Las copas que no se caen.

¿A qué nos referimos? A este re diseño de copas sin tallo, que permiten que no vuelvas a tirar vino. Sí, a todos nos ha pasado, aunque sea alguna vez.

Permite la forma de una copa común, pero sin el tallo: no se cae y es algo diferente. Claro, para los amigos ortodoxos del vino no aplica, pero aquellos que se les hace llamativo, es una forma de consumir el vino.


(Si las giramos en la mesa, sería como airearlas solas).
¿De dónde? Super Duper Studio.

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¿Cuánto tiempo tardas en comprar un vino?

Piensa en la última ocasión que tardaste horas en comprar vino; no sabías ni que llevar y dos horas después te rendiste con el vino, tomaste la botella que encontraste primero y saliste un poco decepcionado o de plano hasta que te convenció una, no sin antes tener un par de llamadas preguntando “¿Dónde estás?”.
¿Te ha pasado?
Te dejamos consejos que puedes aplicar para no pasar la misma situación.

Opción 1:
Fija un rango de precio, escoge el vino de acuerdo a ese costo. Puede ser el primero que veas o que más te llame la atención. Si eres de los que revisan todo antes de comprarlo, este no va a ser así; un vino rápido que puedas servir en ese rango de precio. Después averiguas más.

Opción 2:
Busca de manera previa qué vas a comprar. Si ya sabes a que tienda o supermercado vas a ir, investiga antes las opciones de acuerdo a tus gustos. La mayoría de los buscadores tienen filtros que permiten buscar más rápido la botella. Evitarás estar mucho tiempo en el supermercado; a menos que la fila sea inmensa.

Opción 3:
Compra en línea. Puede que tengas los 5 minutos necesarios y esta es la mejor forma de hacerlo; encuentras los vinos de acuerdo a los filtros y llega a tu hogar sin problemas.

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El maridaje no es exclusivo de los vinos.

La costumbre de pensar en maridaje nos lleva de manera inmediata a pensar en un vino y comida; en la mayoría de los casos, en quesos.
Sin embargo, el maridaje es una experiencia: degustar un platillo que pueda ser armonizado de principio a fin. No sólo depende de las grandes recetas de libros o chefs renombrados; sino también de lo que disfrutamos día a día.

Sin pensarlo, muchos somos maestros de maridajes que no necesariamente tienen que ver con vino; algunos incluso tienen que ver con lo que consumimos de manera diaria.
Piensen en una cochinita y lo primero que llega a su cabeza es un horchata de arroz.
Agua de Jamaica con tacos de tripa o una cerveza con pozole.

¿Ven? No depende de un vino o de un sommelier.

Claro, que si queremos hacer algo más especial, si será necesaria la ayuda de una persona que nos asesore a conocer más del vino, cerveza, mezcal, tequila y demás miles de bebidas posibles.

Los invitamos a intentarlo: en próximas ocasiones a intentar hacer maridajes más extensos. Probamos de vez en cuando con mezcal (unos deliciosos escamoles; tal vez un guacamole con totopos de nopal y chapulines, por ejemplo); un poco de tequila (con una carne asada, tortillas de comal; puede que un poco de cabrito). En otra ocasión algo de vodka (¿chocolates?). La siguiente semana intentar algo diferente, como un whiskey (dicen que va perfecto con los puros).
E ir intercambiando notas. Así veremos que el vino no es el único que va perfecto con lo que comemos.

Aunque no deja de ser nuestro favorito.

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Probar vinos diferentes o seguir con los mismos.

Veamos el pro y el contra de esta situación; cambiar o no de vinos.

Probar diferentes.

Pro:

Siempre vas a conocer más.

Tu paladar tendrá mayor conocimiento, así como tu nariz.

Podrás hacer una cantidad mayor de maridajes.

Siempre tendrás opciones para pedir vino.

Contra:

Puede que no encuentres uno que prefieras.

No vas a estar especializado con algunos, por lo complicado que puede ser aprender de tantos.

Es seguro que necesites más ayuda a la hora de ir por un vino, pues estarás indeciso en qué comprar.

La posibilidad de que lo comprado, no te guste.


 

Probar los mismos.

Pro:

Ya conoces bien tu vino; derecho y al revés. Podrás saber maridajes infinitos para él.

No necesitarás ayuda a la hora de comprarlos.

Si te piden recomendaciones, ya sabrás que decir; la gama es más limitada, lo cual las opciones suelen ser más certeras.

Contra:

Te vas a limitar a unos.

Si dejan de producir el mismo vino, tendrás que encontrar otro que se adapte a lo que quieres y puede que sea un problema.

Si en algún lugar que vayas a cenar no lo encuentras, será complicado que pidas otro.


 

Y tú ¿prefieres de muchos o los de siempre?

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¿Por qué sentimos dulce el vino seco?

La realidad es que la mayoría de los vinos que tenemos en casa son dulces; sin embargo sentimos una sensación de dulzor al tomarlos: se da más en el caso de los vinos jóvenes que los que tienen barrica, a los cuales muchas personas les dicen “amargos”.

Es que estamos percibiendo los aromas. Lo que sentimos como dulce es el aroma que nos recuerdo a comida con mayor azúcar: manzana, tejocote, Sandía, guayaba, flores y más nos recuerdan el sabor dulce. El olfato y el gusto son dos sentidos que se encuentran muy armonizados.

También depende de la acidez del vino, el contenido de taninos, que tan alcohólico es el vino y si es un vino espumante o tranquilo.

Mientras más sea tánico un vino, será más potente. Esa potencia es la que muchos definen como “amargo”; si realmente fuera un vino amargo, sería un vino que ya pasó su época, no es bebible.

Puede ser fuerte, rugoso, ácido, mineral. Pero amargo es sinónimo de defecto.


 

¿Cómo sé si mi vino es amargo?

Para darte un ejemplo, el chocolate que diga “amargo”. O probar el Bitter (amargo de angostura, se usa para coctelería). Esos son productos que te darán idea de que es el amargo y poder diferenciar un vino amargo de la sensación de sequedad que pueden dar los taninos.

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Cuando el alcohol mejora tu memoria

¿Beber para recordar? En ciertos casos, el alcohol pude hacer que recordemos lo que de otra forma nos sería más difícil guardar en la memoria (sobre la memoria dependiente del estado).

Una buena memoria es quizás el signo más claro de inteligencia, y a lo largo de la historia el ser humano ha desarrollado complejos sistemas para mejorar esta facultad –los más “memorables”, quizás, fueron el arte de la memoria de giordano bruno y el teatro de la memoria de giulio camillo. Uno no pensaría incluir al alcohol como un elemento o un truco que permite aumentar esta facultad, sino más bien lo contrario: asociamos al alcohol con el olvido y la obnubilación. Ciertamente hay algo de esto, pero en algunos casos beber alcohol puede hacernos recordar cosas que de otra forma serían más difíciles de rememorar. Esto es debido a lo que se conoce como memoria dependiente del estado o memoria del estado específico.


 

El neurocientífico dean burnett escribe:

El contexto externo ayuda a recordar una memoria; tienes más posibilidad de recordarla si te encuentras en el mismo ambiente en el que la memoria fue adquirida. Pero, y esto es lo genial, esto también aplica al contexto interno, o estado, por eso el recuerdo dependiente del estado. Para decirlo de manera sencilla, las sustancias como el alcohol o los estimulantes o cualquier cosa que altere la actividad del cerebro traen un estado neurológico específico.

Este estado neurológico específico se codifica junto con el contenido de la memoria. Por ejemplo, es más fácil que nos acordemos de algo que pensamos cuando estábamos en la cocina preparando la cena si regresamos a la cocina y hacemos lo mismo, y lo mismo ocurre –como un medio ambiente interno– cuando bebemos una cerveza y pensamos en algo: nos será más fácil recordarlo si bebemos una cerveza también.

Las memorias van reforzando las memorias en espirales ascendentes y descendentes conforme a su propio código mnemónico. “si aprendes algo cuando estás de mal humor, es probable que lo recuerdes luego cuando estás de mal humor otra vez”. Lo mismo puede aplicar a un estado de ánimo positivo, lo cual abre la puerta a una disciplina del reforzamiento de la memoria como método para el desarrollo personal.


 

Burnett explica que en ciertos casos un vaso de vino puede mejorar la memoria –por ejemplo, si nos queremos acordar de lo que nos dijo una persona cuando bebimos vino con ella. Pero esto no significa que sea recomendable beber para recordar (contrariamente al famoso dicho de “beber para olvidar”), especialmente porque si lo hacemos seguido ya no podremos rememorar nada cuando no estemos borrachos. Pero sí tiene una aplicación un poco más sana para el café o para algunos hábitos de estudio, por ejemplo estudiar mascando un chicle y mascar un chicle durante un examen.

El doctor ernest lawrence rossi escribe sobre la memoria dependiente del estado:

Vía pijama surf.

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¿Este vino se podrá guardar?

Si estas tomando un vino y se te antoja para un futuro evento… mejor piénsalo bien.

Hay muchos vinos que durante mucho tiempo se hacen; etiquetas que con el paso de tiempo siguen existiendo y los podemos tener a la mano. Otros vinos, que están lejos de ello: es raro incluso tenerlos en nuestras manos.

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Algunos más tenemos la oportunidad de guardarlos y cuidarlos en nuestra casa.

Llega a pasar, que el vino que estamos tomando, se nos antoja para un evento lejano: dentro de unos años algo que sabemos, va a pasar y este vino que tenemos en las manos se nos hace una buena opción para ese momento. ¿Nos aventamos y compramos esas 5 cajas?

Sí:

  • Si es un vino que podemos guardar para entonces y en ese tiempo no se va a perder su calidad. Si mejora, si tiene esa capacidad de guarda, adelante.
  • Tienes el espacio para ponerlo en la calidad necesaria.
  • Si sabes que tus invitados van a disfrutarlo. Al final de cuentas, para eso es, para disfrutarlo. Piensa si tus invitados conocen o gustan del vino.

No:

  • Es un vino joven que no te va a aguantar para esa fecha, no lo hagas.
  • No estás seguro si se podrá.
  • Si te gusta como sabe. Significa que lo quieres como lo has adquirido. En ese lapso de tiempo evolucionará y no será el mismo vino.
  • Si tus invitados no van a apreciarlo; sabemos que haces por ti la fiesta, pero el alcohol es para ellos. ¿Estás seguro de qué vale la pena la compra?
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¿Es importante saber todo de un vino?

En alguna ocasión con amigos (siempre el vino va con amigos, ¿se han dado cuenta?) estábamos pasando unas copas de un tinto exquisito. La verdad no recuerdo más de esa botella. Sólo que era exquisito. Tal vez por la pizza que acompañamos con él, por estar en el suelo comiendo o la compañía.

Hasta que a alguien se le ocurrió preguntar qué vino era. Nadie sabía.

¿Dónde lo compraste? ¿Por qué lo compraste?


 

Vamos, las preguntas básicas para un amante de vino.

No lo sabíamos. De seguro en alguna ocasión salí, me gustó la botella, lo que me dijeron del vino, la historia del viñedo que me inventaron –o me contaron del heroico momento en que el viñedo pasó a ser parte del vinicultor que con tanto amor lo cuida-; quizá sólo el destino me dijo “llévate la botella, llévate la botella” y dije “ok”; quizá vi a alguien comprarla.

Esas razones, que entre risas compartíamos no fueron de agrado a nuestro amigo.

¿Cómo que compras vino y no sabes ni qué uva es, qué año?

No, no lo hice. Y no me arrepiento.

Tal vez era una cepa que no me gustaba, una región que evito, una combinación de cepas que no me guste. ¿Importaba ya?

Después leímos la etiqueta (como habíamos decantado el vino pues tenía algunos sedimentos, no teníamos la botella cerca) y descubrimos que efectivamente, si hubiera leído la etiqueta no lo hubiera comprado. Era un vino de la Denominación Toro; un español que a mi jamás me había gustado… Hasta ese momento.

Entonces nos propusimos degustar vino por ser vino.

Una vez a la semana, los presentes, en caso de ser posible, reunirnos con un par de botellas sacadas de cualquier lado: Tienda, supermercado, autoservicio, bodega, etc.

Con una condición: comprarla porque sí.

El rango de precio que decidimos iría variando, pero de momento sería entre los 80.00 y los 300.00. Nada más barato de 80.00 ni más caro de 300.00.

El reto es llegar, sin ver –pero viendo- que botella nos vamos a llevar.


La que sea. Sin importar región, vino, uva, enólogo, historia: Nada. Sólo porque nos gustó el nombre, la botella, quien la compró antes de nosotros, porque dijeron que esta bueno; todas las otras razones por las que compras algo que no sea vino.

Después iríamos descubriendo más sobre el mismo: las fichas que evitamos de manera previa.

Y la verdad ha sido un experimento bastante apreciable. Hemos topado vinos interesantes y otros más… que fueron un buen clericot.

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¿Cuál es el mejor vino?

Ante la pregunta de qué vino es mejor… ¿qué podemos responder?

Pasa que nos preguntan –amigos, conocidos, alguien que acabamos de conocer y sabe que tomamos vino- y nos dice ¿cuál es el mejor vino?

Si somos honestos, es una medida subjetiva, como la mayoría del mundo del vino: el color, los aromas y el sabor tienen que ver más con la experiencia personal que realmente con el vino.

Es verdad que podemos sacar un análisis químico de él; sin embargo, para algunos será una buena opción mientras a otros no les guste.

¿El mejor vino? ¿Bajo qué parámetros?

¿Precio, taninos, no taninos, cosecha?

Es verdad que podemos hablar de calidad del vino, que es otro tema totalmente diferente. Pero hablar de un vino que nos guste, que podamos recomendar, que sea para nosotros el mejor vino ¿cómo lo hacemos?

Depende de tus gustos lo que más te convenga tomar.

Sin embargo, puedes basarte en premios, listas y precios para decidir cual es el mejor vino; todas las opciones que encuentres son subjetivas.

Un buen vino debe tener: equilibrio, expresión en nariz y en boca, así como un buen color.

Por eso es común decir que “el mejor vino es el que te gusta”.

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¿Qué tanto es bueno?

De acuerdo con diferentes lineamentos de salud, sobre todo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la recomendación de alcohol sería:

2 bebidas estándar para mujeres, en un máximo de 24 horas.
3 bebidas estándar para hombres, en un máximo de 24 horas.

Las mujeres embarazadas, menores de edad, los conductores, encargados de materiales peligrosos, así como personas con tratamiento médico y con padecimientos de enfermedades crónicas la recomendación es la abstinencia alcohólica.

Esto a razón de que el cuerpo tarda en digerir y procesar el alcohol; nuestro hígado procesa sólo una cantidad de alcohol de acuerdo a diferentes situaciones: el sexo, peso e incluso comida en el estómago.
¿Comida?
Sí. Tomen en cuenta las veces que sin comer han llegado a tomar alcohol (si es que les ha pasado). ¿Verdad qué se siente diferente?

Aunque muchas veces no seguimos las indicaciones, lo mejor que podemos hacer es tener cuidado al momento de ingerir bebidas que tienen algún grado alcohólico. Más es peligroso y perjudicial a la salud. Lo que en realidad nos podría ayudar y lo beneficioso de algunas bebidas podemos perderlo y pasar un mal momento (tanto en la fiesta como en salud).

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