La etiqueta como la firma de un artista.

¿Te imaginas que la etiqueta lograra significar todo lo que necesitas de un vino?

Que el vino fuera comprado por razón de la etiqueta. Que el saber el enólogo, de conocer de donde viene, que la firmaran. Casi como un la portada de un libro: que nos dijera parte de la trama (como muchas editoriales lo están haciendo, como algunos de los grandes ilustradores logran plasmar en los libros).

Que una pintura no fuera importante por ser una pintura hermosa o elegante; o que nos logre conmover o sentir. Poder lograr un sentimiento por ella misma. Que la firma nos dijera lo que el autor nos explica. Que si el autor de esa pintura el Klimt, es Vermeer, o Degas; si es Frida Kahlo o Remedios Varo.

Imagina que en lugar de etiqueta de vino, de enólogo fuera una canción y supiéramos que es buena por quien la compuso: si es Bach, Bethooven o Wagner.

Saber que el vino fue escrito por Miguel Cervantes Saavedra o si tiene un corte moderno y es de Amado Nervo. Si es corto como un cuento de Horacio Quiroga o tantas caudalias como Marcel Proust en Busca del Tiempo Perdido.

Leyendo un viejo artículo de James Suckling Uncorked en Wine Expectator viene algo así:

As we were enjoying the Mexican wine, Alex told me that it was a shame that people were so influenced by the label. “A wine like this would never be taken serious by many people,” he said. “It’s like art. Some people only believe a good painting is good when they see the signature of the artist.”

(Mientras disfrutábamos del vino mexicano, Alex me dijo que sentía lástima de la gente tan influenciada por la etiqueta. “Un vino como este nunca va a ser tomado en serio por muchas personas”, dijo. “Es como el arte. Algunas personas creen que la pintura es buena cuando ven la firma del artista”).

Y muchos por ello, por la etiqueta se van directo a la yugular del trabajo ajeno: no son capaces de disfrutar un buen vino o un buen momento por la falta de premios de este. Lo peor de esta parte del gremio (conocedores o sólo faroles), es el limitante mundo del vino que muestran a los demás y como impide crecer más el mundo alrededor de él.

Sí, esta crítica va para aquellos que “se quejan de la pronunciación”, que no les gusta salir con alguien porque “no sabe de vino” y que se quejan de “los que no toman vino”.

Por cierto, la nota original habla de un vino mexicano: Un cabernet franc con merlot del 2000, Chateau Camou.

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