¿Es importante saber todo de un vino?

En alguna ocasión con amigos (siempre el vino va con amigos, ¿se han dado cuenta?) estábamos pasando unas copas de un tinto exquisito. La verdad no recuerdo más de esa botella. Sólo que era exquisito. Tal vez por la pizza que acompañamos con él, por estar en el suelo comiendo o la compañía.

Hasta que a alguien se le ocurrió preguntar qué vino era. Nadie sabía.

¿Dónde lo compraste? ¿Por qué lo compraste?


 

Vamos, las preguntas básicas para un amante de vino.

No lo sabíamos. De seguro en alguna ocasión salí, me gustó la botella, lo que me dijeron del vino, la historia del viñedo que me inventaron –o me contaron del heroico momento en que el viñedo pasó a ser parte del vinicultor que con tanto amor lo cuida-; quizá sólo el destino me dijo “llévate la botella, llévate la botella” y dije “ok”; quizá vi a alguien comprarla.

Esas razones, que entre risas compartíamos no fueron de agrado a nuestro amigo.

¿Cómo que compras vino y no sabes ni qué uva es, qué año?

No, no lo hice. Y no me arrepiento.

Tal vez era una cepa que no me gustaba, una región que evito, una combinación de cepas que no me guste. ¿Importaba ya?

Después leímos la etiqueta (como habíamos decantado el vino pues tenía algunos sedimentos, no teníamos la botella cerca) y descubrimos que efectivamente, si hubiera leído la etiqueta no lo hubiera comprado. Era un vino de la Denominación Toro; un español que a mi jamás me había gustado… Hasta ese momento.

Entonces nos propusimos degustar vino por ser vino.

Una vez a la semana, los presentes, en caso de ser posible, reunirnos con un par de botellas sacadas de cualquier lado: Tienda, supermercado, autoservicio, bodega, etc.

Con una condición: comprarla porque sí.

El rango de precio que decidimos iría variando, pero de momento sería entre los 80.00 y los 300.00. Nada más barato de 80.00 ni más caro de 300.00.

El reto es llegar, sin ver –pero viendo- que botella nos vamos a llevar.


La que sea. Sin importar región, vino, uva, enólogo, historia: Nada. Sólo porque nos gustó el nombre, la botella, quien la compró antes de nosotros, porque dijeron que esta bueno; todas las otras razones por las que compras algo que no sea vino.

Después iríamos descubriendo más sobre el mismo: las fichas que evitamos de manera previa.

Y la verdad ha sido un experimento bastante apreciable. Hemos topado vinos interesantes y otros más… que fueron un buen clericot.

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