El vino depende de la persona que lo toma.

Que las críticas del vino se resbalen… ¡Lo que importa es lo que quieres!


Casual, vas con un amigo a comprar un vino, le compartes o te acuerdas de una botella que tienes en casa. Le dices qué vino es. Y una mueca lo dice todo, piensas en como corregir el momento… ¡Tienes mal gusto en vinos!

Entonces tu amigo comenta de un vino que a él si le gusta, y que debes probar y conocer. Y haces caso. Lo compran y van a degustarlo.
Al momento de catarlo ¡Casi lo escupes! Es muy tánico o muy suave; muy astringente o muy dulce para ti. En cambio él tiene cara de satisfacción, como si te hubiera salvado de un mal vino.

¿Está mal eso?

No, es común discernir de vinos; a algunos les gustarán de ciertas características o premios. A otros sólo verán la varietal. Algunos más se irán por la región. El vino no depende de una persona: de qué dicen, de qué les gusta o que la recomendación sea necesariamente buena.
En este caso la recomendación es para quienes recomiendan: no digan que un vino es malo porque a otra persona les guste y a ustedes no. No discriminen un vino sin conocerlo o aún cuando hayan tenido la oportunidad de probarlo, dejemos que si a alguien le guste, que lo pruebe y lo aproveche. En pocas palabras: Eviten la cara de fuchi.

El mundo del vino es tan extenso como los gustos de las personas.

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