tacos de tripa o una cerveza con pozole.

¿Ven? No depende de un vino o de un sommelier.

Claro, que si queremos hacer algo más especial, si será necesaria la ayuda de una persona que nos asesore a conocer más del vino, cerveza, mezcal, tequila y demás miles de bebidas posibles.

Los invitamos a intentarlo: en próximas ocasiones a intentar hacer maridajes más extensos. Probamos de vez en cuando con mezcal (unos deliciosos escamoles; tal vez un guacamole con totopos de nopal y chapulines, por ejemplo); un poco de tequila (con una carne asada, tortillas de comal; puede que un poco de cabrito). En otra ocasión algo de vodka (¿chocolates?). La siguiente semana intentar algo diferente, como un whiskey (dicen que va perfecto con los puros).
E ir intercambiando notas. Así veremos que el vino no es el único que va perfecto con lo que comemos.

Aunque no deja de ser nuestro favorito.

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