Las catas no son siempre.

Es normal que salimos con algún amigo que sabe de vino; peor tantito si nosotros somos el amigo que sabe de vino.

Y los ojos en blanco vienen cuando se nos ocurre iniciar a hablar del vino.

Sí, lo sabemos y no nos importa. Ilustramos la importancia de la copa diaria y para colmo de colmos (de los más grandes), empezamos con la explicación del vino.


“Este vino dice que es de aquí, entonces debe tener estas características; como es uva tal, debe oler así; si se dan cuenta tiene estos colores, aunque la luz del restaurante no es muy buena para catar”.

En una ocasión, en broma, empezamos a hacer la cata: Este vino es un espumante mexicano de Querétaro, con aromas a frutas frescas y un color rosa fuerte, brillante (sí, muchos ya han de saber de cual hablábamos).

De un momento a otro el debate de la seriedad: Que si el vino olía más a rosas que grosella; que si el color era pardo o no; la burbuja era rápida o muy desequilibrada; que no se dice “afrutado” (“¡Ignorante!”, gritó alguien), se dice “frutal”.

Esa noche sólo nos estábamos reuniendo; nada era con un propósito serio… ¡Nada!

Y alguien nos lo recordó: Venimos a chupar y a platicar.

No, la idea no era embriagarnos. Pero si darnos una buena copa de vino y dar una charla amena.

¿Entonces qué (diablos) estábamos peleando que si el vino era izquierdista o derechista?


 

El vino es para beberlo, no para catarlo. Esa parte de la cata, hay que dejarla para aprender, para momentos formales; para explicarlo.

¿En serio les importan los aromas compotados y la barrica de 6 meses?

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Si empiezas con el vino.

¿Quieres los consejos prácticos para la vida del vino? Estas son las mejores recomendaciones aunado a:
-No tomes en exceso. En serio, evítalo; la cruda de vino a muchos les duele más que otra.
-El agua como una amistad: copa de vino debe ir acompañada por vaso de agua.
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¿La coctelería con vino es mala?

Siempre que ponemos algo de cocteles, la gente tira un grito ¡Eh, que el vino va solo!

Sí, tienen toda la razón, el vino va solo; si eso quieren.

¿Se les antoja ponerle fruta, agregar refresco de cola, combinarlo con otro vino?

Pues bien, es su elección.

Aquí el punto es que sea una buena copa de vino.

¿O acaso creen que la cerveza se debe mezclar? ¿Un vodka, tequila, ron?

La realidad es que un buen Whiskey no le vas a agregar nada, no prepararás desarmadores con un vodka especial. ¿A ese mezcal ponerle algo? ¡Por supuesto que no!

Lo mismo con un vino: cuando va para qué.

No abriremos un Petrus para ponerle fruta. JAMÁS (por ejemplo).

¿Pero tenemos una fiesta, muchos de nuestros invitados no toman vino? Una Sangría con vino de tetrapack no es mala idea.

Seamos honestos, una buena cerveza no la vamos a combinar con algo más: no le vamos a meter jugo de tomate o limón. Una buena cerveza va derecho.

Un buen vodka en las rocas, un buen Whiskey también; el tequila sin nada más (algunos dirán que con limón y sal, otros que tampoco lo lleva); el mezcal también, sin nada más que su esencia.

Si en otros destilados o fermentados no nos espantamos por hacer una combinación ¿qué derecho tenemos a privar al vino de una intervención?

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Razones para no enfriar las copas.

Como ya vimos, las copas tienen que ser lavadas de manera especial. Para muchos, el jabón es una parte indispensable, pero no es una buena idea ponerlo, ya que las copas se pueden impregnar de aromas o al momento de catar, el jabón quede en copas y no se pueda catar de manera correcta.

Ahora bien, las copas no se enfrían por razones parecidas; vasos, copas y otros no deben ser enfriados.

Tampoco los vamos a tener en algún lugar caliente, debe estar en algún punto donde se queden a una temperatura constante y lo más “ambiente” posible (no menos de 10ºC y no más de 25ºC).

Alguna alacena que no esté muy cerca de la estufa u horno es una opción.

¿Por qué?

Pues bien, las copas si se enfrían, pueden incluso romperse (sobre todo el cristal); también los aromas que puede obtener del refrigerador.

Seamos honestos, por más que limpiemos la nevera, está tendrá aromas de los alimentos y del aparato en sí.

Entonces cambiamos la porosidad de la copa, no permitimos que el vino se exprese (con la posibilidad de un cambio muy brusco de temperatura).

Y ese enfriar de vino o cerveza será corto: sólo nos servirá para una copa o vaso.

¿Qué debemos hacer?

Enfriar el vino en una hielera especial. Si no tenemos hielera, usamos una jarra. Si no tenemos jarra, una cubeta.

Y ponemos agua fría, hielo y sal de grano. Ponemos la botella y la dejamos refrescar al menos 20 o 30 minutos, dependiendo de cuanto sea necesario.

Podemos usar un termómetro; si es externo, el líquido se encuentra 2ºC menos de lo que nos marca; si es interno, el número es tal cual.

Si no tenemos, con que sintamos la botella fresca si es tinto (joven) y un poco fría si es blanco o espumante.

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Disfrutar una copa de vino.

Es el momento de la tarde cuando llegas al hogar y quieres descansar.

 
Intenta con una copa de vino. Piensa en lo que más se te antoje… ¿ Blanco, tinto? Tal vez con un poco de queso; el que sea que tengas en casa; tal vez hasta unos tacos ¡Que importa!

No vas a dar cata y tal vez logres ese maridaje supremo; ese que todos quieren; algo diferente y especial.

Lo que quieras, lo que gustes.

Que si son tacos de pastor y le pones un vino tinto joven o un blanco con barrica. Que si vas por quesos y agregas las aceitunas que tienes para un tinto joven. Que tienes sobras de la tarde y hay carne asada o un corte de carne que mandaste traer con ese reserva.

¡Pastel de chocolate y va perfecto con ese cava que tienes en el refrigerador!


 

Date el placer de consentirte, no esperes que alguien más lo haga. No tienes esa necesidad; no lo sufras. Disfruta de ti, de un rato, de la comida, del vino.

Enfríalo, pon música o prende el televisor; sintoniza tu programa favorito o deja que Netflix te deje decidir por ti.


 

Y cuando el vino esté listo, cuando la vida sea un buen momento, sólo deja que pase: tu vino, tu casa, tu sillón, tu suelo. Tú en todo el esplendor con una copa de vino, dando amor a la persona que más has de querer, a ti.

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Sólo quiero probar vino.

No soy una persona que de vino y he aprendido a vivir con ello.

Me refiero a aprender: porque en mi familia toman vino; mis amigos, toman vino. Todo el mundo que he ido conociendo en la vida toma vino.

Esa es la palabra: Toman vino.

Saben saborear una copa, la disfrutan y en cada paso de la vida deciden que quieren o necesitan algo de vino.

Si es una fiesta, graduación, celebración, noche, tarde, comida, cena, almuerzo, lunch, brunch, picnic, salida social, con amigos, sin amigos: el vino es de cada una de las partes de estar con ellos.

Me he acostumbrado; me pueden preguntar lo que gusten de vino, no dudo poder saberlo. Entiendo cada término, cada parte y estructura del vino.

A veces tanto o más que aquellos que lo toman constantemente.

Mis amigos se juntan con mi familia; novias que han estado en casa para una copa.

Pero yo no.

Alguna vez lo hice, lo probé y no me agradó. Lo volví a hacer y tampoco pude.

Tal vez por la misma relación familiar, mis amigos siendo conocedores de vino, al igual que las parejas son un gran círculo que crece con el tiempo.

“Naco” es como me han llamado: no he podido encontrar un vino que sea para mi y el gran pecado familiar incluye cerveza.

En cada una de las reuniones antes citadas (la boda del primo, los XV de la prima, la graduación del hijo del amigo, el tío que se divorcia, la sobrina que se casa, el hermano que corrió el maratón, el perro que salió de la escuela para mascotas y sabe sentarse cuando dicen “sit”; el restaurante que abrieron en la esquina y más) todos con vino y yo, el raro, con cerveza.

De todo tipo: cerveza clara, obscura, artesanal o industrial. Pero cerveza.

Siempre quise probar vino y que me gustara; dejar de ser el corriente de la familia, el que no tiene el gusto del vino; el que estaba mal porque sólo los que buscan embrutecerse consumen cerveza –como me han hecho creer toda la vida-.

Y hoy llega a mi vida la novia, la última, camina por ese pasillo después de decirme que no, que no es naco, que no está mal. Que la cerveza no es mala. Con ella llego a la familia por una copa de vino y salimos por una cerveza.

Sigo sin aprender de vino más allá de lo técnico, pero ella es la parte práctica de esa teoría.

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El Juicio de París.

En 1973 se realizó una cata a ciegas con el propósito de demostrar la calidad de algunos vinos de California a un grupo de catadores de Francia.

En ese momento, era mundialmente reconocido el vino de Francia como uno de los mejores. Seamos honestos, seguimos con esos estigmas de que no hay mejor vino que un francés (aclaramos, no decimos que sean malos, ni mucho menos, pero ya encontramos de excelente calidad en todo sentido a nivel internacional).

La primer cata la organizó Steven Spurrier. Un británico experto en vinos, sobre todo franceses, académico, periodista y consultor en Decanter.


 

Su apuesta era hacer un concurso con vinos de California (USA), donde se realizó una cata a ciegas entre los vinos de cabernet sauvignon y Chardonnay; Steven Spurrier declaró que organizó todo para que ganaran los vinos franceses. Y sin embargo, las respuestas dieron un veredicto favorecedor a los vinos de California, que lograron superar en los comentarios a los vinos de Francia.

Este año se cumplen 40 años de la cata original, y cada 10 años se organiza una cata similar con el fin de conmemorar la primera y ver los cambios que se han llevado durante este tiempo.

Al respecto existe una película llamada Bottle Shock, película del 2008 donde se describe la competencia (y es protagonizada por Alan Rickman y Chris Pine).


Fotografía: RidgeWine

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Piden quitar IEPS a vino mexicano

Senadores y senadoras de distintos grupos parlamentarios proponen una iniciativa para que el vino mexicano ya no sea considerado como una bebida con contenido alcohólico y se le deje de gravar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).

“Estamos solicitando que con base en estudios internacionales, estudios científicos, en base a las clasificaciones de otros países, que se cree una categoría especial, que no existe actualmente, que se llama vino de mesa”, explicó María Marcela Torres, senadora del PAN por Querétaro.

Se busca que el vino de mesa sea visto como un alimento, característica que podría exceptuarlo del pago del IEPS, detalló Torres, también vocera de la propuesta.

La iniciativa ya fue turnada a las comisiones de Comercio, Hacienda y Estudios legislativos.

Torres refirió que el vino de mesa es una bebida obtenida a través de un proceso de fermentación y no de destilación, por lo que no es precisamente un licor sino jugo fermentado de uva.

Así que su contenido alcohólico, por lo regular, es de hasta 14 grados, mientras que otras bebidas tienen más de 20 grados de alcohol, por lo que el IEPS que estas últimas pagan es de 53 por ciento, agregó.
No obstante, destacó que existen vinos que pueden rebasar dichos grados de alcohol, pero no por mucho, ya que de la uva no es posible obtener altas cantidades de azúcar para elevar el nivel de alcohol.
En México por una botella de vino se paga 26.5 por ciento del IEPS, además del 16 por ciento del IVA, por lo que el precio de esta bebida incluye una carga tributaria promedio de 42.5 por ciento.
En el caso de países como Bélgica, República Checa y España el IVA para el vino es de 21 por ciento, mientras que en Hungría alcanza 27 por ciento; en Dinamarca y Croacia es de 25 por ciento, según datos de la dirección general de Impuestos y Unión Aduanera de la Comisión Europea.
Otras bebidas como la cerveza en naciones como Luxemburgo el IVA es de 17 por ciento, en Alemania de 19 por ciento y en Portugal es de 23 por ciento.
“Nuestros consumos (de vino) todavía son bajos, debido a dos cosas: a los impuestos y a la poca área mexicana de cultivo”, afirmó Víctor Hermosillo, senador por Baja California del PAN.
En México el consumo per cápita es de 750 mililitros, mientras que en países europeos oscila entre 35 y 40 litros por año, abundó Torres.
El fin de esta iniciativa es apoyar a los productores y a la industria vitivinícola nacional, la cual en en México todavía es muy pequeña, pues ocupa una extensión de 4 mil 500 hectáreas, dijo Hermosillo, quien también impulsa la iniciativa.
Y a cerveza artesanal
También el sector de la cerveza artesanal busca una modificación al IEPS que se aplica a todo el sector.
Los productores no piden la desaparición del impuesto, sino el establecimiento de una cuota fija en lugar del actual porcentaje sobre el costo del litro de producto, explicó Jaime Andreu, director comercial de Cervecería Primus.
“Estamos proponiendo, desde hace 3, 4 años una cuota fija, que se establezca un esquema que no afecte la recaudación”.
Ésta cuota sería del orden de 3.5 pesos por litro, en lugar del 26.5 por ciento del costo del mismo litro de cerveza; las cervecerías artesanales, por los costos de sus insumos y métodos de producción, pagan un IEPS de 10 a 12 pesos por litro, afirmó Andreu.
La medida podría beneficiar a más de 100 productores artesanales.
Con información de José Sánchez del diario El Norte.

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7 Razones para tomar un clericot.

Es la manera de iniciar una noche.
Algo tranquilo, relajado, discreto. Un antojo que va con una copa de clericot.

Si vas en contra de todo, ve en contra del estereotipo.
¿Eres de las personas rebeldes que siempre quiere ir en contra de todo y a favor de nada? Te proponemos un clericot.

Sabe delicioso.
Un buen clericot, que esté bien hecho va a saber bien. Y sí, aunque hay fórmulas perfectas para hacer uno, la mejor es la que te agrade más. Tal vez con soda (refresco) o algo de más fruta (o menos).

¿Maridaje?
Todo. Lo que quieras, como se te antoje: tacos, camarones, una torta ahogada, un hot dog. En verdad, lo que sea va bien con un clericot.

Si sabes o no de vino.
Yo he visto gente que “sabe de vinos” criticar a los que toman clericot. En serio, no hay problema: vino es vino. Disfruten.

Antes o después de otro vino.
Siendo pragmáticos, el vino lleva un orden. Espumosos a tranquilos, de secos a dulces. Pero con el clericot no importa y puedes intercalar. No es lo recomendable, pero no te cambiará tanto que si empiezas con un tinto reserva para seguir con un blanco dulce espumante.

¿Qué vino?
¿Qué vino te queda en casa? No tiene que ser de calidad. Es más, no debe ser un vino de gran calidad, de gran cosecha; sólo vino: desde el de cartón hasta es peor criticado que te regalaron.

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