Hay veces que llegar al fin de semana es un completo arte: después de llamadas interminables, los problemas en la oficina, la universidad; la maestría es más complicada de lo que esperabas.
Tu perro ya se enfermó y es lunes.
El martes la junta con el cliente se cambió a las 8:00 PM. Y normalmente sales a las 6:00. Y sabes que aparte de la junta vas a escuchar hablar de los hijos, los gatos, los amigos de ese cliente.
El miércoles no sirvió el refrigerador / microondas / lavadora /plancha /estufa. Tu celular se trabó; el gato tosió sobre el control remoto de la televisión. El jueves perdiste las llaves y el viernes olvidaste el monedero en la oficina.
Por fin, llegas a casa con la idea de que los pendientes pueden esperar un poco. Sólo queda una pregunta.
Quieres. Gustas. Necesitas.
Es momento de una copa de vino para al fin relajarte de todos los problemas que significan.
Si bien en soledad, si es necesario en compañía. Tal vez esa compañía es un teléfono, una película, un amigo, un familiar. Es lo de menos en ese momento de la semana, del día: la hora correcta en la cual los astros se alinearon a descansar lejos de esos problemas.
Por fin es huir de los problemas constantes que la vida va creando: pero sabemos que siempre son necesarios. Sin retos, no tendríamos más que una simpleza de vida. Amas esa adrenalina laboral.
Pero hay veces que es mucho: mucho estrés, mucho enojo, mucha pelea, mucho malo y poco vino.
Queda en casa, piérdete un poco, encuéntrate más. Busca la solución. A veces es necesario una copa de vino. A veces; sin embargo, es necesaria una botella. Respiración boca a boca, le dicen.