Dentro de las limitaciones que pueden existir en el vino, como las Denominaciones de Origen, su existencia en México pasa sin un AVA, una denominación o apelación de origen u alguna reglamentación.
Hablar de vino mexicano de inmediato nos manda a la producción que se hace en Baja California y algunos más experimentados en el ámbito piensan en Ensenada.
¿Entonces qué hay de la producción en otros estados? Guanajuato, Querétaro –uno de los principales productores en vino espumoso y crecimiento en el enoturismo-, Coahuila –con una de las casas más antiguas de producción vinícola DEL MUNDO-, Zacatecas y Aguascalientes.
Algunos expertos en el ámbito del vino explican lo complicado que puede significar tener una denominación de origen en México (como esta columna de René Rentería, entre otros), algunas de las atinadas razones son:
http://sibarita-ef.com/vino-mexicano-necesita-una-denominacion-origen/
1. No hay un cuidado en el manejo de la vid: mientras las Denominaciones de Origen cuidan que se va a plantar, aquí se siguen haciendo experimentos al respecto.
2. El cultivo de vides tiene relativamente poco tiempo, en comparación a otros países que tienen siglos.
3. No se ha hecho ningún registro de plantación: zonas, días de sol, días de lluvia entre otras opciones que son necesarias para conocer del terroir que se encuentren registradas en un documento legal.
4. No contamos con un sector gubernamental que regule: Ni Gobernación, ni Sagarpa ni una asociación de Vitivinicultores ligada al poder para dar voz.
¿Entonces qué nos falta? Para lograr que tengamos un vino nacional, reconocido y a nivel mundial, es necesario unir fuerzas: juntar las diferentes voces, escuelas y asociaciones ligadas a la vid y al vino para lograr una voz única, no sólo la de productores, la de legisladores y la de importadores o catedráticos.
El poder mejorar los precios, hacerlo más competitivo y de calidad será buena opción: un unión para bajar los impuestos –como se viene haciendo, pero con todas las voces, como comentamos anteriormente- podrán ser de mayor ayuda.
Para empezar a reconocerlo, debemos ir a lo básico.
Una implementación legal para la creación de vino en el país.
E iniciar una legislación real y aplicable a todos los productores de vino: sin la necesidad de limitar lo que se produce, pero dando un mejor cuidado a la tierra y a las zonas de cultivo: Crear zonas productoras protegidas para la vid de vino y no cambiar el uso de suelo, ni planearlo, ni venderlo para después negar los permisos de construcción de casas o campos de golf.
Ofrecer apoyos a los productores, crear becas para los estudiantes, hacer promoción de las zonas como parte del turismo, asistir con productos nacionales de alta gama a eventos en el extranjero –como lo hacen las Denominaciones de Origen dentro de México-, hacer la bebida oficial dentro de eventos protocolarios gubernamentales, promover el vino nacional y consumirlo: regalarlo, compartirlo y disfrutarlo.
Es momento, el vino mexicano está despertando: mantengámoslo así y veamos hacia delante desde todos los ángulos en los cuales podemos contribuir.