Término que parece ambiguo si no conocemos de nuestros sentidos y de paso, del vino.
Cuando nos hablan de la “redondez” de un vino, se refieren a que cumplen las características organolépticas que lo hacen completo y complejo.
Organoléptico: Es lo que percibimos con los sentidos, la untuosidad, la aspereza, el sabor, el brillo, la impresión sensorial).
Si cumple correctamente con todas las impresiones que nos puede dar, es un vino redondo.
Si el sabor llena en boca, la acidez es buena, el color y el brillo corresponden a la edad y calidad, los aromas nos dan una buena perspectiva, hablamos de un vino redondo.
Y no, no tiene que ver con el costo para lograr vinos así: hay algunos de bajo presupuesto que logran esta calidad y algunos de gran precio que sólo logran decepcionarnos.
Pero para saberlo, probar.