Si estás en un centro de consumo –Restaurante, por poner un nombre- y vas a pedir algo de vino, estas son las recomendaciones que te damos.
- Revisa la carta: ¿Qué vas a comer y con qué se te antoja?
- Si no sabes de vino, pide al mesero, chef o sommelier que te ayuden (Si tienen carta con vino, deben tener la noción básica del maridaje de su carta).
- Si no tienen la noción básica de su carta, puedes intentar el básico:
Carnes con tintos, mientras más condimentados, que tengan una mayor guarda –mayor barrica, mayor tiempo en botella-.
Blancas con pescados y ensaladas; algunos mariscos.
El rosado no tiene pierde: va con todo menos cortes de carnes.
- Los vinos adquieren mayor complejidad al tener más uvas y más barrica.
Para hacer la prueba del vino, pide que te sirvan un poco en la copa: No vas a revisar que te guste el vino, vas a ver que esté en buen estado.
¿La temperatura es correcta? Si sientes muy “amargo” el vino, puedes pedir que refresquen el vino.
En caso de que prefieras, pide a alguien más que lo pruebe: Chef, cocina, etc.
¿Ves sedimentos?
No te espantes, los puedes tomar sin problemas.
A menos que sea un vino fortificado, no debe llegar a colores naranja.
El vino “dulcesito” no existe a menos que así lo marque (cosechas tardías, esiwein o ice wine, fortificados como algunos de jerez o Pedro Ximenez, o en la etiqueta digan que son más dulces; algunos lambrusco y Asti); como se darán cuenta, son pocos los vinos dulces; de seguro con el que se confunden era frutal, no tenía un mayor grado de azúcar residual.