El aire en el vino.

¿Por qué decimos qué el oxígeno es el enemigo del vino?

Es uno de los principales enemigos por la oxidación que provoca: así como se pueden desgastar las paredes de un edificio, el vino “lastima” al vino.

Y sí, provoca un efecto de oxidación en el mismo, lo cual, hace que se “avinagre”. El alcohol se volatiliza.

Por ello, la recomendación al guardarlo, es tener una bomba de vacío manual, que permita eliminar el aire que puede estar en la botella de vino si vas a guardarlo después de servir un poco.

Muchas personas dicen que el aire es bueno, porque la copa se mueve especialmente para eso, soltar los aromas de la copa.


 

Sin embargo, el problema es el exceso: si decantamos, servimos y dejamos por mucho tiempo o la botella se queda abierta, nuestro vino dejará de ser vino y será vinagre.

En las botellas, aunque hay un espacio entre el vino y el corcho, no es aire, se mete una solución especial que elimina el aire al momento de ser tapado: es un vacío.

Si nuestro vino se encuentra con corcho, por ello también es necesario tener el vino en contacto con el corcho pues se puede perder la elasticidad del alcornoque y el vino salir o el oxígeno entrar.


 

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La edad en el color.

Para saber que tan joven o no es un vino, podemos ver el color que este tiene ¿la razón? Muchas veces no podemos leer la etiqueta o incluso en algunos casos, no viene el año (aunque son pocos los casos, por la realización de la Cuvée –mezcla-, no incluye el año –para ejemplo, el caso de champagne-).

Estos son algunos trucos que podrán ayudarles en el mundo del vino.

1. Más brillantes es más joven.
La juventud de un vino podemos medirla por lo brillante que es. A mayor brillo en la copa, denota juventud.

2. El dorado en el blanco es barrica.
El vino blanco si tiene el ribete dorado, puede ser el paso de la barrica; incluso encontrarás algo de taninos en ese caso. Si es un vino que su ribete se muestra transparente, no tiene ningún paso por madera.

3. Más violetas o morados, es más joven.

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4. Colores teja hablan de evolución.
Los vinos con más tiempo, se verán a colores naranja, teja. Si se encuentra en color marrón y no es un vino generoso, mejor ni lo pruebes.

5. El blanco también se hace naranja.
Si tiene mucho tiempo, sus colores cambiarán a ámbar, a naranja. Lo mismo, si no es vino generoso, ni lo pruebes.

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Para tomar vino no necesito ser experto en vinos.

Al contrario del común denominador: tomar mucho vino no significa a fuerza que seas un experto en vinos.

El gran error que muchas personas cometen es que al saber de alguien que consume vino, piensan en automático que esa persona es experta en vino: cepas, maridajes, combinaciones y que van a saber todo alrededor del vino.

-Oye a ti qué te gusta el vino, ¿sabes cuál es uno de etiqueta roja con el nombre en blanco?

-No

-Pero ¿sabes de vino, no?

-No mucho.

-¿No que tomas vino?

-Sí, pero no sé cual es de etiqueta roja.

-Fue en una cata de un restaurante que está sobre Insurgentes y de seguro conoces, tienen muchos vinos.

-No.

-¿No sales mucho?

-¡Pero no conozco todo el DF, todas sus catas y todos los vinos!


 

El tomar de vino significa que toma vino; que gusta de su compañía. Punto.

No tiene porque ser una persona que –necesariamente- te va a poder hablar de todos los tipos de vino, etiquetas, cepas y más.

Incluso, hemos conocido personas que toman vino: el suficiente antes de llamarlo “alcoholismo”, pero se quedan dos pasitos atrás; y siempre el mismo, sin cambios.

Tampoco te va a poder dar una cata ni todos los sentidos técnicos del vino.

Te puede hablar de su vino, porque le gusta, su historia con él, como se conocieron.

Suena a una relación, ¿verdad? Y así es: No por estar enamorado sabes todo del amor; no sólo por tomar vino sabes todo del vino.

Para ello, hay personas especializadas en el vasto mundo vinícola: Sommeliers, críticos de vino, enólogos tendrán una buena capacitación para hablar del vino en general.

Otros tendrán sólo la grata tarea de disfrutarlo.

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Los 10 mandamientos del WineLover

¿Qué debemos tener cuidado al tener un vino? ¿Cómo nos reconocemos si somos wine lovers?
Respetarás el vino ajeno.
Si a ti te gusta o no, es lo de menos: si ellos llevaron un vino que a esa persona le gusta, respetarás su gusto. No andarás por todos lados adulando lo mejor que es tu vino sobre el de los demás.

 
Tendrás apertura de vino.
Mirarás las opciones que un lugar tiene para ti; tratarás de comprender todo lo que puedas de un vino diferente a “tu vino” o “al favorito”.

 
Aprenderás de vino.
Por placer, gusto o simplemente para presumir: aprender de vino es necesario para ser un Winelover. No nos referimos a ser un experto sommelier enólogo; nos referimos a conocer más de cada uno de los vinos que se te presenten.

 
Con medida y sin exceso.
Cuidar lo que tomas como parte de la vida: una a dos copas al día alargan la vida; no queremos enfermarnos; no se trata de eso.

 
Respetarás la temperatura.
Aunque no sea de manera exacta, sabrás más o menos cuanto tienes que refrescar tu vino o a qué temperatura te gusta beberlo.

 
Nadie sabe todo de vino.
En verdad, no todos son los grandes conocedores del mundo vinícola que a veces parecen o presumen ser. Pueden ser los grandes amantes del vino, pero es un paso muy grande a conocer todo del vino… ¿Han visto las enciclopedias de vino? ¿Se imaginan una sola persona con todo ese conocimiento y aparte lo tenga actualizado a cada cambio?

 
Tus instintos para comprar vino.
Sigue tus instintos para comprar un vino: si quieres hacerlo por lo padre de la etiqueta, por la denominación de origen, por el grado de alcohol, por la recomendación que te dieron, que nada te limite a comprar ese vino.

 
Siempre probar.
Todo vino tiene una posibilidad, está en ti poder darle ese lugar en tu cava y en tu boca.

 
Los consejos no tienen costo.
Ni pedir consejo es pecado, ni darlo es muestra de soberbia. Recuerda que en el dar está el recibir y puede ser una forma de conocer más amigos winelovers.

 
Es un goce.
El vino de pose no sirve. En serio: vayan a su monumento favorito a posar con el vino y verán que realmente para eso no es. Sabe mejor de lo que se ve –y miren que se ve muy bonito-.

 

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El cine y el vino.

¿Te gusta hacer cortometrajes? Rueda con Rueda hace su festival de cortometrajes.
¿Qué hay que hacer?

En la página oficial de Rueda con Rueda se encuentran las bases, así como el formato a llenar.

Lo único que se solicita expresamente, es que durante el cortometraje se use una botella de vino blanco con la Denominación de Origen Rueda: El mismo festival especifica cuales deben ser.

Aceptan videos de todo el mundo y piden que se encuentren subtitulados en inglés, así como castellano en caso de que no sea el idioma usado durante el corto.

La fecha límite es el 6 de octubre a las 12:00, hora peninsular española y el jurado estará compuesto por tres profesionales de medio audiovisual.

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La intensidad de un vino.

Ante el mito que mientras más fuerte sea un vino, a más barrica es mejor, les venimos a desmentir: Un buen vino no depende de eso.

La intensidad de una uva o de su proceso no va a definir si el vino es bueno o es malo, nos va a dar la pauta para mostrarnos diferentes tipos de vino.

Quitaremos también el punto que “el mejor vino es el que te gusta”; vamos a que la calidad de un vino es buena o no.

Hay vinos que tienen mayor complejidad, más tánicos, más fuertes y por lo tanto son robustos: las uvas con estas características son Cabernet sauvignon, tempranillo, Tannat y Syrah. El nebbiolo también entra aquí.

Como podemos ver, son vinos que aguantan mucha barrica: vinos que fácilmente encontramos en el mercado con más de un año en barrica y que su guarda es mayor.


 

Con un nivel de astringencia menor, encontramos la malbec y la garnacha.

De cepas más suaves, con taninos poco pronunciados y que no representan una gran complejidad, se encuentra el pinot noir, la gamay y la sangiovese.

Si nos damos cuenta, sólo hablamos de características del vino: no tiene que ver si es bueno o malo –sería analizar vino por vino-; tampoco tiene que ver con que les guste el vino.

Es más, la sangiovese puede ser una cepa con una gran carga aromática: flores y frutos al mayor, sin tener que ser una cepa muy astringente o que su paso en boca sea muy pronunciado.

-Esto también tiene que ver con la manera en la cual el productor lo elabora-.


 

En el caso de las blancas, el chardonnay y la viogner son cepas con una mayor intensidad que las albariño o el verdejo, por dar un ejemplo; la sauvignon blanc nos dará vinos más ligeros, al igual que la chenin blanc.

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Ordenar el vino.

¿Vas a un restaurante y necesitas sugerencias rápidas? Veamos cuales pueden ser buenas opciones.

  1. Aperitivo.

katamaniacos_morewhitewineEl Chardonnay siempre es la opción; o al menos eso lo hemos convertido. La mayorñia de los aperitivos son sencillos; o incluso en lo que esperas tus alimentos, una copa de blanco puede ser una gran idea y el chardonnay también.

Gamay si es tinto.

¿Quieres algo tinto y no se te ocurre cuál?

Gamé (así se pronuncia, se escribe gamay –y sí, le puedes decir “gamay”-) es un buen vino, con poca tanicidad y de grandes aromas que irá perfecto en lo que esperas tus platillos.

  1. El plato fuerte.

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Piensa bien en lo que vas a querer. Mientras más fuerte el plato, un vino más robusto: de blancos a tintos. Pregunta la recomendación de acuerdo al platillo que vayas a pedir.

  1. El precio.


 

Si lo importante es el precio, revisa primero el costo por copeo y por botella. Si van más de dos personas, suele ser preferible pedir por botella que el copeo. Revisa lo que vaya de acuerdo a los platillos generales o pedir para compartir.

Es mentira que necesitas irte al vino de “en medio” –el que no es tan caro, pero tampoco tan barato-. Ve por el que más te guste, cuidando tu economía.

Extra. Espumante.

Va con casi todo y siempre, lo malo es que les suelen subir el costo más que otros vinos; Evitando carnes, es una gran opción.

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Todo es subjetivo en el vino.

La mayoría de la cata de vino se trata de gusto; no es buscar la aprobación en su consumo.

La desgracia del vino cae en su snobismo: pensamos que el vino debe ser de una u otra manera.

Bien me decía un amigo que en lugar de catas y fichas técnicas deberíamos decir “y sabe rico” antes del inminente anuncio de las cualidades organolépticas que tiene.

En la copa, los colores no los percibimos iguales: para algunos puede ser más rojo, más cereza, más claro, más obscuro.

En cambio para cuando tomamos una cerveza… ¿cuántos conocen que revisen la corona, el color de la cerveza, los aromas qué en ella encontramos? ¡Nadie! Van, la disfruta y siguen su vida: lo mismo podemos aplicar con un vino.

Los aromas tienen una referencia única de acuerdo a las vivencias que poco a poco se van llenando en nuestro entorno: hablar de chiles secos no es lo mismo en México que Argentina o en España.

El afamado regaliz: ¿lo conocen? ¿Saben cuál es? ¿Dónde se compra, a qué sabe, sus aromas?

¿Sotobosque? ¿De qué parte del mundo? ¿En la mañana, después de la lluvia, con rocío?

Todo vino que tomamos es una pieza de arte que va adornando el interior de nuestra vida como una forma complementaria de las experiencias que durante la existencia vamos llenando.

Un divertido ejemplo de ello fue en una clase: el vino tenía aromas a pan tostado, compotas de frutos rojos y a café; el desayuno perfecto.

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El mito del costo.

Extranjeros o nacionales, los vinos tienen impuestos que deben cubrir: IVA (Impuesto al Valor Agregado) y IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios) –dependiendo el grado alcohólico que el vino tenga.
Si ambos tienen ese subidón de costo –casi el 40% del valor-, ¿qué hace al vino mexicano tan caro?

Realmente es la ilusión de que el vino mexicano es caro.
¿Sabían qué hay vino de 40 o 50 pesos? ¿Qué tenemos vino en garrada que cuesta 80 pesos y son casi 4 litros? ¿Qué una caja de vino tinto o blanco está en 50 pesos y es mexicano?

Pero entonces vemos vinos como Emevé, Casa de Piedra, Adobe Guadalupe, entre otros y no entendemos qué pasa.

Vamos a hacer dos recuentos: Tras la ordenanza de cientos de años de no plantar vides para vino, se evitó su producción y consumo –al contrario de otros países que se encontraban bajo el mandato de España como Chile y Argentina que decidieron pagar multas y seguir sus producciones-, por lo cual, pudieron tener 300 años de cuidado de tierras, producción, inversión y consumo de vino: México no tiene la cultura de tomar vino.

Nos atrasamos en producción vinícola. No hay otra cosa. No podemos culpar la cultura actual de ello…pero si tenemos nosotros la responsabilidad –si queremos asumirla- de mejorar, consumir e incitar más el consumo de vino mexicano o en México.

¿Qué pasa con el costo?
Uno: Los vinos de otros países pueden ser de bajo monto por la simple razón que llevan miles de años produciendo vinos; tanto o suficiente para hacer lo que quieran, cuando quieran y como quieran; cantidades de vino enormes que pueden satisfacer una gran demanda y así bajar precios.

Dos: Creemos que el vino mexicanos es caro. No es cierto.
Es verdad que hay vino mexicano muy caro; pero si hacemos el recuento y comparamos por precios: muchos vinos muy baratos de España, Portugal o Argentina serán igual que un vino barato mexicano: sus cualidades al catarlo no estarán tan lejos de lo esperado.
En cambio un vino de mayor costo lo podremos hacer similar a un vino que sea más caro de otro país productor.

Ojo: no decimos que si no es caro, es malo; decimos que hay vinos mexicanos y extranjeros muy caros y buenos y muy baratos que también lo son.

También depende de gustos. Las quejas del vino mexicano en especial del de Querétaro, nunca faltan.
Y ellos lo saben: Las tierras de Querétaro son buenas para vinos blancos de gran acidez. Espumantes también; intenten probar esos vinos y verán la gran idea que eso puede ser.

¿Qué hacen vinos sencillos, sin gracia y muy dulces?
Sí, puede ser: pero va de acuerdo al groso mexicano que consume dulce o picante; va con nuestra gastronomía.

Dejar el snobismo.
Ser el snob del vino, de tomar en cuenta que no todos deben gustar lo mismo que nosotros y que el precio no es lo realmente importante en el vino: hay algunos, como Casa Madero o L.A. Cetto que por menos de $200.00 tenemos buenos vinos de gran calidad. Dejemos de jugar a saber todo del vino si no estamos dispuestos a arriesgarnos a cada uno de ellos.

¿Qué podemos hacer?
Aumentar de manera moderada el consumo del vino.
-Aquí les damos unos tips-.
Por gracia y desgracia, el consumo de vino en México no tiene que ver con la recaudación de Hacienda, sino con la educación. Es verdad, deberían pasar dos cosas con los impuestos al vino: o ser usado en el campo mexicano para tener una mayor producción y bajar el costo por botella a consumidor final o como dice mi madre: Si no ayuda, no estorbe; Hacienda, si no vas a usar el dinero cobrado para mejorar, restaurar y cuidar para una mayor producción de vino mexicano, no lo cobres, permite bajar el precio, que se venda más vino mexicano y se pueda extender el horizonte del mundo vitivinícola mexicano.

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Como es tomar vino en México.

El fascinante mundo del vino cada vez crece más en México; sin embargo no nos encontramos lejos de los estimas que ello significa.

El hecho de pedir una botella de vino en México se encuentra en una opinión dividida: o es por llamar la atención, que suele tener otro nombre referido a tomar leche cuando somos bebés o de plano, la referencia económica donde se busca demostrar una posición superior.


 

Suena a experiencia personal, pero dar en ejemplo suena sencillo: Yo tomo vino y poco a poco las personas a mi alrededor lo ven como algo cotidiano que solemos ordenar al cenar o comer algo; o al menos eso pensaba hasta que hace algunos días salí con un amigo de la oficina.

Se nos ocurrió ir por una pasta y teníamos la suerte que había copeo en el lugar, por lo cual pedí un tinto. Él me mencionó que no lo haría porque era un naco (?) y ordenaría cerveza.

Eso sí, su “naca” cerveza fue una artesanal que saldría más cara que mi copa de vino; y me salieron dos dudas que no me pudo responder.

En primera, debo aclarar que no se me hace naco tomar cerveza, ya sea artesanal o industrial.

En segunda, que el costo tasa lo que significa bueno o malo, pues por el pensamiento de “mi cerveza se encuentra más cara que tu vino”, me dejó pensando… ¿Seguimos con la idea de que bueno es caro y malo es barato?

En los límites del presupuesto y del gusto ¿qué es más importante al ser visto tomando vino por los demás? ¿Es mejor tomar vino? ¿Es malo tomar cerveza, y si en su visión es correcto, por qué hacerlo?


 

La relación en México de ser observados (“¡Mírame, pido vino, sé de vino, pregúntame de vino, tomo vino!”) se vuelve parte de esa obsesión de que este mundo no es para todos.

El principal problema que enfrentamos es la poca producción ante las posibilidades de crecimiento que tenemos: en el norte y partes céntricas como Querétaro o Guanajuato son buena idea de plantación vinícola; pero también es el ideal mexicano de que si no es caro es bueno o que no nos gusta el vino sin siquiera probarlo.

El malinchismo también suele estar presente representado en cifras: entre el 60 y el 75% del vino que se consume en México es de importación.

¿Qué hacer para dejar de esconder el vino en México?

Primero lo primero: algunos extremistas dirán que los restaurantes deben tener una buena cara de vinos, que cumpla con los platillos sin defraudar o afectar el cliente.

Lo primero es verdad: si venden un tipo de comida, lo mejor es tener vinos que cumplan con un buen maridaje.


 

Pero la parte de los precios no, vivimos en un libre mercado y cada lugar es libre de vender al costo que gusten y nosotros de consumir o no en ese espacio.

También dejar de limitar al vino: una de las máximas de los últimos años es que el vino es goce y no pose: vamos a vivirla realmente.

Ahora bien, si nos alcanza para la comida pero en verdad le suben bastante al vino, podemos huir del lugar con la comida, (en caso de que sea para llevar –y obviamente pagarla-) e ir a nuestra tienda de confianza comprar la botella que mejor le vaya a lo que estamos consumiendo.

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