México es un país de cultura vinícola reciente; no más de 100 años de vino nos respaldan al contrario de otros países como Argentina (1870 ya tenían una producción, aunque muy rústica), Chile (a mediados de 1800 ya contaba con producción), Uruguay (aunque en el siglo XVII ya había vino, no fue hasta 1870 –aproximadamente- que se habla de vino en la zona) o Australia (finales de 1700, principios de 1800). Y ya ni hablar del “viejo mundo”, como Italia, España, Portugal (quienes cuentan con las primeras legislaciones en vino), Alemania, Francia y norte de África que llevan siglos haciendo vino.
A todo esto, cada uno de estos países no sólo cuentan con vinas autóctonas –incluso por zona-, sino uvas que se producen mejor en sus zonas.
Malbec que se ha convertido en el ejemplo argentino, Chile que se apropió con el re descubrimiento de Cármènere, Uruguay y Tannat entre otros ejemplos se hacen parte del imaginario popular vinícola.
¿Y si hablamos de México? ¿Qué uva podremos distinguir?
Las blancas, que son discriminadas en comparación al vino (pues es menos consumido, para dar un ejemplo), no son variedades llamativas aún aunque en la zona de Querétaro es lo que principalmente se planta e incluso, la mayor producción de vinos espumosos está aquí.
Pero si tuviéramos una uva que sea la característica… ¿Cuál sería?
En este punto habrá que aclarar la posible queja: Casa Madero. ¿Cómo podemos hablar de una “inexistente” cultura del vino con una de casas vinícolas en nuestro país más viejas del mundo.
La razón: aunque Casa Madero es uno de los más grandes legados del vino y está en México (Parras, Coahuila), no es que haya una cultura del vino por ellos.
Es verdad, no la perdimos y es una de las grandes tradiciones del país, pero si somos honestos, no es que Casa Madero haya hecho lo que pasa con el tequila o la cerveza en nuestro país que daba abasto a todo y todos.
Y bien, esa cultura de vino es reciente, no tiene más de 10 o un máximo de 20 años que hemos regresado al vino y poco a poco deja de ser un grado de estatus –como en algún momento lo fue- para pasar a ser algo de toda persona, en todo día (sí, parecido al fenómeno que estamos experimentando con la mayoría de las bebidas en nuestro país: pulque, mezcal e incluso tequila eran para diferentes estratos sociales, hasta que ahora los encontramos a 50 o 100 pesos el caballito en casi cualquier bar o cantina).
Uno de los grandes promotores del vino en México sin saberlo y poco a poco, fue L.A. Cetto y más con su joya para todo precio: Nebbiolo.
Poco a poco ha sido de las uvas plantadas y excelentes del terroir mexicano.
Sí, tenemos muy buenos cabernet sauvignon… nadie va a negar su gran calidad, pero ante la complejidad de los nebbiolos y las características especiales que han logrado en este suelo se convierten en una de las mejores opciones en vinos que va tomando buen camino a nivel internacional.