En muchas ocasiones nos han preguntado como se toma la champaña y qué es lo que la hace diferente de un vino.
Empezando por lo básico: todo vino es diferente. Cada uno de ellos es un organismo vivo que va evolucionando pase lo que pase: desde los jóvenes con menos de 6 meses en barrica hasta la gran guarda que tiene barrica de 2 o 3 años en barrica y 10 o 15 años en la botella. Cada uno de ellos tiene sus cualidades.
El Champagne, por su parte, es uno de ellos: es un vino.
¿Qué lo hace diferente?
Que tiene una Denominación de origen.
Significa que sólo se puede hacer bajo un método, con ciertos ingredientes y procesos en una zona geográfica determinada.
Es decir, es parecido a decir “Rioja” o “Valpolicella” (claro, cada uno de ellos tiene sus determinaciones; los Riojanos y los Valpolicella son vinos tranquilos, que cumplen las características de su denominación).
Champagne: Vino espumante de la región Champagne, que comprende Epernay y Reims, donde se permite el uso de cepas predominantes del Chardonnay, Pinot Noir y Pinot Meunier y se debe vinificar por el método Champenoise.
Dentro de la denominación, comprende las características de cada aspecto: cuantas cepas por zona, qué vendimia debe ser y el prensado (kilos y litros que deben venir de ello).
Sólo si cumple todas las características que pide la Denominación, puede llamarse Champagne. Y de ahí viene su prestigio.