Al contrario del común denominador: tomar mucho vino no significa a fuerza que seas un experto en vinos.
El gran error que muchas personas cometen es que al saber de alguien que consume vino, piensan en automático que esa persona es experta en vino: cepas, maridajes, combinaciones y que van a saber todo alrededor del vino.
-Oye a ti qué te gusta el vino, ¿sabes cuál es uno de etiqueta roja con el nombre en blanco?
-No
-Pero ¿sabes de vino, no?
-No mucho.
-¿No que tomas vino?
-Sí, pero no sé cual es de etiqueta roja.
-Fue en una cata de un restaurante que está sobre Insurgentes y de seguro conoces, tienen muchos vinos.
-No.
-¿No sales mucho?
-¡Pero no conozco todo el DF, todas sus catas y todos los vinos!
El tomar de vino significa que toma vino; que gusta de su compañía. Punto.
No tiene porque ser una persona que –necesariamente- te va a poder hablar de todos los tipos de vino, etiquetas, cepas y más.
Incluso, hemos conocido personas que toman vino: el suficiente antes de llamarlo “alcoholismo”, pero se quedan dos pasitos atrás; y siempre el mismo, sin cambios.
Tampoco te va a poder dar una cata ni todos los sentidos técnicos del vino.
Te puede hablar de su vino, porque le gusta, su historia con él, como se conocieron.
Suena a una relación, ¿verdad? Y así es: No por estar enamorado sabes todo del amor; no sólo por tomar vino sabes todo del vino.
Para ello, hay personas especializadas en el vasto mundo vinícola: Sommeliers, críticos de vino, enólogos tendrán una buena capacitación para hablar del vino en general.
Otros tendrán sólo la grata tarea de disfrutarlo.