Por desgracia, sacrificamos a la única persona que sabía ese truco de magia (otros dirán que después de tantos días de fiesta, era agua y la gente estaba en tal estado de ebriedad y resaca de tal manera, que el agua les sabía a vino), así que lo único que nos queda es jugar con la física para cambiar el agua y el vino.
Las densidades nos permiten que el vino y el agua no se mezclen… ¿Lo intentamos?