¿Quieres saber más del vino?
Los aromas son una de las partes más importantes de cada uno de ellos. Después de la parte visual, lo más importante es la cata aromática: cada una de las partes que compone en nariz a un vino.
¿Quieres saber más del vino?
Los aromas son una de las partes más importantes de cada uno de ellos. Después de la parte visual, lo más importante es la cata aromática: cada una de las partes que compone en nariz a un vino.
¿Saben si hay que hacerlo o si es necesario? ¿Por qué para algunos es tan importante? ¿Se debe hacer?
La respuesta es olerlo: la verdad es que olfatear el corcho es un placer que a todos nos da. Tener un buen vino –tinto, blanco, rosado- y al abrirlo, oler el corcho, es una satisfacción para todos los sibaritas del mundo.
Si lo pensamos, no con todo lo podemos hacer: ya sea el brandy, whiskey, cerveza y más, es raro tener la oportunidad de un corcho, algo que nos diga previamente ese antojo de tomar una copa como lo logra el chupón de la botella de vino.
No nos vamos a predisponer de él, como algunas personas lo llegan a hacer, alegando que es para ver la calidad del vino y el decir “qué bien, se ve qué es un buen vino”.
Sí, nos puede dar un parámetro: si está en buen estado.
Pero eso es muy diferente a que eso sea la calidad de un vino.
Para ello lo degustaremos.
Agarrar la copa y probar cada uno de los secretos dentro del vino son la cata.
El corcho no es obligatorio. No viene en ninguno de los llamados “guiones de cata”, lo hacemos por el placer previo de la copa, ese punto entre abrir el vino y tener la copa en los labios.
¿Quieres una razón o excusa? ¿Convencer a alguien de una copa de vino blanco? Nosotros las tenemos para ti.
Hace calor.
Con el clima actual lo que se antoja es disfrutar una copa de vino blanco, algo fresco que nos de en la tarde un momento de paz y conformidad. Nada que un chardonnay o un chenin blanc no logren.
La acidez.
¿Eres de los que no viven sin limón? Prueba vinos como el verdejo y déjate llevar por ese punto ácido que el vino logra.
El chardonnay va siempre.
En serio, pruébenlo en cualquier ocasión. Es ideal para el pre copeo, con amigos tal vez una pasta. Acompaña todo.
La copa de la espera.
Intenta esperar con una copa de blanco, es un perfecto aperitivo para iniciar las tares, plátics, reuniones. Siempre es un buen acompañante.
Los beneficios.
Sí, tiene beneficios, no tanto como el vino tinto (pero) también tiene su lado bueno que es necesario conocer y aprovechar.
Extra: Los hay espumosos.
Sí, el tinto también tiene espumante, pero nos gusta más el blanco ¿o alguien lo niega?
Y no sólo una copa de vino; cualquier bebida alcohólica. Ten cuidado con los siguientes puntos.
1. Tomar demasiado.
¿Necesitas esa copa después de tomar todo lo qué ya llevas? No. Evita que tus amigos pasen la vergüenza de sacarte cargando, llenar algo de vómito o incomodar a los presentes.
2. Llamadas.
No únicamente a los ex novios o parejas: todos. No es justo que llames a las 3 A.M. al amigo que no asistió contigo a la fiesta para recordar el amor eterno que hay en esa amistad, lo inolvidable que es ese viejo amante; lo increíble del viaje de trabajo. Tampoco para cantar las canciones del karaoke…
O atenerte a las consecuencias. A veces muy divertidas, como aquí.
3. Mal copear.
Nada más nefasto que el amigo que quiere ser el alma de la fiesta… Y pase lo que pase, sólo logra ser un momento desagradable. Abrazar a alguien, ponerte a contar las anécdotas que en sobriedad no platicas; gritar. No es necesario.
4. Vomitar.
Si ya llegaste a este punto: sólo agua. Toma solamente agua. Evita las demás vergüenzas. Quédate quieto y toma agua. La Sobriedad llegará pronto.
5. Conducir.
Hasta es ilegal. Si tomaste no manejes. Es la regla bá-si-ca de la supervivencia moderna.
Todas las anteriores.
Ya llegó la primavera y vamos a intentar dar a conocer lo mejor de un buen bocado con algo de vino y la primavera.
¿Qué podemos hacer?
La recomendación es algo fresco, algo que sirva a todos los que gustan de algo rico y delicado.
Por eso les ponemos esta receta. Algo sencillo y fácil para llevar a un día de campo, la playa o sólo con amigos en casa.
Otra recomendación es acompañar con vino blanco, espumante o rosado. Lo mejor que podemos hacer con esto es dar un maridaje con un par de copas.
También queda la idea de completar el vino con fruta.
¿A qué nos referimos? Una Sangría o un clericot pueden ir perfecto con estos pequeños bocadillos.
¿A qué nos referimos? A este re diseño de copas sin tallo, que permiten que no vuelvas a tirar vino. Sí, a todos nos ha pasado, aunque sea alguna vez.
Permite la forma de una copa común, pero sin el tallo: no se cae y es algo diferente. Claro, para los amigos ortodoxos del vino no aplica, pero aquellos que se les hace llamativo, es una forma de consumir el vino.
(Si las giramos en la mesa, sería como airearlas solas).
¿De dónde? Super Duper Studio.
Piensa en la última ocasión que tardaste horas en comprar vino; no sabías ni que llevar y dos horas después te rendiste con el vino, tomaste la botella que encontraste primero y saliste un poco decepcionado o de plano hasta que te convenció una, no sin antes tener un par de llamadas preguntando “¿Dónde estás?”.
¿Te ha pasado?
Te dejamos consejos que puedes aplicar para no pasar la misma situación.
Opción 1:
Fija un rango de precio, escoge el vino de acuerdo a ese costo. Puede ser el primero que veas o que más te llame la atención. Si eres de los que revisan todo antes de comprarlo, este no va a ser así; un vino rápido que puedas servir en ese rango de precio. Después averiguas más.
Opción 2:
Busca de manera previa qué vas a comprar. Si ya sabes a que tienda o supermercado vas a ir, investiga antes las opciones de acuerdo a tus gustos. La mayoría de los buscadores tienen filtros que permiten buscar más rápido la botella. Evitarás estar mucho tiempo en el supermercado; a menos que la fila sea inmensa.
Opción 3:
Compra en línea. Puede que tengas los 5 minutos necesarios y esta es la mejor forma de hacerlo; encuentras los vinos de acuerdo a los filtros y llega a tu hogar sin problemas.
La costumbre de pensar en maridaje nos lleva de manera inmediata a pensar en un vino y comida; en la mayoría de los casos, en quesos.
Sin embargo, el maridaje es una experiencia: degustar un platillo que pueda ser armonizado de principio a fin. No sólo depende de las grandes recetas de libros o chefs renombrados; sino también de lo que disfrutamos día a día.
Sin pensarlo, muchos somos maestros de maridajes que no necesariamente tienen que ver con vino; algunos incluso tienen que ver con lo que consumimos de manera diaria.
Piensen en una cochinita y lo primero que llega a su cabeza es un horchata de arroz.
Agua de Jamaica con tacos de tripa o una cerveza con pozole.
¿Ven? No depende de un vino o de un sommelier.
Claro, que si queremos hacer algo más especial, si será necesaria la ayuda de una persona que nos asesore a conocer más del vino, cerveza, mezcal, tequila y demás miles de bebidas posibles.
Los invitamos a intentarlo: en próximas ocasiones a intentar hacer maridajes más extensos. Probamos de vez en cuando con mezcal (unos deliciosos escamoles; tal vez un guacamole con totopos de nopal y chapulines, por ejemplo); un poco de tequila (con una carne asada, tortillas de comal; puede que un poco de cabrito). En otra ocasión algo de vodka (¿chocolates?). La siguiente semana intentar algo diferente, como un whiskey (dicen que va perfecto con los puros).
E ir intercambiando notas. Así veremos que el vino no es el único que va perfecto con lo que comemos.
Aunque no deja de ser nuestro favorito.
Veamos el pro y el contra de esta situación; cambiar o no de vinos.
Probar diferentes.
Pro:
Siempre vas a conocer más.
Tu paladar tendrá mayor conocimiento, así como tu nariz.
Podrás hacer una cantidad mayor de maridajes.
Siempre tendrás opciones para pedir vino.
Contra:
Puede que no encuentres uno que prefieras.
No vas a estar especializado con algunos, por lo complicado que puede ser aprender de tantos.
Es seguro que necesites más ayuda a la hora de ir por un vino, pues estarás indeciso en qué comprar.
La posibilidad de que lo comprado, no te guste.
Probar los mismos.
Pro:
Ya conoces bien tu vino; derecho y al revés. Podrás saber maridajes infinitos para él.
No necesitarás ayuda a la hora de comprarlos.
Si te piden recomendaciones, ya sabrás que decir; la gama es más limitada, lo cual las opciones suelen ser más certeras.
Contra:
Te vas a limitar a unos.
Si dejan de producir el mismo vino, tendrás que encontrar otro que se adapte a lo que quieres y puede que sea un problema.
Si en algún lugar que vayas a cenar no lo encuentras, será complicado que pidas otro.
Y tú ¿prefieres de muchos o los de siempre?
La realidad es que la mayoría de los vinos que tenemos en casa son dulces; sin embargo sentimos una sensación de dulzor al tomarlos: se da más en el caso de los vinos jóvenes que los que tienen barrica, a los cuales muchas personas les dicen “amargos”.
Es que estamos percibiendo los aromas. Lo que sentimos como dulce es el aroma que nos recuerdo a comida con mayor azúcar: manzana, tejocote, Sandía, guayaba, flores y más nos recuerdan el sabor dulce. El olfato y el gusto son dos sentidos que se encuentran muy armonizados.
También depende de la acidez del vino, el contenido de taninos, que tan alcohólico es el vino y si es un vino espumante o tranquilo.
Mientras más sea tánico un vino, será más potente. Esa potencia es la que muchos definen como “amargo”; si realmente fuera un vino amargo, sería un vino que ya pasó su época, no es bebible.
Puede ser fuerte, rugoso, ácido, mineral. Pero amargo es sinónimo de defecto.
¿Cómo sé si mi vino es amargo?
Para darte un ejemplo, el chocolate que diga “amargo”. O probar el Bitter (amargo de angostura, se usa para coctelería). Esos son productos que te darán idea de que es el amargo y poder diferenciar un vino amargo de la sensación de sequedad que pueden dar los taninos.