Las opciones que nos ha dado la vida.
Sólo una de ellas es la manera correcta de tomar vino. Las otras sólo nos pasaron.
1- En una copa.
La clásica y la más adecuada. Cada vino tiene su copa y de acuerdo a eso, lo podremos disfrutar. En verdad, un día hagan el experimento. Un vino, el que gusten, tómenlo en copa de flauta, de vino blanco, de tinto y de vino evolucionado. Verán la diferencia que se va dando.
2. En un vaso.
Se nos olvidó llevar las copas, es la casa de un amigo y agarramos vasos. Ni modo, no es lo mejor y muchos se oponen y hasta se ofenden… pero cuando la urgencia apura…
3. De la botella.
Apenas pudimos abrir la botella (no teníamos ni sacacorchos, la abrimos con un zapato… ¡funcionó!) y nos damos cuenta que ese picnic no se puede arruinar. Ni modo, de la botella. En este caso tratemos de que sean vinos blancos, vinos jóvenes. Esos que no necesitan de mucho oxígeno.
4. En taza.
En verdad es la peor opción. Un día en casa de una amiga no había vasos limpios, tampoco copas. En fin, terminamos tomándolo en una taza. Pese a que no ayudamos a desarrollar el vino y nos llegaban notas muy ahumadas (café, chocolate, etc), nos dejó seguir una muy buena conversación.
5. En las manos.
Ese día íbamos varias personas y nos sirvieron el vino en la mano. Fue bastante extraño (por suerte teníamos las manos limpias) y nos lo tomamos así. Era un espumoso. La verdad es una de las experiencias más raras que hemos tenido. Valió la pena.
Nota: El punto de tomar un vino es poder vivir un buen momento. Sean así, espontáneos. Cuando se puede, con copas, con un maridaje, de una buena forma. Si no, sólo dejemos que las cosas fluyan. Por supuesto esta sugerencia no aplica para vinos de alta gama (esos si, compren sus copitas especiales, lo valen).