El chardonnay.

Uno de los primeros encuentros de la mayoría con el vino es con el cabernet sauvignon: si, el vino tinto que la mayoría reconoce es el cabernet. Querido y afamado por muchas (y muy buenas razones).

Digamos, también que si tuviera su “contraparte” en blanco, sería el chardonnay.

De hecho nuestra recomendación incluye iniciar en el mundo del vino con blancos. Chardonnay es una exquisita opción.

En la mayoría de los casos es un vino seco; sin embargo, la enorme frutalidad que en él encontramos es un perfecto amigo para muchos maridajes.

Dependiendo de la potencia –o no- del vino, podemos acompalarlo con pollo, vegetales, pastas, langostas, camarones; tal vez cerdo , pato y pavo.

Condimentos como limón, perejil, tomillo, estragón, mejorana y pimienta blanca también dan buen ambiente de acompañamiento.

Si con quesos, de cabra o de vaca serán buena idea; no necesitan ser de gran maduración (quesos jóvenes o semi maduros).

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Para lograr todo esto es necesario servir a una temperatura de entre 9ºC y 11ºC.

De dónde probar un chardonnay.

Se produce en casi todo el mundo; sin embargo, las recomendaciones las podemos dividir en Viejo Mundo y Nuevo Mundo.

Del Viejo Mundo la excelencia podremos verla en Francia. Sus vinos son de gran calidad y prestigio.

De Nuevo Mundo podrás encontrar excelentes opciones de Argentina, chile, México, Nueva Zelanda y Estados Unidos.

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