El poder de las etiquetas.

El vino se vuelve accesible con el paso del tiempo; nos ayuda a entenderlo mejor.


Cuando pensamos en un vino, muchas veces nos salta a la mente el no saber con qué acompañarlo; si los expertos, sommeliers o chefs, cocineros o algún enólogo lo pondrán con algún tipo de comida o no y nosotros podríamos ir en contra de estos preceptos; cuando no los sabemos, a veces, eso es una razón para alejarnos del mundo del vino; se vuelve abrumador no saber qué vino conviene tener con los alimentos.

En la actualidad, todos esos estigmas y cánones han logrado abrirse y tenemos una nueva percepción del mundo del vino: ya no es el maridaje perfecto, sino el que más nos gusta.

Esto no quiere decir que dejemos que la comida no se exprese por sí, y la casemos con un vino “Sólo porque me gusta”, sino ver que hay más opciones dentro de la amplísima gama gastronómica de cada país y mundo, en el cual ya tenemos la capacidad de disfrutar maridajes que en otros momentos no estaban bien vistos a pesar de saber bien.

Sin embargo, para todos aquellos que gustan de hacer maridaje menos arriesgados, el mercado actual trata de acercarlos a disfrutar una buena experiencia desde las etiquetas: Te dan vinos que desde el empaque te dicen para que te conviene: si pollo, res o cerdo.

¡Maridajes listos!
¡Maridajes listos!

Para un ejemplo, el vino español Bienbebido pone en el mercado 6 etiquetas que especifican con qué maridaje conviene llevarlo a cabo: pulpo, cerdo, vaca, pollo, jamón y queso.

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