En México ven el vino más solemne de lo que es.

Al salir, conocer más y otros puntos de vista nos damos cuenta de que en México, el vino es un mérito, algo solemne de momentos y espacios.

No decimos que no tenga su lado amable, romántico.

Pero en otros lugares del mundo donde sí toman vino de manera constante, no limitan su consumo.

En México tomamos algo cercano a medio litro per cápita. Somos uno de los países que menos consumimos vino. Y lo limitamos a fechas importantes, eventos especiales o que “no se combina” y que “un experto en vino no lo toma así”.

Pues bien, señores, lamentamos decirles que en México tenemos pocos, muy pocos nombres que puedan sonar a nivel mundial en el ámbito vitivinícola:

No tenemos muchos Pedro Poncelis, Jesús Diez, René Rentería y más (por hablar de expertos, de conocedores; por comenzar con gente mexicana en México, no extranjeros que han venido a ayudarnos en dicho ámbito).

Y a los pocos que quieren entrar al vino, ya sea por coctelería o por vinos baratos y dulces los despreciamos… ¡Pues bien, nos quedaremos siendo poco consumidores de vino, poco conocedores de vino!

El otro día comentando con una compañera de España hablaba sin reparo de que en su natal País Vasco, la copa de vino cuesta 1 o 2 euros (entre 17 y 34 pesos mexicanos); en algunos restaurantes en México podemos encontrar copas entre 50 y 80 pesos (sobre todo en la Delegación Cuauhtémoc, por dar un ejemplo). La copa de sangría o de calimoxo en máximo $50.00 (dependiendo el lugar).

Imagina que andas corto de efectivo, quieres una copa y te alcanza bien para un clericot. Pues te compras un clericot.

Algunos dirán que no, que mejor se quede con las ganas, que no lo tome.

Y volvemos a: ¿Qué parte de 500 mililitros per cápita no ven, qué cada copa cuenta? ¿Por qué negarnos a salir de esa soberbia?

Estás son las estadísticas:

La Santa Sede bebió un promedio de 74 litros de vino en el año 2012.

Ese mismo año Francia consumió 28,0 mil hectolitros; Italia 22,6; Estados Unidos 29,2. Esto de acuerdo a cifras del Organismo Internacional del Vino y la Uva (El OIV)… ¿Sabían qué México ni siquiera figura en este organismo, en estas listas –ni como productores, ni como consumidores-?

-La mayoría de los cocteles con vino no fueron inventados en México, se crearon en países que realmente consumen vino, que sí toman “la copa diaria”.

Y no, no vamos a la excusa de precio: El costo de una botella promedio, ya sea de producción nacional o importada es de $200.00; Encontramos más caras pero podemos bien comprar en ese rango de ese precio –incluso menos- y ver algunos vinos de muy buena calidad de nivel nacional o internacional en nuestras tiendas que están entre los $100.00 y $200.00.

Que rinde menos que el tequila u otros destilados, sí, por lo mismo: Se suele mezclar.

Y he ahí otro ejemplo de la falsa solemnidad que hemos creado alrededor del vino:

Mientras otras bebidas igualmente complejas las mezclamos y no hacemos gran alarde de ello, satanizamos a quien lo hace con vino.

¡Ah, pero el vino es diferente! ¿Por? Es que es de calidad.

-¿Están diciendo que tequilas, mezcales, vodka, Whisky,  brandy, cognacs y más, no lo son?

Volviendo a la calidad:
No vamos a mencionar marcas, pero algunas –como la que inicia con “padre…”- nos queda perfecta para hacer algunas combinaciones experimentales de vino con algo más: fruta, refresco, algún destilado.

Y poco a poco esos consumidores del llamado “mal vino” se verán avanzados por sus propios conocimientos hasta encontrar un “buen vino”; estos neófitos pasarán a aumentar esa cifra de 700 mililitros per cápita.

Y es que esto es como todo en la vida: Si no cree en el matrimonio gay, no lo haga; si no le gusta como piensa alguien más, no lo siga en Twitter; si no le gusta el vino mezclado o barato o dulce, no lo tome.

Compartir

También te puede gustar