Todos conocemos nuestros sentidos y nuestro entorno.
Fuimos a la cata de Bodegas Valhondo en “El 7 de Julio”: abrieron un vino blanco, se llama martinache. La enóloga inicia su plática: Este es un vino que huele a lo que nos recuerda.
Algunas caras de sorpresa, nos volteamos a ver ¿Cómo? Alejandra, quien también es sommelier nos explica que a ella le huele a chicle motita de plátano, lo olemos y nos damos cuenta que sí. Y seguimos descubriendo los aromas y muchos coincidimos: la manzana verde y manzana cocida predominan.
A la papilla que me daban de niño.. ¿Cómo podemos saber a qué huele la papilla que te dieron de niño? Y entonces entendemos lo que dijo: Sí, son nuestros aromas del pasado los que tenemos tan presentes.
Es normal que mientras más conocemos, más olemos podemos encontrar más aromas en el vino y nos damos cuenta de lo que hay en el vino. Es normal que muchos no sepan y otros encuentren más o estén especialmente familiarizados.
Si nunca has olido la manzana verde y sólo conoces la roja ¿cómo lo sabrás?
En el caso de Vetoné el vino tinto nos llevó a la ciruela, a frutos rojos, a frutos negros, algo de trufa… ¿qué es la trufa? A chocolate ¿a cuál? Y seguimos viendo la importancia: siempre que podamos oler, buscar y encontrar más aromas en el entorno.