Calidad y precio.

La relación latente entre la calidad y el precio de un vino.


Cuando vamos a pedir un vino, aún tenemos la idea de que un vino caro siempre va a ser mejor que uno más barato. A veces hasta hacemos caras cuando eso no funciona: probamos ese que es más costoso, y hacemos una mueca. Decimos que está delicioso, pero la verdad por dentro pensamos en lo malo que está. ¿La razón? Ese no es nuestro vino. Incluso puede que no sea uno bueno.

La relación calidad y precio no siempre es acertada; sin embargo, existe una relación entre ellos. La mayoría de los vinos de bajo costo son para un consumo rápido, normalmente no tienen barrica y son conocidos como “vinos de mesa”.

¿Qué significa? Que en cualquier comida nos pueden salir a desquite, sin necesidad de que sea una cena/comida muy elaborada.

Vamos, que si tenemos caviar, langosta, un buen corte de carne, una preparación especial no nos vamos a ir por un vino de estos.

No, los vinos de mesa no son malos, algunos son de excelente calidad e incluso superior. Pero son para ello: platicar al momento de la sobremesa, acompañar un queso mientras vemos la tele, tener una copa al comer.

Un vino de mayor costo, normalmente tendrá un paso por barrica, uvas que son más difíciles de cuidar o recolectar, un terroir incluso más complicado y un enólogo de mayores habilidades.

Sin embargo, debemos tener en cuenta lo más importante: un vino bueno es que más nos gusta; si es muy caro o muy barato depende más de nuestra cartera que en sí del vino.

Y sí, es bueno probar y probar, así encontrar las diferencias que hay en cada vino, enólogo, cosecha, terroir. En México podemos encontrar vinos muy baratos con una enorme calidad (menos de $200.00).

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