La coctelería del vino.

En México el calor nos ataca en primavera (nuestros veranos tienen más lluvia que calor; o un calor bochornoso). El mejor momento de disfrutar algo para esta tarde puede ser esta opción: un tinto de verano, una sangría o clericot.

Sí, ya sabemos, las críticas de siempre: Que si no nos gusta realmente el vino, que si en verdad nos atrevemos, que cómo podemos lastimar así un vino.

La realidad, lamentamos informarles, es que no somos asiduos al vino. México no consume realmente vino.
Lo sabemos, estamos en shock.

¿Entonces?

La propuesta es acercarse al vino como sea.

Una amiga de España nos comentaba el otro día que se le hace curioso lo ortodoxo que somos con el vino. Ellos que toman copas por un euro (unos 17 a 21 pesos, de acuerdo al costo), están tan habituados, que realmente no le dan el protocolo que aquí le tenemos.
Efectivamente, en ningún lugar de nuestro país vamos a tener una copa a ese precio y tampoco tenemos muchos amigos que tomen vino… ¿QUÉ?

Es la verdad. Piensen en todos sus amigos y ¿cuántos de ellos realmente salen y piden una copa? También por presupuesto (sí, suele ser más caro).
Veamos:
Una cerveza (promedio, las que siempre se piden, de bar en bar) la vamos a encontrar en un rango de $15.00 a $55.00 No más.
¿Dónde han visto copas de vino a menos de $40.00?
También estamos consientes que el costo en restaurante es mayor que en tienda… Pero ¿Un vino qué podemos encontrar en $300.00 en tienda, se les hace consciente comprarlo a más de $700? (Ojo, hablamos de comprarlo, no de cómo lo venden).

Esa misma amiga española platicaba de los calimotxos (tan odiados y criticados aquí), allá, donde sí consumen vino con regularidad, son algo común “entre más corriente el vino queda más padre el calimotxo”. (No dijo “padre”, dijo “chido”; ya lleva un año en México).

¿Cuál es el trauma de hacer cocteles con vino? ¿Qué otros los tomen?
¿Qué a ustedes no les gusta?

En fin, nuestra postura ante esto es probar: con moderación, pero probar todas las posibilidades en coctelería de vino. Y dejarnos del protocolo que evita que más personas conozcan del vino.

Y de ofenderse o tomar personal que “no lo tomen como debe ser”. Si personas de países productores y verdaderos bebedores de vino (que es diferente a alcohólico), no le dan esa importancia… ¿ustedes por qué sí?

Compartir

También te puede gustar