Los vinos y el menú.

En este caso vamos a poner la relación entre un vino y los alimentos que podemos ir llevando de acuerdo a un menú.

Entremés

Vamos con platillos que suelen ser fríos: vinos blancos para ostras y mariscos; tintos jóvenes para fritos (como calamares fritos, algunas tapas), así como para embutidos.

Sopas.

aunque no es muy común hacer un maridaje de sopas, podemos ir por un jerez seco para un consomé o un blanco para la sopa que representa el único plato dentro del servicio.

Entradas.

Con vinos blancos o rosados, como arroz, algunos pescados o aves.

Pescados o mariscos.

Vinos blancos pueden ser la opción; abocados si tienen salsa. Secos si son a la plancha o la parrilla y vinos tintos ligeros o rosados para alguno de sabor fuerte o con una salsa obscura.

Plato fuerte.

En general, van con vinos tintos: ligeros si son aves o carnes blancas al horno o a la parrilla. Si van con salsas vamos por un vino tinto con más tiempo en barrica.  Vinos robustos serán acompañados por carnes rojas asadas, platos de caza como ganso o conejo.

Ensaladas.

Las ensaladas son algo que debemos tener cuidado; dependen en especial de la vinagreta aderezo que llevan, y puede que el vino desaparezca ante la potencia. La recomendación es que los balsámicos vayan con tintos y las vinagretas cítricas con vinos blancos.

Postres.

El último y a veces de o más delicioso. Aquí podemos ir por burbujas: un cava, una champagne, algún otro espumoso; un vino tardo, un icewine o un vino blanco dulce; tal vez un oporto, un jerez.

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