Al contrario de muchos productos que deben marcar la fecha de vencimiento o consumo preferente, el vino no lo tiene. ¿La razón? Cada vino es independiente.
Esto es por el tiempo de envejecimiento o guarda que el vino puede tener: así como algunos vinos no deben tener más de 2 o 3 años en nuestra barrica, otros deben ser conservados más tiempo para que valga la pena la inversión en ellos.
No hay una forma de saber exactamente cuando es el mejor momento para tomarlo, pues si va cambiando por el clima, la variedad utilizada, la añada, el tipo de elaboración y las condiciones en las cuales se conserva.
Recomendaciones generales:
Los vinos blancos se suelen conservar no más de 2 o 3 años; pocos como el chardonnay o riesling podrán aguantar más tiempo, aunque el consumo preferente es de 3 a 5 años y no más.
Si es un gran vino que pueda aguantar perfectamente la crianza de 10 años en botella, suele venir marcado en el producto.
Aún cuando sean blancos con barrica, lo ideal es no dejarlos mucho tiempo en gaurda.
Los tintos jóvenes no más de 3 años.
La dinámica general de los tintos es que a más barrica más años. Aunque no hay una fórmula general, podemos hablar de un cabernet sauvignon con 12 meses en barrica que nos dure hasta 10 años en buenas condiciones de cava.
Y aunque no es regla general, los vinos con color más claro (como la garnacha), tendrán una duración menor -2 a 3 años- que un vino de mayor coloración –como un tempraillo que sin barrica nos puede bien servir en 5 años a partir de su vendimia-
Los espumosos, a menos que sean Grandes Champagnes o cavas muy cuidadas, no más de 3 años.