Compras una botella, la abres y piensas en disfrutarla pero se te olvida, la dejas en el refrigerador. Cuando te das cuenta, ya no sirve… ¿Y ahora?
Un ejemplo es el que nos da Laithwaite’s: Uno de los países de mayor consumo de vino es Gran Bretaña y resulta que están desperdiciando el vino: cerca de 624 millones de botellas al año: cerca de dos copas de vino por semana por hogar y equivalente a 33 albercas olímpicas.
Una de las razones que esta encuestadora pone, es que muchas personas tiran el vino muy pronto: no se acaban las botellas y deciden tirarlas, sin saber si aún está bueno o sirve el vino.
Es cierto que una vez abierto el vino lo conveniente es terminar la botella; sin embargo, incluso el vino espumoso aguanta más de algunas horas.
Los vinos, si quitamos el oxígeno que estos puedan tener, nos van a durar más tiempo: los tintos robustos hasta un par de semanas, en casos extraordinarios de buen cuidado, meses. Los blancos, igual, unas semanas. Los rosados no más de una semana –ahí no hemos encontrado “casos extraordinarios”-, y los espumosos, aunque no guardan la burbuja –es mito lo de poner una cuchara-, incluso una semana.
Lo que debemos hacer es taparlos (de ser posible al vacío), dejar la botella de manera horizontal y guardar hasta el próximo momento de abrir: y eso sí, una vez que lo vuelvas a abrir, termínalo.
Hay cápsulas especiales para servir el vino sin descorcharlo y que el vino no tenga problemas, esto funciona con vinos más caros (aunque normalmente, mientras más fino sea el vino, es menos lo que se desperdicia).
Evitar perder el vino.
Y bueno, es claro que hay otras maneras en las cuales hemos tirado el vino…
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