Aunque son dos uvas totalmente diferentes, son de las favoritas en el mundo de los tintos. ¿Qué tienen de diferente y qué de parecido?
El cabernet Sauvignon es el rey de los tintos; sin embargo a algunas personas no les gusta por la potencia que en él podemos encontrar. Es fuerte, tánico y con astringencia marcada y acidez presente. No es un vino fácil y mucho menos un vino con el cual poder iniciar.
Por su parte el Pinot Noir es un vino más fresco, si no es totalmente ligero (como puede ser un gamay), si es un vino que sin barrica, es sencillo de beber sin tener más complicaciones.
En el caso del Cabernet hay que pensar en maridaje: la idea de disfrutarlo solo es más complicada. Bien puede ser un mole, un trozo de chocolate, frutos secos y quesos maduros o un corte de carne, pero no podemos dejar solo al vino.
El Pinot Noir que es joven puede ser un perfecto aperitivo, aunque también nos reclama un poco de atención en boca con algo ligero como quesos semi maduros. Claro está que al ser un vino con más carga, más barrica, podemos hablar de cortes de carne a la parrilla o postres con vainillas y chocolates.
En todo el mundo se planta el Cabernet: no hay zona vinícola que lo tenga ignorado (incluso Alemania, que su principal producción es blanco, tiene algo de cabernet sauvignon); es llamado alrededor del mundo para lograr que los vinos consigan la fuerza o tanicidad necesaria.
El Pinot Noir, aunque es popular, tiene sus zonas de excelencia, como Francia que se planta en la región de la Borgoña, en la región de Côte-d’Or. Chile, Argentina y Uruguay se encuentran con las mejores plantaciones del conocido Nuevo Mundo. En Champagne se usa como una de las tres variedades permitidas para el vino espumante con Denominación de Origen del mismo nombre.
La cata.
El Cabernet Sauvignon es picante: muchas especias, y frutos rojos y negros maduros: cerezas y ciruelas con los chiles y las pimientas. Cuero, tabaco y cacao estarán siempre presentes.
El Pinot Noir es frutal: fresas, zarzamoras, frambuesas y mientras más evoluciona hay tabaco y un poco de hongos al final –sin ser defecto-.
Ambos tienen su fecha:
El Cabernet Sauvignon es del 30 de agosto; el del Pinot Noir es el 18 del mismo mes; sin embargo hay algo que el Pinot tiene y al Cabernet le falta: su canción.