Aromas que en él encontramos. 

Pocas son las narices privilegiadas que saben lo que olfatean. Otros, tenemos que ir entrenando nuestra nariz para poder definir qué es lo que encontramos en el ambiente. Algo agradable, algo dulce, piña, melón, sandía, madera; todo.

La recomendación es esa: ir oliendo lo que la naturaleza nos da e incluso, en algunos casos, probarlo. He ahí un gran reto, clasificar los aromas.

Es por ello que encontramos las categorías para ir a subcategorías. Aquí les dejamos toda la información para que puedan disfrutar desde el principio lo que un vino nos da, ya sea en primera, segunda nariz o retrogusto.

Primero: Conocer el vino.
Cada zona, cada terroir es diferente. No es lo mismo el suelo, los minerales, la cantidad de sol y de agua que vamos a encontrar en un vino de Baja California, Querétaro, Aguascalientes o en Francia, Argentina, Chile o Australia. Mientras menos horas al sol, hay menos azúcares, que da menos alcohol y una mayor acidez. Es bueno saberlo para así tener en cuenta que si nos gusta un vino con ciertas características, una región nos va a gustar más que otra.
Segundo: El cuerpo.
Veremos la viscosidad del vino, las piernas, la velocidad con lo que bajan. Las piernas nos indican, en la fase de la vista, la densidad dada por la cantidad de glicerina presente en un vino, con las cuales podemos suponer el grado de alcohol que tiene el vino que se esta catando.
Tercero: El color.
La variedad de cepa nos va a dar un diferente color, la intensidad, brillo, transparencia nos indican del vino, si su color es intenso, si es brillante u opaco, si tiene tonos teja, más violáceos entre otros.
Cuarto: Aromas sin agitar la copa.
La fase olfativa es muy importante. Los primeros aromas son los primarios, que se encuentran en la uva y se liberan durante el proceso de molienda; en los tintos encontramos aromas a frutos rojos, como frambuesas, ciruelas, cerezas, entre otros.
Quinto: Agitar y volver a olfatear.
Aquí veremos los demás aromas, aquellos que tiene la uva en su proceso de fermentación; aquí encontramos las notas lácticas y especiadas que van dependiendo del vino.
Sexto: aromas pesados.
Poco a poco y mientras evoluciona nuestro vino vamos a ver aromas “pesados”, como las notas de chocolate amargo, cacao, café tostado, entre otros. Estos son resultados de reacciones del vino con la madera y la microoxigenación.
Séptimo: Saborear de a poco.
Poco a poco, con moderación vamos a ver su desarrollo en boca. Primero un sorbo que nos ayude a limpiar la boca, encontrar el sabor (dulce, ácido, amargo y salado); el dulce, el ácido y el amargo deben estar en equilibrio.
Octavo: La lengua.
Vamos a mojar un poco la lengua para sentir la diferencia, sólo la punta para intentar distinguir las notas dulces de un vino. No desesperar si no lo pueden a la primera.
Noveno: El vino en la media boca.
Buscar qué nos hace querer repetir ese vino: sabores, aromas, equilibrio y todo lo que tiene.
Décimo: Repetir y compartir.
No hay mejor momento en un vino que poder compartir con los amigos, tener más de ese vino, conversar, una alegre y amena charla que complemente los anteriores nueve pasos. Deja que el vino pase y disfruta los límites (sin romperlos).

Lo satanizamos, lo sabemos. Algunos no pudimos evitarlo tras la película Sideways (Entre copas) pensar en un merlot era parte de un sacrilegio. Sí, ese pedante personaje hizo que la venta de Merlot bajara y que satanizáramos a quien lo tomaba… ¿La razón? Aún no la entendemos.

Es verdad, las ventas de Merlot en Estados Unidos bajaron tras la película (como lo vemos a continuación).

¿Es necesario satanizar un vino?

Para aquellos que tienen poco tiempo probando o tomando un vino, esta es una opción: Es un vino más frutal que no estará tan astringente y nos ayudará a educar el paladar poco a poco para tomar más vino.

Tiene sus cualidades, es cierto… Entonces… ¿Por qué no disfrutarlo más? En alguna comida, con un clima ligero, en un picnic, combinado con otros vinos. Veamos las opciones que este vino nos da.

Por alguna razón inició en México (y por lo que sabemos, es cosa de Nuevo Mundo) de hablar de los sedimentos como algo malo.

En cuestiones prácticas, los sedimentos sólo son partículas del vino que se juntan. No es un vino malo o que tenga mala calidad, sino que su proceso fue otro, su tiempo en barrica y el manejo en la botella hicieron que se crearan esos sedimentos.

En algunas ocasiones estas “migajas” que encontramos en un vino es por su proceso de filtrado que muchas ocasiones son de forma más natural.

En algunos casos la opción es decantar, así evitaremos que se vayan a nuestra copa; otra es servir con algo en especial (algunos menos ortodoxos filtrarán su vino con una tela o red, aunque no es lo más recomendable). En el mercado ya hay disponibles pequeños filtros para tal propósito.

¿Imaginan un Ribera del Duero sin esta parte? Solo es cuestión de hacerlos a un lado y seguir disfrutando el vino.

¿Habían ya escuchado el término?
 
De acuerdo a la legislación española, los vinos que proceden de “microclimas” (una zona específica donde hay una diferencia entre las zonas de su entorno); debe tener ciertos cuidados y especificaciones para entrar en esta característica.
Para ello, se usa la edafología que es la ciencia que estudia la composición y naturaleza del sueño en relación a la vegetación que lo rodea.
Estos vinos contienen tal cual la Denominación Pago (DO de Pago). Ceben cumplir ciertos parámetros, como la orientación de la zona geográfica, la edad de las plantas, procesos y cuidados. Para estos vinos, principalmente se revisa las cualidades del Terroir y el microclima que ayudan a las vides con ciertas virtudes que permiten un vino único y genuino.
 
 
  La Ley de La Viña y el vino explica como debe ser cada uno de estos vinos, la dependencia que tiene a la comunicada autóctona, que no puede ser ser igual ni superior a la de ninguno de los términos municipales en cuyo territorio o territorios y que el nombre del pago venga siendo utilizado de forma habitual en el mercado para identificar los vinos obtenidos en aquél durante un período mínimo de cinco años.
También explica que deben cumplir los requisitos exigidos a los vinos de la denominación de origen calificada para tener el nombre de vino de pago calificado, entre otras normas.
 

Para más información de las leyes, aquí.

Dentro de la legislación explica lo que es un Pago (es en sí el viñedo); con las cualidades que demuestran su calidad; se muestran como vinos de mayor exclusividad.