Ya sea como acto social o por la necesidad de ahorrar.
Los Freegans o friganos son personas que buscan la manera de no desperdiciar. Y no sólo de la manera propia (en casa), sino en un gran movimiento: evitando tirar comida en buen estado.
En muchas partes del mundo, las cadenas de supermercados y de alimentación (ya sea restaurantes o Fastfood), por asegurar la calidad de sus alimentos, sacan, discontinúan o tiran comida que realmente no está en mal estado.
Digamos que un pastelillo se aplastó. Entonces la cadena de supermercado o tienda no lo vende; por ende, lo tiran.
¡Pero el pastelillo en cuestión está bien! Aplastado, pero bien.
Entonces los Freegans deciden quedarse con eso: latas de comida que están por caducar, comida que en apariencia no está en buen estado, pero si lo abren o muerden, se encuentra bien, entre otras opciones.
Movimiento nacido en el Nueva York de los 90, los freegans (de “free”, gratis, y “vegan”, vegano) denuncian la ingente cantidad de comida que se tira en los países desarrollados. Según el colectivo madrileño Comida Basura, en Europa el 42%, de los alimentos acaban en el contenedor. La Comisión Europea calcula que en Europa se desechan un total de 179 kilos por persona al año.
Y no, no llegan a comerse las cosas en mal estado, al contrario, es buscar la comida que se encuentra en buen estado y las cadenas llegan a desechar por sus procesos de calidad.
La idea es no gastar y de paso ayudar al planeta. Tampoco se trata de robar, sino de los productos que ya han sido desechados, poder consumirlos.
Cuece el brócoli al vapor hasta que esté suave. Colócalo en la licuadora junto con el ajo, la albahaca y el queso parmesano. Comienza a triturar y ve agregando poco a poco el aceite de oliva hasta obtener una pasta fina; salpimienta.
Asa los cubos de arrachera en una sartén a fuego alto con un poco de aceite, salpimienta y pincha con palillos pequeños.
Los libros son una buena herramienta en el día a día. De manera directa o indirecta aprendemos algo más: nos ayudan con las paradojas que nos da la vida.
Así como el cine, pero nos ayudan a desarrollar de otra manera la concentración y la capacidad de lectura, cosas que nos sirven en la vida cotidiana.
El hecho de poder tomar una copa y combinarlo con el placer de un buen libro, nos da algo más: una experiencia que se va a complementar en todos nuestros sentidos; por esto, la recomendación de hacer este tipo de maridajes.
Cambias el sentido.
No es lo mismo leer a Bukoswky con una copa de vino que sin ella (aunque algunos más sarcásticos, terminarán tirando algo del vino ante la risa de ciertas situaciones). Nuestro libro puede tener un significado diferente si lo disfrutamos con una copa de vino que si no. A este punto hay que evitar los libros depresivos; por si acaso.
Combinas entretenimientos.
Vas a poder tomar tu copa de vino mientras lees esa novela: ¿Jane Austen no sabe mejor con algo de vino blanco? La verdad es que si.
¿Tú cómo harías tu maridaje de vino y libros?
Es un Festejo propio.
Imagina servir un poco de tu espumoso favorito: cava, champagne, crémant, sekt o sin denominación al tiempo que te imaginas en una fiesta de Fitzgerald ¿No se te hace fascinante?
Es tu momento.
Nadie te va a decir nada al respecto, es tu copa, es tu libro. Ya sea que leas algo de Murakami o Gay Talese, la decisión es tuya y podrás tener un momento único y especial para ti.
Le damos aire al vino para poder darle una mayor vida y que pueda mostrarnos su verdadero ser: su cuerpo, su olor. Al ponerlo en contacto con el oxígeno, nos demuestra características que se encontraban “dormidas” en él.
Esto no es para todos los vinos, es preferible airear los vinos que se encuentran con un mayor tiempo de guarda.
Sin embargo, aún los vinos jóvenes, podemos “jugarlos” un poco en la copa para desprender los aromas secundarios y conocer más de ese vino.
Es por eso que muchas veces saboreamos mejor la última copa de la botella.
En algunos casos lo mejor es dejar que el vino “abra” por si solo, por lo cual vamos a abrir la botella y dejarla así. En caso de que sea un poco más apresurado, la recomendación es airear el vino (alguna vez nos dijeron que este proceso se les hace un poco agresivo y como no puedes regresar el vino a la botella, es para consumir al momento, no podrás guardarlo).
Para posar son las cámaras: fuera de ellas no necesitan estar siempre “dando el ejemplo”.
Tengo una amiga, que gusta poco del vino pero si del mezcal (se entiende, es de Oaxaca). Cuando las dos nos juntamos solemos llevar nuestro arsenal: cada quien lo que más le gusta.
Siempre se dice “naca” por no gustarle lo que yo llevo. ¡Bueno, qué más da, si lo que hacemos es la plática!
La otra vez llevé un delicioso vino mexicano rosado y un espumante Argentino que no estaba mal (tampoco fue una gran maravilla, pero nos hizo el desquite bien).
¿No es Asti? Me dijo al verme con el espumoso. No, le dije. Tuve miedo que me cerrara la puerta en la cara, pero no, sólo se rió.
Platicando dijo que le agradó el vino, pero como ella era “naca”, prefería los vinos dulces.
¿Por qué es naco qué te gusten los vinos dulces?
A mi me da risa e incluso curiosidad pensar que puede tomar mezcal, come comida condimentada (le encanta preparar curry y hace unos tamales exquisitos; de sus tlayudas no tengo queja) y el vino siempre lo quiera dulce. Pero así es ella.
Así que no la juzgo por que le gusten los vinos dulces. La juzgo por decirse naca mientras toma un vino y prefiere otro.
Prometo que en próximas ocasiones que la vea, le llevaré su Asti, a ver si así deja de nombrarse de esa manera.
Empezamos así: La cerveza es una deliciosa bebida fermentada de agua con levadura y cereales.
Es de sabor amargo en sus diferentes presentaciones o estilos.
Gracias a sus diferentes formas de elaboración y posibles ingredientes, se puede hacer, conocer, preparar y beber una gran gama de estilos de cerveza.
Otros nombres con los que podemos conocerla: Chela, birra, pinta (este realmente se refiere al tipo de vaso en el que se sirve, sin embargo algunas personas ya relacionan “pinta” con cerveza).
El volumen alcohólico promedio es de los 3 a los 9% de volumen. Aunque algunas incluso alcanzan los 30% (pero es lo menos común).
Los ingredientes principales con los que se prepara es cereal, lúpulos, agua, levadura y en algunas ocasiones frutas, especias y plantas.
Actualmente se ha incrementado la creación de cerveza artesanal: son cervezas que en algunos casos son “caseras”, en otros, de mayor industrialización sin perder la parte artesanal.
En estos casos, la gama crece aún más y permite conocer más de cada tipo, estilo y manera de cerveza: un pequeño cambio durante su proceso nos da la opción de otra cerveza: la corona, las levaduras, el color, sabor y aromas van a variar de acuerdo a cada característica.
Uno de los factores más importantes es el agua, que nos dará mayor cantidad de características en la birra, dependiendo de lo alcalina o no que sea el líquido; la razón de esto es que la cerveza es 90% agua.
La malta serán los granos que vamos a usar, a la cual se le aplica un proceso de “maltado”, de aquí vendrá el alcohol, es producido al fermentar los azúcares extraídos de la malta. Va a aportar el amargor característico de la cerveza y va a ayudar a balancear el dulzor.
(y no encuentras en los libros).
La amplia gastronomía mexicana se vive todos los días; a veces sin darnos cuenta de lo importante (o deliciosa que es); sin embargo siempre hablamos de los grandes restaurantes de México: Millesimé y los máximos eventos de la agstronomía mexicana. Restaurantes que son famosos a nivel internacional y la alta cocina. En algunos casos, no es necesario ir tan lejos: la esquina de nuestra casa tiene suficiente de la gran comida de nuestro país (que es patrimonio de la Humanidad; no cualquier cosa).
Aquí un pequeño listado de comidas que podemos encontraren todos lados parte de la dieta mexicana.
Elotes preparados.
¿Han preguntado de donde vienen? ¿Qué lógica tienen?
Es un elote (o los granos del elote) hervido, que lleva mayonesa, queso y chile. En algunos casos, limón.
Es delicioso y hay algunas combinaciones más extrañas en otros lados; es más tienes puestos identificados y puede que hasta tu top 10 de donde comprarlos (como el mercado de Jamaica o en Polanco). O eliges los asados (que sólo llevan sal, limón y chile).
Dorilocos.
Otra obra de la gastronomía callejera. La primera ocasión que los vinos fue en los Festivales Cervantinos, por ahí del 2011. Y dos años después llegaron a todo México.
Son doritos (o nachos en otro caso) con cueritos, jícama, zanahoria, pepino, cacahuates, limón, chile piquín, salsa picante (tipo valentina u otra), definitivamente una bomba para el estómago. Pero que bien sabe cuando ya se están deshaciendo.
Y lo más seguro es que reíste horas con este video.
Todo lleva limón.
Todo lleva limón. Y si no le ponemos. O lo inventamos con limón. O duplicamos el limón. El limón lleva limón (En otros países le conocen como “lima”).
Pan mexicano.
De lo más dulce de nuestra comida. En algunos casos tomamos los panes de otros lados y les cambiamos el nombre y la receta: Los crosaints son cuernitos o medias lunas y pueden ser rellenos de chocolate o cajeta (dulce de leche).
Las conchas, chilindrinas, ojo de buey, el mantecado, panqué chino, orejas o cocol no le pierden nada a panes franceses u de otro lado del mundo.
Y claro, dependiendo el pueblo al que vayas, encontrarás más variantes de pan (como las coloradas de Puebla o el pan de queso de Peña de Bernal).
El pozole, el menudo y los chilaquiles como aniquiladores de cruda.
Mito o realidad, pero godinez que se respeta lleva chilaquiles el viernes chilaquiles para curar la desmañanada del último día de la semana. O los domingos de barbacoa, pozole y el menudo, por la misma razón. Son una delicia para el paladar; mejor disfrutarlos en la comodidad de la sobriedad, pero para algunos eso es parte de la vida.
Tacos.
Sabes qué estos no son tacos e incluso te sientes ofendido al ver esto:
La tortilla como un grupo alimenticio que acompaña todas las comidas: hacemos tacos de longaniza, bistec, guisados como el chicharrón en salsa verde o roja, barbacoa, los doramos, los hacemos más grandes, más chicos y adaptamos recetas para poder hacer tacos. Y si no, aunque sea un taco de crema y sal. Las tortas siempre caen bien.
Cena, desayuno o comida sirven. Y pueden llevar de todo.
Y por “de todo” nos referimos a “de todo”. Todo. Y son de varias cosas: mole, milanesa, pierna (en sus muchas presentaciones), huevo y más.
El caldo lo cura todo.
Todo. El mal de amores, la locura, el malestar estomacal. Es milagroso. Hacemos caldito de pollo como un remedio mágico y sirve: nos alimenta el corazón y el estómago. ¿El perro se enfermó? Caldo de pollo (no lo hagan a menos que el médico les diga y como hacerlo, por favor). O cualquier otro caldo: frío, calor, enfermedad, salud.
Para todo mal, un mezcal.
Y para todo bien, también, con sal de gusano de maguey y limón.
La salsa.
Tenemos dos tipos de salsa: la que pica y la que no pica.
Los tacos placeros.
Que cosa más deliciosa: debe tener un gran esmero para hacerlos: chicharrón en una tortilla con aguacate, pico de gallo, salsa, limón y queso. Y a comer. Rinde, rinde y rinde. No lo venden en la calle pero es la mejor cuando necesitas algo barato y muchas personas por alimentar.
(En esta película hay una escena deliciosa donde podemos ver la detallada preparación de un taco placero).
Frijoles y arroz siempre.
Incluso en algunos lugares parece obligación: frijoles y arroz: aunque sea de lata, pero aunque no tengamos más comida, hay frijoles y arroz listos por las visitas o las botanas (como unos nachos gratinados con frijoles). Y a veces los combinamos.
Con una producción de vino nacional de aproximadamente 14 millones
de botellas por año, la demanda de vino mexicano incrementó más del 15% en el 2015, indicó bel Presidente de Sistema Producto Vid en Baja California, Jaime Palafox Granados.
“La demanda está creciendo más del 15%, nosotros suministramos aproximadamente el 35% del mercado, el año pasado todos los vinos mexicanos en su conjunto, tanto por el canal de distribución mayorista y autoservicio, alcanzamos a los demás países que venden vino en México”, indicó. Palafox Granados afirmó que el año pasado el vino nacional fue el de mayor consumo entre los mexicanos, lo que es sumamente positivo para la región, ya que el 90% de los vinos mexicanos son de Baja California. “Hace unos años era distinto, los países que más vendían en México eran España, Chile y Argentina,
sin embargo ya llevamos un par de años en el que el consumidor mexicano está privilegiando el vino mexicano, sin embargo esto no se ha visto tan reflejado en Baja California, posiblemente porque no hay tantos puntos de venta”, opinó.
Finalmente, el presidente de Sistema Producto Vid, dijo que todavía no cuentan con cifras oficiales de volumen de producción, sin embargo, afirmó que ha habido un crecimiento en los volúmenes
Todos cometemos errores y más si no tenemos un gran gusto por lo que nos enseñan. Nos pasó con las matemáticas o la ortografía. Tenemos algo que no nos gusta y no lo disfrutamos.
Sin embargo, en ocasiones no es la materia, sino el maestro. ¿O no recuerdas esas materias que odiabas tenía que ver principalmente con un profesor?
Pues muchas veces con el vino es lo mismo. La materia, sería el vino y el profesor esas personas que nos explican del vino y de cada una de sus partes. Si lo hacen aburrido o no saben qué darnos, es lógico que nos apartemos de ese mundo vinícola.
Es por eso que les dejamos una lista para ser un principiante con el vino sin los errores que llegamos a vivir.
El vino tinto.
Por alguna razón, parece que si no es vino tinto, estamos mal. Desprecian el vino blanco o el rosado a menos que tenga algo (si no es verdejo, si no es rias baxias, etc). Y para colmo, nos mandan con un cabernet sauvignon con 12 meses en barrica o un tempranillo de Toro o Rioja y su guarda de uno a dos años. ¿En verdad qué piensa la gente qué recomienda eso a una persona qué inicia en el vino?
Vamos por partes.
Primero espumosos. Luego blancos a más obscuros. Rojos a marrones de generosos o fortificados.
Así. No sólo para la cata, sino en la vida diaria; si inicias en el mundo del vino, es la mejor forma que encuentres qué te agrade.
No preguntar.
Gente que le da pena preguntar para evitar las miradas incómodas. Pues no; no es justo esas miradas, pero tampoco quedarse con la duda porque alguien no sabe hablar. En muchas tiendas tampoco saben responder; pero otras sí. No podemos generalizar con el miedo a “ni saben”, “me van a ver feo”, “es que no quiero que vean que soy ignorante” y más. A evitar eso; si tienen duda, sáquenlo de su ronco pecho.
No invertir en vino.
Ya hemos dicho que se encuentran vinos baratos de muy buena calidad. Pero ojo, no lo son todos. Algunos incluso sólo saben a jugo de uvas para niños con alcohol. Y eso no está delicioso. Algo bueno, por barato va a ser más costoso. Hay que atenernos a la realidad y comprar con un presupuesto fijado.
Volvemos al cabernet.
No decimos que es malo, decimos que es potente. Recuerden que el paladar es algo que vamos educando; igual que el ejemplo de las matemáticas no podemos llegar a los algoritmos si no sabemos ni sumar. Poco a poco se llega a Roma.
O todo es Rioja o Chilenos y los Argentinos. Como si no tuvieran más opciones; o mexicanos. Expandan sus horizontes, busquen otras ideas, opciones, más ideas que les ayuden a consumir el vino. No se queden en lo mismo (en el ejemplo de la escuela, es como repetir año una y otra, y otra y otra vez).
Las temperaturas.
No se trata de comprar un refrigerador especial (a menos que lo crean muy necesario); pero si de tomar el vino cerca de la temperatura que se dice. ¿Por qué? Por que van a encontrar las cualidades de mejor forma).
¡Cosa que odiamos! El “los blancos son fríos y los tintos a temperatura ambiente”.