¿Lo han pensado y no se deciden? Puede que no sea tan mala idea como nos han hecho creer.
Es barato.
Seamos honestos, el dinero si es importante; no estamos diciendo que siempre, pero para la copa diaria, para un coctel, no queda nada mal este vino. A menos claro, que no sea tu inconveniente el dinero…
Es cómodo.
Lo llevas de un lado a otro, lo puedes disfrutar de mil formas y maneras; es más sencillo de transportar, por ejemplo, que el vino en la botella.
Coctelería.
Como obviamente es barato y no suele tener gran calidad, nos sirve de lujo para preparar algo con este vino: un clericot, calimotxo o sangría.
Para los amigos que no saben de vino.
Típico, tenemos un amigo que no toma vino y se autonombra “naco” o “corriente”; pues bien, esta opción es para iniciar en el mundo del vino: algo dulce y que no tenga mayor complicación que servir y beber.
Ecología.
Es más fácil de reciclar el cartón que el corcho y el vidrio (y la parte metálica que tiene la cápsula). Si quieres volverte más ecológico con el día a día es la opción.
Cantidad
Los cartones suelen ser de 1 litro; en cambio la botella es de 750 ml. ¡Una copa más! (y volvemos al punto 1, menor precio).
Nota: Obviamente no son vinos para dar la cata, sólo para lo que sirven: disfrutar de un momento, acompañar una comida o simplemente para preparar algo.