Cada vino tiene características que en muchas ocasiones podemos apreciar desde la vista: por ejemplo, al ver un color muy brillante, tonos violetas e incluso reflejos azulados o rojos cereza, significa que es un vino de gran jovialidad.
En caso de tener un vino que da toques marrones, café o amarillo muy oscuro, puede ser un vino de gran edad: eso incluye los vinos generosos (como los de Jerez), los tintos y los blancos. En el caso de un vino tranquilo blanco joven con esas tonalidades, podemos hablar de un defecto (el vino ya no es bebible), al contrario de un vino generoso como un oporto, que puede tener colores oscuros y marrones.
Dentro de los puntos importantes para hacer una cata, encontramos el primero: la vista.
Debemos poner la copa de lado frente a nosotros, con un fondo blanco abajo y una buena luz.
Es erróneo revisar el vino de frente, a la altura de la vista.
Aquí podremos ver si tiene sedimentos el vino, el color, la densidad (que tan “espeso” se ve el vino, también conocido como las lágrimas del vino), la calidad de las burbujas (si son fluidas y rápidas por ejemplo); Y en caos de vinos tintos, la capa o profundidad (del 1 al 5, ¿puedes ver tu mano del otro lado de la copa?).
Como comentamos en un principio, esto nos permite saber mucho de nuestro vino:
¿Es joven? ¿Tiene envejecimiento? ¿Es bebible o su color demuestra decrepitud?