Sólo quiero probar vino.

No soy una persona que de vino y he aprendido a vivir con ello.

Me refiero a aprender: porque en mi familia toman vino; mis amigos, toman vino. Todo el mundo que he ido conociendo en la vida toma vino.

Esa es la palabra: Toman vino.

Saben saborear una copa, la disfrutan y en cada paso de la vida deciden que quieren o necesitan algo de vino.

Si es una fiesta, graduación, celebración, noche, tarde, comida, cena, almuerzo, lunch, brunch, picnic, salida social, con amigos, sin amigos: el vino es de cada una de las partes de estar con ellos.

Me he acostumbrado; me pueden preguntar lo que gusten de vino, no dudo poder saberlo. Entiendo cada término, cada parte y estructura del vino.

A veces tanto o más que aquellos que lo toman constantemente.

Mis amigos se juntan con mi familia; novias que han estado en casa para una copa.

Pero yo no.

Alguna vez lo hice, lo probé y no me agradó. Lo volví a hacer y tampoco pude.

Tal vez por la misma relación familiar, mis amigos siendo conocedores de vino, al igual que las parejas son un gran círculo que crece con el tiempo.

“Naco” es como me han llamado: no he podido encontrar un vino que sea para mi y el gran pecado familiar incluye cerveza.

En cada una de las reuniones antes citadas (la boda del primo, los XV de la prima, la graduación del hijo del amigo, el tío que se divorcia, la sobrina que se casa, el hermano que corrió el maratón, el perro que salió de la escuela para mascotas y sabe sentarse cuando dicen “sit”; el restaurante que abrieron en la esquina y más) todos con vino y yo, el raro, con cerveza.

De todo tipo: cerveza clara, obscura, artesanal o industrial. Pero cerveza.

Siempre quise probar vino y que me gustara; dejar de ser el corriente de la familia, el que no tiene el gusto del vino; el que estaba mal porque sólo los que buscan embrutecerse consumen cerveza –como me han hecho creer toda la vida-.

Y hoy llega a mi vida la novia, la última, camina por ese pasillo después de decirme que no, que no es naco, que no está mal. Que la cerveza no es mala. Con ella llego a la familia por una copa de vino y salimos por una cerveza.

Sigo sin aprender de vino más allá de lo técnico, pero ella es la parte práctica de esa teoría.

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