El vino en cada estación del año: perfecto.
Cálidos rayos de sol bajan de un despejado cielo pintado de azul profundo.
El viento sopla tranquilo y fresco, llevando el perfume del roble que se quema en el asador.Una alberca, el verde pasto y un jazzecito que sale de las bocinas de la casa en la que me encuentro son cómplices perfectos para la reunión que se lleva a cabo.
Todo el jardín se se siente lleno de vida entre las risas, conversaciones, los juegos, las miradas cómplices y algunas guapas mujeres adornadas con sombreros grandes, lentes oscuros y mascadas.
Otras están agobiadas por el sol y se pasean por todo el lugar en bikinis, supongo que la belleza está en los ojos de quien la mira.
Noto un alboroto en la cocina porque algunos están acomodando y marinando los espárragos, las setas y unos suculentos cortes de carne.
Al voltear hacia la barra, que se encuentra del lado contrario, veo algunas botellas de vino que llaman mi atención por su etiqueta, de la cual leo la mágica palabra Merlot.
El calor lo amerita, por lo tanto me sirvo una copa del fresco vino, el cual tiene un plácido aroma a frutos rojos, unas hipnotizantes tonalidades escarlata y un sabor medianamente dulce.
Escuché por ahí que el mejor maridaje para un vino dulce es una buena conversación, por suerte para mí la reunión está llena de personas de las que puedo aprender 2 o 3 cosas.
Entre frase y frase que escuchaba fui notando que el aire comenzaba a impregnarse del aroma de los cortes, que ya estaban en su punto.
Había pasado un tiempo considerable, por lo tanto el hambre no se hizo esperar.
Empezamos todos a acomodarnos en las diferentes mesas que se encontraban en el patio mientras desfilaban platos y copas llenas (esta vez de un Malbec) que se posaban frente a cada uno.
Podría seguir describiendo tan agradable comida, pero dicen que no se experimenta en cabeza ajena, por lo tanto sólo dejaré un pequeño consejo, anímate y haz un poco más de lo que te gusta (o de lo que te gustaría hacer).
