Para la humedad no es necesario el agua.

Siempre que tenemos un vino e investigamos al respecto, nos enteramos que necesita humedad para que esté bien. Sin embargo ¿cuánta humedad es suficiente?

Dado que podemos meter los vinos a refrigeradores especiales, en nuestra cava o sótano; a veces hasta dudamos si es una buena opción porque necesitamos algo especial para mantener la humedad.

En alguna ocasión hasta escuchamos si era necesario tirar o poner agua donde tenemos los vinos. La respuesta correcta a eso es ¡No, nunca! ¡Jamás!

En caso de que tengamos nuestro vino en una cava especial, con eso está bien; no necesita más. Algunas personas los tienen dentro aunque no pongan la temperatura que debe tener; ya con eso está bien. Es hermético y permitirá que el vino se encuentre en buenas condiciones.

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De acuerdo a Paasel, la humedad promedio en El Valle de México es de 35%. De ahí podemos tomar un parámetro de manera artesanal para nuestros hogares.

Si lo tenemos en un sótano, con que podamos respirar bien nosotros al entrar, será buena medida. Si al entrar al lugar sentimos “seco” el ambiente, puede que sea necesario cambiar donde tenemos los vinos (los corchos pueden sufrir las consecuencias al respecto).

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De hecho, si tenemos un exceso de humedad, podemos lastimar más nuestro vino mientras se encuentra en la cava que realmente conservarlo en buen estado. 

Claro, que si los vinos que tenemos no son de corcho y son de tapa rosca, no tendremos estos problemas. En ese sentido, sólo debemos evitar cambios bruscos de temperatura y la luz directa.

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Aromas que evolucionan.

De acuerdo a la edad del vino podremos encontrar aromas en él. En algunas ocasiones, estos nos hablarán de la edad del vino (independientemente de los aromas que cada vino contiene en sí, como los que tiene la cepa).
Es curioso como el vino no nos recuerda a la uva al momento de tomarlo y ser justamente de donde viene. Se dice que es la única fruta que puede asimilar aromas ajenos, como los siguientes, de acuerdo a si es blanca o tinta:
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Académicos detallan en un libro la historia prehispánica del mezcal.

Un grupo de académicos del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó un libro sobre una investigación etnoarqueologíca que aborda la historia prehispánica del mezcal.

La publicación “El mezcal, una bebida prehispánica. Estudios etnoarqueológicos” la realizaron los investigadores Mari Carmen Serra Puche y Jesús Carlos Lazcano Arce.

Los académicos exploraron por más de 10 años la historia de la bebida para probar cuál fue el proceso de destilación durante la época prehispánica en México.

El estudio ofrece un enfoque antropológico para determinar las funciones del mezcal en el control y reproducción social, así como su ocupación en rituales o ceremonias, junto con los procesos de producción y los tipos de mezcal que hay en México.


La investigación, que contó con el apoyo del Conacyt, nació cuando los académicos se encontraban en la recopilación de información acerca de las unidades habitacionales de los pobladores en Xochitécatl Cacaxtla, en Tlaxcala.

Los profesores descubrieron durante las pesquisas hornos y ollas dentro de horadaciones, los cuales exhibían tipologías diferentes a las tradicionales, detallaron los investigadores en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Eso nos llevó a investigar si en otros sitios arqueológicos del estado de Tlaxcala se encontraban hornos y ollas con estas características, pero no fue así”, explicó Lazcano Arce.

“Ya que casi toda la evidencia encontrada tenía que ver con producción de cerámica, y los hornos que nosotros encontramos no eran para producir cerámica porque no había evidencia de esta alojada en ellos”, agregó.

Los resultados de los análisis y estudios químicos determinaron la presencia del maguey en ambos, lo que llevó a los investigadores a crear la hipótesis de que los hornos y ollas encontrados se usaron para la manufactura de mezcal.

Lazcano Arce mencionó que no dimensionaron el impacto de su investigación, ya que la historia señala a los árabes como los inventores del proceso con la fabricación de los alambiques, los cuales son llevados a España, y en la época de la Colonia llegan a México para aplicar el método.


 

Los académicos realizaron otra investigación para confirmar si en otras regiones del país y Mesoamérica existieron estos hornos, la respuesta fue afirmativa al examinar los estudios hechos por el arqueólogo estadunidense Charles Di Peso.

Di Peso documentó en Casas Grandes, Chihuahua, la presencia de hornos que fueron utilizados para producir mezcal, sin embargo, no se le dio mayor seguimiento a la investigación, dijeron los investigadores.

Vía Notimex.

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“Queso tipo” o “tipo queso”.

Al comprar lácteos, sobre todo los quesos, la recomendación es leer las etiquetas.

Cuando un empaque tiene por escrito “queso tipo”, significa que es queso y está hecho por un proceso especial, pero no cumple con reglas de denominación, por ejemplo:

Queso tipo manchego, provolone, parmesano.

Estos quesos son de denominación de origen: de una zona, con un tipo de lácteo (de acuerdo al animal, se hace el queso –cabra, vaca, etc-; si no cumple con alguna de las partes, pero el proceso es similar o igual pero no es la zona de elaboración, en la etiqueta viene marcado como un “queso tipo_____”.

Si en la etiqueta viene marcado como “queso_____” significa que es el queso que menciona: Sí cumple con la reglamentación –en caso de tenerla-, como pasa con el queso panela.

¿Han escuchado comerciales mencionar que sus quesos… vienen de queso?

Pues es verdad, pasa.

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Esto significa que no son queso, sino derivados de queso y por lo cual, deben tener en la etiqueta marcado como “tipo queso”.

Leer de qué está hecho lo que vamos a comer es un paso importante dentro de nuestra alimentación diaria. Evitar comer o consumir, comprar o adquirir productos que realmente no tienen una calidad alimenticia.

 Este consejo es aplicable a la mayoría de los alimentos.

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Cuando el alcohol mejora tu memoria

¿Beber para recordar? En ciertos casos, el alcohol pude hacer que recordemos lo que de otra forma nos sería más difícil guardar en la memoria (sobre la memoria dependiente del estado).

Una buena memoria es quizás el signo más claro de inteligencia, y a lo largo de la historia el ser humano ha desarrollado complejos sistemas para mejorar esta facultad –los más “memorables”, quizás, fueron el arte de la memoria de giordano bruno y el teatro de la memoria de giulio camillo. Uno no pensaría incluir al alcohol como un elemento o un truco que permite aumentar esta facultad, sino más bien lo contrario: asociamos al alcohol con el olvido y la obnubilación. Ciertamente hay algo de esto, pero en algunos casos beber alcohol puede hacernos recordar cosas que de otra forma serían más difíciles de rememorar. Esto es debido a lo que se conoce como memoria dependiente del estado o memoria del estado específico.


 

El neurocientífico dean burnett escribe:

El contexto externo ayuda a recordar una memoria; tienes más posibilidad de recordarla si te encuentras en el mismo ambiente en el que la memoria fue adquirida. Pero, y esto es lo genial, esto también aplica al contexto interno, o estado, por eso el recuerdo dependiente del estado. Para decirlo de manera sencilla, las sustancias como el alcohol o los estimulantes o cualquier cosa que altere la actividad del cerebro traen un estado neurológico específico.

Este estado neurológico específico se codifica junto con el contenido de la memoria. Por ejemplo, es más fácil que nos acordemos de algo que pensamos cuando estábamos en la cocina preparando la cena si regresamos a la cocina y hacemos lo mismo, y lo mismo ocurre –como un medio ambiente interno– cuando bebemos una cerveza y pensamos en algo: nos será más fácil recordarlo si bebemos una cerveza también.

Las memorias van reforzando las memorias en espirales ascendentes y descendentes conforme a su propio código mnemónico. “si aprendes algo cuando estás de mal humor, es probable que lo recuerdes luego cuando estás de mal humor otra vez”. Lo mismo puede aplicar a un estado de ánimo positivo, lo cual abre la puerta a una disciplina del reforzamiento de la memoria como método para el desarrollo personal.


 

Burnett explica que en ciertos casos un vaso de vino puede mejorar la memoria –por ejemplo, si nos queremos acordar de lo que nos dijo una persona cuando bebimos vino con ella. Pero esto no significa que sea recomendable beber para recordar (contrariamente al famoso dicho de “beber para olvidar”), especialmente porque si lo hacemos seguido ya no podremos rememorar nada cuando no estemos borrachos. Pero sí tiene una aplicación un poco más sana para el café o para algunos hábitos de estudio, por ejemplo estudiar mascando un chicle y mascar un chicle durante un examen.

El doctor ernest lawrence rossi escribe sobre la memoria dependiente del estado:

Vía pijama surf.

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¿Este vino se podrá guardar?

Si estas tomando un vino y se te antoja para un futuro evento… mejor piénsalo bien.

Hay muchos vinos que durante mucho tiempo se hacen; etiquetas que con el paso de tiempo siguen existiendo y los podemos tener a la mano. Otros vinos, que están lejos de ello: es raro incluso tenerlos en nuestras manos.

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Algunos más tenemos la oportunidad de guardarlos y cuidarlos en nuestra casa.

Llega a pasar, que el vino que estamos tomando, se nos antoja para un evento lejano: dentro de unos años algo que sabemos, va a pasar y este vino que tenemos en las manos se nos hace una buena opción para ese momento. ¿Nos aventamos y compramos esas 5 cajas?

Sí:

  • Si es un vino que podemos guardar para entonces y en ese tiempo no se va a perder su calidad. Si mejora, si tiene esa capacidad de guarda, adelante.
  • Tienes el espacio para ponerlo en la calidad necesaria.
  • Si sabes que tus invitados van a disfrutarlo. Al final de cuentas, para eso es, para disfrutarlo. Piensa si tus invitados conocen o gustan del vino.

No:

  • Es un vino joven que no te va a aguantar para esa fecha, no lo hagas.
  • No estás seguro si se podrá.
  • Si te gusta como sabe. Significa que lo quieres como lo has adquirido. En ese lapso de tiempo evolucionará y no será el mismo vino.
  • Si tus invitados no van a apreciarlo; sabemos que haces por ti la fiesta, pero el alcohol es para ellos. ¿Estás seguro de qué vale la pena la compra?
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¿Es importante saber todo de un vino?

En alguna ocasión con amigos (siempre el vino va con amigos, ¿se han dado cuenta?) estábamos pasando unas copas de un tinto exquisito. La verdad no recuerdo más de esa botella. Sólo que era exquisito. Tal vez por la pizza que acompañamos con él, por estar en el suelo comiendo o la compañía.

Hasta que a alguien se le ocurrió preguntar qué vino era. Nadie sabía.

¿Dónde lo compraste? ¿Por qué lo compraste?


 

Vamos, las preguntas básicas para un amante de vino.

No lo sabíamos. De seguro en alguna ocasión salí, me gustó la botella, lo que me dijeron del vino, la historia del viñedo que me inventaron –o me contaron del heroico momento en que el viñedo pasó a ser parte del vinicultor que con tanto amor lo cuida-; quizá sólo el destino me dijo “llévate la botella, llévate la botella” y dije “ok”; quizá vi a alguien comprarla.

Esas razones, que entre risas compartíamos no fueron de agrado a nuestro amigo.

¿Cómo que compras vino y no sabes ni qué uva es, qué año?

No, no lo hice. Y no me arrepiento.

Tal vez era una cepa que no me gustaba, una región que evito, una combinación de cepas que no me guste. ¿Importaba ya?

Después leímos la etiqueta (como habíamos decantado el vino pues tenía algunos sedimentos, no teníamos la botella cerca) y descubrimos que efectivamente, si hubiera leído la etiqueta no lo hubiera comprado. Era un vino de la Denominación Toro; un español que a mi jamás me había gustado… Hasta ese momento.

Entonces nos propusimos degustar vino por ser vino.

Una vez a la semana, los presentes, en caso de ser posible, reunirnos con un par de botellas sacadas de cualquier lado: Tienda, supermercado, autoservicio, bodega, etc.

Con una condición: comprarla porque sí.

El rango de precio que decidimos iría variando, pero de momento sería entre los 80.00 y los 300.00. Nada más barato de 80.00 ni más caro de 300.00.

El reto es llegar, sin ver –pero viendo- que botella nos vamos a llevar.


La que sea. Sin importar región, vino, uva, enólogo, historia: Nada. Sólo porque nos gustó el nombre, la botella, quien la compró antes de nosotros, porque dijeron que esta bueno; todas las otras razones por las que compras algo que no sea vino.

Después iríamos descubriendo más sobre el mismo: las fichas que evitamos de manera previa.

Y la verdad ha sido un experimento bastante apreciable. Hemos topado vinos interesantes y otros más… que fueron un buen clericot.

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Parrillada vegana.

Encontramos estas opciones deliciosas para los amigos que no comen carne y quieren hacer una parrillada. Esta es la opción para cocinar algo rico.

Tofu

Bloque de tofu duro

Preferiblemente tofu duro prensado en casa (lo sacas del paquete, lo envuelves con papel de cocina y le pones un plato con peso encima, uno o dos kilos, durante al menos una hora, para drenar bien el agua y que nos quede un bloque compacto). La consistencia del tofu blando hará que se nos rompa y desperdigue por toda la parrilla, así que mejor no lo uses.

Después de prensar el tofu puedes marinarlo si quieres que tenga más y mejor sabor. No lo cortes en trozos muy pequeños, piensa que tiene que asarse bien en una superficie enrejada.

Para evitar que se rompa atraviésalo de lado a lado con dos brochetas de bambú (previamente dejadas en remojo con agua para que no se quemen).

Podemos mejorar aún más el sabor marinándolo antes de ponerlo a la parrilla y añdiendo de vez en cuando alguna salsa rica en azúcares mientras se hace, pincelándolo suavemente. Funcionarán muy bien las salsas para barbacoa, yakitori y teriyaki. No olvides engrasar bien la parrilla antes de poner el tofu y tener a mano una espátula para darle la vuelta.

Hamburguesas veganas

No todas las hamburguesas nos servirán ni nos quedarán igual; dependiendo de los ingredientes que la compongan podrá romperse, deshacerse, quedar dura o quedar seca a la hora de aplicar un método de cocción como es la parrilla, que es calor intenso seco.

Para una buena hamburguesa vegana para a las brazas es imprescindible utilizar ingredientes contundentes, como el gluten de trigo, que apelmacen bien, y que hagan una hamburguesa que no necesite ser congelada para poder cocinarla sin que pierda su forma. Hay que controlar también la cantidad de ingredientes que retengan la humedad para evitar que se nos sequen y queden duras en la parrilla.

Otra solución a esto es utilizar bandejas y sartenes para parrilla, con las que podemos calentar bien las hamburguesas aunque sean congeladas, evitando que se rompan, se partan o se peguen y aún así consiguiendo el sabor característico de la comida calentada al carbón.

Soja texturizada

La soja texturizada gruesa, en trozos o filetes de soja se pueden aprovechar para la barbacoa teniendo cuidado. Primero hay que hidratarla bien, preferiblemente con una buena marinada en agua templada o caliente (para que se hidrate rápido y conserve el sabor) y después es preferible utilizarla en brochetas mejor que directamente al grill. Aunque la hayamos hidratado su estructura esponjosa hará que se evapore mucha más agua más rápidamente cuando la pongamos al calor de las brasas, así que mejor en brochetas, acompañada de otros ingredientes, y con alguna salsa para que se dore rápido y quede tierna y jugosa. Pon las brochetas con soja texturizada en una zona con calor medio o indirecto.

Información de Gastronomía Vegana.

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