¿Cómo definirnos y no encasillarnos?
El otro día estaba con una amiga y fuimos a tomar una copa. Al principio, pedí una copa de vino. La plática era buena y cambié por una cerveza: la mira de mis amigas era indescriptible.
Parecía como un judío pidiendo puerco, un hindú comiendo res; ¿un wine lover pidiendo cerveza? ¿No qué solo tomaba vino?
Les explique que si, que mi fascinación por el mundo del vino era única: pero eso no me limitaba a solamente pedir algo más: podía disfrutar de un buen mezcal, algún tequila, una buena cerveza, incluso un ron, un whisky o algo más.
No, no dejo ni dejare de ser Wine lover.
Ellas no entendían. ¿Cómo era entonces?
Este amor al vino es único, no es una traición, pues más que ser novios, el vino y yo somos amigos. Buenos amigos que nos acompañamos en las charlas, en los cumpleaños, los buenos momentos e incluso los malos. Pero no por ello voy a dejar de salir con otros amigos con los cuales también lo puedo pasar bien.
Es como el amigo que nunca te dice que no, que siempre está para ti y se saben bien y se conocen mejor.
Eso es ser un wine lover: no despreciar otras bebidas, pero tener un favorito: el vino.