Disfrutar una copa de vino.

Es el momento de la tarde cuando llegas al hogar y quieres descansar.

 
Intenta con una copa de vino. Piensa en lo que más se te antoje… ¿ Blanco, tinto? Tal vez con un poco de queso; el que sea que tengas en casa; tal vez hasta unos tacos ¡Que importa!

No vas a dar cata y tal vez logres ese maridaje supremo; ese que todos quieren; algo diferente y especial.

Lo que quieras, lo que gustes.

Que si son tacos de pastor y le pones un vino tinto joven o un blanco con barrica. Que si vas por quesos y agregas las aceitunas que tienes para un tinto joven. Que tienes sobras de la tarde y hay carne asada o un corte de carne que mandaste traer con ese reserva.

¡Pastel de chocolate y va perfecto con ese cava que tienes en el refrigerador!


 

Date el placer de consentirte, no esperes que alguien más lo haga. No tienes esa necesidad; no lo sufras. Disfruta de ti, de un rato, de la comida, del vino.

Enfríalo, pon música o prende el televisor; sintoniza tu programa favorito o deja que Netflix te deje decidir por ti.


 

Y cuando el vino esté listo, cuando la vida sea un buen momento, sólo deja que pase: tu vino, tu casa, tu sillón, tu suelo. Tú en todo el esplendor con una copa de vino, dando amor a la persona que más has de querer, a ti.

Compartir

Sólo quiero probar vino.

No soy una persona que de vino y he aprendido a vivir con ello.

Me refiero a aprender: porque en mi familia toman vino; mis amigos, toman vino. Todo el mundo que he ido conociendo en la vida toma vino.

Esa es la palabra: Toman vino.

Saben saborear una copa, la disfrutan y en cada paso de la vida deciden que quieren o necesitan algo de vino.

Si es una fiesta, graduación, celebración, noche, tarde, comida, cena, almuerzo, lunch, brunch, picnic, salida social, con amigos, sin amigos: el vino es de cada una de las partes de estar con ellos.

Me he acostumbrado; me pueden preguntar lo que gusten de vino, no dudo poder saberlo. Entiendo cada término, cada parte y estructura del vino.

A veces tanto o más que aquellos que lo toman constantemente.

Mis amigos se juntan con mi familia; novias que han estado en casa para una copa.

Pero yo no.

Alguna vez lo hice, lo probé y no me agradó. Lo volví a hacer y tampoco pude.

Tal vez por la misma relación familiar, mis amigos siendo conocedores de vino, al igual que las parejas son un gran círculo que crece con el tiempo.

“Naco” es como me han llamado: no he podido encontrar un vino que sea para mi y el gran pecado familiar incluye cerveza.

En cada una de las reuniones antes citadas (la boda del primo, los XV de la prima, la graduación del hijo del amigo, el tío que se divorcia, la sobrina que se casa, el hermano que corrió el maratón, el perro que salió de la escuela para mascotas y sabe sentarse cuando dicen “sit”; el restaurante que abrieron en la esquina y más) todos con vino y yo, el raro, con cerveza.

De todo tipo: cerveza clara, obscura, artesanal o industrial. Pero cerveza.

Siempre quise probar vino y que me gustara; dejar de ser el corriente de la familia, el que no tiene el gusto del vino; el que estaba mal porque sólo los que buscan embrutecerse consumen cerveza –como me han hecho creer toda la vida-.

Y hoy llega a mi vida la novia, la última, camina por ese pasillo después de decirme que no, que no es naco, que no está mal. Que la cerveza no es mala. Con ella llego a la familia por una copa de vino y salimos por una cerveza.

Sigo sin aprender de vino más allá de lo técnico, pero ella es la parte práctica de esa teoría.

Compartir

El Juicio de París.

En 1973 se realizó una cata a ciegas con el propósito de demostrar la calidad de algunos vinos de California a un grupo de catadores de Francia.

En ese momento, era mundialmente reconocido el vino de Francia como uno de los mejores. Seamos honestos, seguimos con esos estigmas de que no hay mejor vino que un francés (aclaramos, no decimos que sean malos, ni mucho menos, pero ya encontramos de excelente calidad en todo sentido a nivel internacional).

La primer cata la organizó Steven Spurrier. Un británico experto en vinos, sobre todo franceses, académico, periodista y consultor en Decanter.


 

Su apuesta era hacer un concurso con vinos de California (USA), donde se realizó una cata a ciegas entre los vinos de cabernet sauvignon y Chardonnay; Steven Spurrier declaró que organizó todo para que ganaran los vinos franceses. Y sin embargo, las respuestas dieron un veredicto favorecedor a los vinos de California, que lograron superar en los comentarios a los vinos de Francia.

Este año se cumplen 40 años de la cata original, y cada 10 años se organiza una cata similar con el fin de conmemorar la primera y ver los cambios que se han llevado durante este tiempo.

Al respecto existe una película llamada Bottle Shock, película del 2008 donde se describe la competencia (y es protagonizada por Alan Rickman y Chris Pine).


Fotografía: RidgeWine

Compartir

Piden quitar IEPS a vino mexicano

Senadores y senadoras de distintos grupos parlamentarios proponen una iniciativa para que el vino mexicano ya no sea considerado como una bebida con contenido alcohólico y se le deje de gravar el Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS).

“Estamos solicitando que con base en estudios internacionales, estudios científicos, en base a las clasificaciones de otros países, que se cree una categoría especial, que no existe actualmente, que se llama vino de mesa”, explicó María Marcela Torres, senadora del PAN por Querétaro.

Se busca que el vino de mesa sea visto como un alimento, característica que podría exceptuarlo del pago del IEPS, detalló Torres, también vocera de la propuesta.

La iniciativa ya fue turnada a las comisiones de Comercio, Hacienda y Estudios legislativos.

Torres refirió que el vino de mesa es una bebida obtenida a través de un proceso de fermentación y no de destilación, por lo que no es precisamente un licor sino jugo fermentado de uva.

Así que su contenido alcohólico, por lo regular, es de hasta 14 grados, mientras que otras bebidas tienen más de 20 grados de alcohol, por lo que el IEPS que estas últimas pagan es de 53 por ciento, agregó.
No obstante, destacó que existen vinos que pueden rebasar dichos grados de alcohol, pero no por mucho, ya que de la uva no es posible obtener altas cantidades de azúcar para elevar el nivel de alcohol.
En México por una botella de vino se paga 26.5 por ciento del IEPS, además del 16 por ciento del IVA, por lo que el precio de esta bebida incluye una carga tributaria promedio de 42.5 por ciento.
En el caso de países como Bélgica, República Checa y España el IVA para el vino es de 21 por ciento, mientras que en Hungría alcanza 27 por ciento; en Dinamarca y Croacia es de 25 por ciento, según datos de la dirección general de Impuestos y Unión Aduanera de la Comisión Europea.
Otras bebidas como la cerveza en naciones como Luxemburgo el IVA es de 17 por ciento, en Alemania de 19 por ciento y en Portugal es de 23 por ciento.
“Nuestros consumos (de vino) todavía son bajos, debido a dos cosas: a los impuestos y a la poca área mexicana de cultivo”, afirmó Víctor Hermosillo, senador por Baja California del PAN.
En México el consumo per cápita es de 750 mililitros, mientras que en países europeos oscila entre 35 y 40 litros por año, abundó Torres.
El fin de esta iniciativa es apoyar a los productores y a la industria vitivinícola nacional, la cual en en México todavía es muy pequeña, pues ocupa una extensión de 4 mil 500 hectáreas, dijo Hermosillo, quien también impulsa la iniciativa.
Y a cerveza artesanal
También el sector de la cerveza artesanal busca una modificación al IEPS que se aplica a todo el sector.
Los productores no piden la desaparición del impuesto, sino el establecimiento de una cuota fija en lugar del actual porcentaje sobre el costo del litro de producto, explicó Jaime Andreu, director comercial de Cervecería Primus.
“Estamos proponiendo, desde hace 3, 4 años una cuota fija, que se establezca un esquema que no afecte la recaudación”.
Ésta cuota sería del orden de 3.5 pesos por litro, en lugar del 26.5 por ciento del costo del mismo litro de cerveza; las cervecerías artesanales, por los costos de sus insumos y métodos de producción, pagan un IEPS de 10 a 12 pesos por litro, afirmó Andreu.
La medida podría beneficiar a más de 100 productores artesanales.
Con información de José Sánchez del diario El Norte.

Compartir

7 Razones para tomar un clericot.

Es la manera de iniciar una noche.
Algo tranquilo, relajado, discreto. Un antojo que va con una copa de clericot.

Si vas en contra de todo, ve en contra del estereotipo.
¿Eres de las personas rebeldes que siempre quiere ir en contra de todo y a favor de nada? Te proponemos un clericot.

Sabe delicioso.
Un buen clericot, que esté bien hecho va a saber bien. Y sí, aunque hay fórmulas perfectas para hacer uno, la mejor es la que te agrade más. Tal vez con soda (refresco) o algo de más fruta (o menos).

¿Maridaje?
Todo. Lo que quieras, como se te antoje: tacos, camarones, una torta ahogada, un hot dog. En verdad, lo que sea va bien con un clericot.

Si sabes o no de vino.
Yo he visto gente que “sabe de vinos” criticar a los que toman clericot. En serio, no hay problema: vino es vino. Disfruten.

Antes o después de otro vino.
Siendo pragmáticos, el vino lleva un orden. Espumosos a tranquilos, de secos a dulces. Pero con el clericot no importa y puedes intercalar. No es lo recomendable, pero no te cambiará tanto que si empiezas con un tinto reserva para seguir con un blanco dulce espumante.

¿Qué vino?
¿Qué vino te queda en casa? No tiene que ser de calidad. Es más, no debe ser un vino de gran calidad, de gran cosecha; sólo vino: desde el de cartón hasta es peor criticado que te regalaron.

Compartir

La coctelería del vino.

En México el calor nos ataca en primavera (nuestros veranos tienen más lluvia que calor; o un calor bochornoso). El mejor momento de disfrutar algo para esta tarde puede ser esta opción: un tinto de verano, una sangría o clericot.

Sí, ya sabemos, las críticas de siempre: Que si no nos gusta realmente el vino, que si en verdad nos atrevemos, que cómo podemos lastimar así un vino.

La realidad, lamentamos informarles, es que no somos asiduos al vino. México no consume realmente vino.
Lo sabemos, estamos en shock.

¿Entonces?

La propuesta es acercarse al vino como sea.

Una amiga de España nos comentaba el otro día que se le hace curioso lo ortodoxo que somos con el vino. Ellos que toman copas por un euro (unos 17 a 21 pesos, de acuerdo al costo), están tan habituados, que realmente no le dan el protocolo que aquí le tenemos.
Efectivamente, en ningún lugar de nuestro país vamos a tener una copa a ese precio y tampoco tenemos muchos amigos que tomen vino… ¿QUÉ?

Es la verdad. Piensen en todos sus amigos y ¿cuántos de ellos realmente salen y piden una copa? También por presupuesto (sí, suele ser más caro).
Veamos:
Una cerveza (promedio, las que siempre se piden, de bar en bar) la vamos a encontrar en un rango de $15.00 a $55.00 No más.
¿Dónde han visto copas de vino a menos de $40.00?
También estamos consientes que el costo en restaurante es mayor que en tienda… Pero ¿Un vino qué podemos encontrar en $300.00 en tienda, se les hace consciente comprarlo a más de $700? (Ojo, hablamos de comprarlo, no de cómo lo venden).

Esa misma amiga española platicaba de los calimotxos (tan odiados y criticados aquí), allá, donde sí consumen vino con regularidad, son algo común “entre más corriente el vino queda más padre el calimotxo”. (No dijo “padre”, dijo “chido”; ya lleva un año en México).

¿Cuál es el trauma de hacer cocteles con vino? ¿Qué otros los tomen?
¿Qué a ustedes no les gusta?

En fin, nuestra postura ante esto es probar: con moderación, pero probar todas las posibilidades en coctelería de vino. Y dejarnos del protocolo que evita que más personas conozcan del vino.

Y de ofenderse o tomar personal que “no lo tomen como debe ser”. Si personas de países productores y verdaderos bebedores de vino (que es diferente a alcohólico), no le dan esa importancia… ¿ustedes por qué sí?

Compartir

Como lavar las copas de manera correcta.

Consejos prácticos y a veces necesarios para lavar las copas y nos duren en mejor estado posible.

 1. No necesitas meter a remojar con otros trastes.
Si eres de los que remojan sus trastes y los dejan todos juntos; no hay problema, pero con las copas de vino no lo hagas. No metas tus copas (de cualquier material) con otros alimentos; pueden quedar impregnadas y no fallarte en próximos usos.

2. Evita el agua muy caliente.
Hemos leído sobre meterlas en agua caliente y dejar secar. Que no sea muy caliente, se puede tronar –sobre todo si es cristal-; intenta con agua tibia, que puedas meter las manos sin problemas –a menos que tu nivel de sensibilidad sepas es menor que los demás-.

3. No al jabón.
Es un producto químico, puede dejar residuo (a veces no se enjuaga bien y queda el aroma); te va a maltratar las copas, las piernas no van a caer de manera correcta y es posible que queden aromas.

4. Lava solas.
Lo único que tienes que hacer es pasarlas por un par de chorros de agua. Que queden bien, limpias, sin residuos. Ya con eso estará bien para que tus copas se encuentren en buen estado.

5. Sin tallar.
Las puedes rayar e incluso romper. Evítalo, sobre todo si no tienes una esponja especial para las copas (lo mismo, se puede impregnar de otros aromas).

Compartir

¿Cómo te verías después de 3 copas de vino?

El fotógrafo Marcos Alberti creó este proyecto de retratos, donde sus modelos posaron de la sobriedad a 3 copas de vino después. Aquí vemos los divertidos cambios de copa a copa.
¿Ustedes, cómo se verían con 3 copas de vino?
 

¿Qué te pareces a medida que te dejen entrar cada vez más de alcohol? Muchos de los amigos de Marcos Alberti ahora tienen evidencia fotográfica.
“Hay un dicho sobre el vino que me gusta mucho y es algo como esto:” La primera copa de vino es todo sobre la comida, la segunda copa es sobre el amor y la tercera copa se trata de caos ‘ “, el fotógrafo brasileño dice AdFreak . “Tenía muchas ganas de verlo por mí mismo afirmación si eso era, de hecho, es cierto.”


Alberti comenzó a invitar a amigos un estudio hijo y fotografiar delante de ellos que tengan cualquiera de vino y después de uno, dos y tres vasos. Los resultados son, digamos, divertida.


“La primera imagen se toma de inmediato Cuando nuestro invitado acaba de llegar en el estudio con el fin de capturar el estrés y el cansancio post-trabajar todo el día, y desde aussi frente tráfico de hora punta para llegar hasta aquí”, dice Alberti. “Sólo entonces podrán momento de diversión y mi proyecto de comenzar. Al final de cada vaso de vino, una instantánea. No es nada especial, una cara y una pared, tres veces.”












Todas las fotografías las encuentras aquí. 
Información de AdWeek.

Compartir

Los orujos.

¿Qué son y por qué nos llaman la atención?

Los orujos son un aguardiente que viene del hollejo de la uva de vino.

Los hollejos son las cáscaras que quedan de la vitis vinisfera (la uva que se usa para el vino).

De acuerdo con la normativa actual de la Unión Europea (UE), se define el aguardiente de orujo u orujo como:

La bebida espirituosa obtenida a partir de orujos de uva fermentados y destilados, bien directamente por vapor de agua, bien previa adición de agua, a los que han podido añadirse lías en una proporción que se determinará, siendo efectuada la destilación en presencia de los propios orujos a menos de 86% volumen, con un contenido en sustancias volátiles igual o superior a 140 g/Hl. de alcohol a 100% volumen y con un contenido máximo de alcohol metílico de 1000 g/Hl. de alcohol a 100% volumen.

El orujo se obtiene por las partes sólidas que no se usaron para la fabricación del vino; pertenecen al mismo tipo de bebidas como los marc franceses, las grappas de Italia, los tsiroupos griegos y las bagaçeiras de Portugal.

Compartir