Kavalan ha ganado el premio “Worldwide Whiskey Producer of the Year” (productor de whisky del año) de la prestigiosa Concurso Internacional de Vinos y Bebidas Espirituosas (IWSC).

Este año, el IWSC creó siete títulos de “Productor del Año” de bebidas espirituosas: brandy, ginebra, licor, ron, whisky escocés (scotch) y vodka, así como whisky internacional.

El director ejecutivo de Kavalan, el Sr. YT Lee señaló que Kavalan había ganado el título de mayor prestigio.

“Hemos ganado el premio Asia Pacífico en cuatro ocasiones. Recibir este nuevo premio nos llena de humildad y solo hace que estemos más decididos a producir un whisky incluso mejor”, afirmó el Sr. Lee.

Otros premios que se entregaron fueron:

Solist Port Single Cask Strength (Solist Port de barrica única) –

Medalla extraordinaria de oro

Solist Vinho Barrique Single Cask Strength (Solist Vinho de barrica única) – oro

Solist Fino Sherry Single Cask Strength (Solist Fino Sherry de barrica única) – oro

Concertmaster (maestro de conciertos) – oro

ex-Bourbon Single Cask Strength (ex-bourbon de barrica única) – oro

En 2015, Kavalan obtuvo el “World‘s Best Single Malt Whisky” (mejor whisky de malta única del mundo) de los prestigiosos premios World Whiskies Awards (WWA) por su Kavalan Solist Vinho Barrique y en 2016, el “World‘s Best Single Cask Single Malt Whisky” (mejor whisky de malta única y barrica única del mundo) por el Solist Amontillado Sherry Single Cask Strength.

¿Han pensado alguna vez porqué la botella de vino es de vidrio? Aunque muchos piensen que es estético, la verdadera razón es otra.

Ahora podemos encontrar empaques de otras formas, como el tetrapack o la lata, pues los procesos de industrialización han cambiado mucho y podemos lograr vinos bien hechos -que es diferente a buenos o de calidad- en estos empaques.
Aún así, seguimos prefiriendo la botella de vino para evolucionar el vino, así como el corcho (el cual, como hemos hablado en otras ocasiones, no es que haga un vino “mejor”, sólo logra una evolución diferente).
 

En el mundo se vende mucho vino: aunque México es de los menos consumidores, poco a poco hemos llegado a mejorar los números. De acuerdo con ShareaCamper, incluso ya vamos en 1.2 litro por persona.

Este estudio incluye vino blanco y tinto alrededor del mundo y el costo que cada uno de ellos tiene.

De acuerdo con este estudio, somos el puesto 53 –de más barato a más caro- y estamos con un promedio de 15.84 el vino local y 20.99 el vino importado: precio Euro; en pesos sería alrededor de 380.00 el de la zona y 503 el importado.

El país que tiene el costo de vino más barato –el número 1 en esta lista- es Paraguay. Así es, paraguay con un precio promedio de botella es de 6.74 euros –en pesos mexicanos es cerca de $161.76 -.

Debemos tomar en cuenta que esto se refiere a un costo promedio de los vinos que se encuentran en ese país: es por eso que algunos precios pueden parecer más altos.

Sin pretender ser competencia con bebidas tradicionales como el tequila y el mezcal, la raicilla resulta ser una bebida alcohólica que guarda la tradición de 16 regiones del estado de Jalisco para convertirse en uno de los orgullos de dicha entidad.

Y es que desde su proceso de elaboración hasta su mismo envasado y combinación son muestra del ingenio mexicano por rescatar una tradición que ha ido de la mano de las ya conocidas bebidas espirituosas nacionales.

No por nada las mismas comunidades que se encargan de elaborar este brebaje de respetables cualidades guarda con celo la fórmula para su elaboración, muy similar a la del tequila. Como nos comparte Antonio Mejía, productor y promotor de la tradicional bebida jalisciense, este producto es extraído de una de las tantas variedades de agave con que cuenta el país, y que es conocido como lechuguilla.

En entrevista con Notimex el productor explica que esta planta se da perfectamente bien en el campo junto a la roblada y para su aprovechamiento se requiere de esperar un razonable tiempo de ocho años para obtener su madurez.

Es entonces que se le corta el quiote (flor) y las hojas y se le cocina en un horno de piedra, el cual se elabora rústicamente en la tierra, cavando un hoyo en el cual se introducen la leña, las piedras y el corazón de la lechuguilla. Posteriormente y una vez cocida, se le retira del horno y se le machaca para luego depositarlo en un contenedor de madera donde se le deja por cinco o seis días más en espera de su fermentación.

Finalmente ya fermentado es sometido a un proceso de destilación similar al del tequila, con la diferencia de que el producto final resulta ser una bebida cristalina, incluso más transparente que el agua y con 65 por ciento de grados de alcohol.

Antonio Mejía nos comparte que una de las particularidades de esta bebida es que puede tomarse sola o incluso, para paladares menos tolerantes al grado de alcohol se les pueden ofrecer opciones de bebidas de raicilla con café, paciflora, mandarina, naranja y cuastecomate, entre otros frutos cítricos. Ello permite incluso la elaboración de bebidas que resultan ser medicinales o remedios naturales para combatir el “mal genio”, dolor de cabeza y problemas respiratorios como congestión y tos crónica.

Tal es el caso de la bebida de cuastecomate, que es utilizada para la tos crónica y el asma, con resultados bastante satisfactorios según testimonio de quienes han probado la bebida.

No faltan los digestivos como la raicilla de café, cuyo licor es el resultado de la combinación de café, cacao y vainilla silvestre del lugar y que dan por resultado una bebida agradable y dulce al paladar. Pero para beber hace falta saber, nos aclara Mejía en tono alegre, pues como el mismo nos revela, en lugares como Tlapa de Allende se le suele beber como si de agua se tratara, ya que por sus mismas cualidades “no genera cruda” ni efectos molestos como otras bebidas espirituosas.

“Es un producto que por tradición debe ser fuerte, y se bebe con estilo, tomando un trago y cerrando los labios para luego dejarlo pasar por la garganta, respirar por la nariz y exhalar por la boca, solo así se aprecia su verdadero sabor tonificante”, concluye alegre.

Notimex.

Ahora que regresamos a esa época del año del Beaujolais, les comentamos que existen vinos realizados por un proceso llamado “maceración carbónica”, dentro del cual, entra este vino.

También se le conoce como “fermentación de uva entera” y suele hacerse para vinos jóvenes y altamente frutales. ¿Se animan a conocer más?

Vamos a clasificar lo que un “buen vino” debe tener. No vamos al concepto de “si te gusta es bueno”, pues ¿entonces todos lo son? ¿Por qué, entonces no todos tienen medallas?
Vamos al sentido estricto.

Un buen vino: Son los vinos equilibrados, atractivos, fáciles de beber y que no tienen defectos.

Equilibrio.
Cuando el sabor, el ataque en la boca, la acidez y los taninos (en caso de tenerlo), logran una armonía al momento de beberlo.
Si un vino tiene la capacidad de ser bebido sin dificultad al cumplir su periodo –desde el momento en que se abre, hasta el que es bebido –con o sin decantación, de acuerdo al caso-, se logra calificar como un vino con equilibrio.

Atractivos.
De la vista nace el amor y la manera en que un buen vino está construido tiene que ver con ello: no debe ser un vino que en nariz, boca o a la vista se encuentre mal. Por mucha evolución que pueda tener el vino, debe cumplir con los parámetros de “buen color”.

Fáciles de beber.
Si sientes que el vino “raspa” al tomarlo, lo más seguro es que no sea un buen vino y debas dejarlo. Tras una decantación, en todo caso ¿sigue “lastimando” al tomarlo? Mejor es dejar el vino.

Defectos.
Aromas a corcho y color naranja (todos, menos los tardos o generosos y algunos dulces). No hay burbuja en los espumantes o la hay en tranquilos.