La intensidad de un vino.

Ante el mito que mientras más fuerte sea un vino, a más barrica es mejor, les venimos a desmentir: Un buen vino no depende de eso.

La intensidad de una uva o de su proceso no va a definir si el vino es bueno o es malo, nos va a dar la pauta para mostrarnos diferentes tipos de vino.

Quitaremos también el punto que “el mejor vino es el que te gusta”; vamos a que la calidad de un vino es buena o no.

Hay vinos que tienen mayor complejidad, más tánicos, más fuertes y por lo tanto son robustos: las uvas con estas características son Cabernet sauvignon, tempranillo, Tannat y Syrah. El nebbiolo también entra aquí.

Como podemos ver, son vinos que aguantan mucha barrica: vinos que fácilmente encontramos en el mercado con más de un año en barrica y que su guarda es mayor.


 

Con un nivel de astringencia menor, encontramos la malbec y la garnacha.

De cepas más suaves, con taninos poco pronunciados y que no representan una gran complejidad, se encuentra el pinot noir, la gamay y la sangiovese.

Si nos damos cuenta, sólo hablamos de características del vino: no tiene que ver si es bueno o malo –sería analizar vino por vino-; tampoco tiene que ver con que les guste el vino.

Es más, la sangiovese puede ser una cepa con una gran carga aromática: flores y frutos al mayor, sin tener que ser una cepa muy astringente o que su paso en boca sea muy pronunciado.

-Esto también tiene que ver con la manera en la cual el productor lo elabora-.


 

En el caso de las blancas, el chardonnay y la viogner son cepas con una mayor intensidad que las albariño o el verdejo, por dar un ejemplo; la sauvignon blanc nos dará vinos más ligeros, al igual que la chenin blanc.

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Ordenar el vino.

¿Vas a un restaurante y necesitas sugerencias rápidas? Veamos cuales pueden ser buenas opciones.

  1. Aperitivo.

katamaniacos_morewhitewineEl Chardonnay siempre es la opción; o al menos eso lo hemos convertido. La mayorñia de los aperitivos son sencillos; o incluso en lo que esperas tus alimentos, una copa de blanco puede ser una gran idea y el chardonnay también.

Gamay si es tinto.

¿Quieres algo tinto y no se te ocurre cuál?

Gamé (así se pronuncia, se escribe gamay –y sí, le puedes decir “gamay”-) es un buen vino, con poca tanicidad y de grandes aromas que irá perfecto en lo que esperas tus platillos.

  1. El plato fuerte.

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Piensa bien en lo que vas a querer. Mientras más fuerte el plato, un vino más robusto: de blancos a tintos. Pregunta la recomendación de acuerdo al platillo que vayas a pedir.

  1. El precio.


 

Si lo importante es el precio, revisa primero el costo por copeo y por botella. Si van más de dos personas, suele ser preferible pedir por botella que el copeo. Revisa lo que vaya de acuerdo a los platillos generales o pedir para compartir.

Es mentira que necesitas irte al vino de “en medio” –el que no es tan caro, pero tampoco tan barato-. Ve por el que más te guste, cuidando tu economía.

Extra. Espumante.

Va con casi todo y siempre, lo malo es que les suelen subir el costo más que otros vinos; Evitando carnes, es una gran opción.

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Todo es subjetivo en el vino.

La mayoría de la cata de vino se trata de gusto; no es buscar la aprobación en su consumo.

La desgracia del vino cae en su snobismo: pensamos que el vino debe ser de una u otra manera.

Bien me decía un amigo que en lugar de catas y fichas técnicas deberíamos decir “y sabe rico” antes del inminente anuncio de las cualidades organolépticas que tiene.

En la copa, los colores no los percibimos iguales: para algunos puede ser más rojo, más cereza, más claro, más obscuro.

En cambio para cuando tomamos una cerveza… ¿cuántos conocen que revisen la corona, el color de la cerveza, los aromas qué en ella encontramos? ¡Nadie! Van, la disfruta y siguen su vida: lo mismo podemos aplicar con un vino.

Los aromas tienen una referencia única de acuerdo a las vivencias que poco a poco se van llenando en nuestro entorno: hablar de chiles secos no es lo mismo en México que Argentina o en España.

El afamado regaliz: ¿lo conocen? ¿Saben cuál es? ¿Dónde se compra, a qué sabe, sus aromas?

¿Sotobosque? ¿De qué parte del mundo? ¿En la mañana, después de la lluvia, con rocío?

Todo vino que tomamos es una pieza de arte que va adornando el interior de nuestra vida como una forma complementaria de las experiencias que durante la existencia vamos llenando.

Un divertido ejemplo de ello fue en una clase: el vino tenía aromas a pan tostado, compotas de frutos rojos y a café; el desayuno perfecto.

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El mito del costo.

Extranjeros o nacionales, los vinos tienen impuestos que deben cubrir: IVA (Impuesto al Valor Agregado) y IEPS (Impuesto Especial sobre Producción y Servicios) –dependiendo el grado alcohólico que el vino tenga.
Si ambos tienen ese subidón de costo –casi el 40% del valor-, ¿qué hace al vino mexicano tan caro?

Realmente es la ilusión de que el vino mexicano es caro.
¿Sabían qué hay vino de 40 o 50 pesos? ¿Qué tenemos vino en garrada que cuesta 80 pesos y son casi 4 litros? ¿Qué una caja de vino tinto o blanco está en 50 pesos y es mexicano?

Pero entonces vemos vinos como Emevé, Casa de Piedra, Adobe Guadalupe, entre otros y no entendemos qué pasa.

Vamos a hacer dos recuentos: Tras la ordenanza de cientos de años de no plantar vides para vino, se evitó su producción y consumo –al contrario de otros países que se encontraban bajo el mandato de España como Chile y Argentina que decidieron pagar multas y seguir sus producciones-, por lo cual, pudieron tener 300 años de cuidado de tierras, producción, inversión y consumo de vino: México no tiene la cultura de tomar vino.

Nos atrasamos en producción vinícola. No hay otra cosa. No podemos culpar la cultura actual de ello…pero si tenemos nosotros la responsabilidad –si queremos asumirla- de mejorar, consumir e incitar más el consumo de vino mexicano o en México.

¿Qué pasa con el costo?
Uno: Los vinos de otros países pueden ser de bajo monto por la simple razón que llevan miles de años produciendo vinos; tanto o suficiente para hacer lo que quieran, cuando quieran y como quieran; cantidades de vino enormes que pueden satisfacer una gran demanda y así bajar precios.

Dos: Creemos que el vino mexicanos es caro. No es cierto.
Es verdad que hay vino mexicano muy caro; pero si hacemos el recuento y comparamos por precios: muchos vinos muy baratos de España, Portugal o Argentina serán igual que un vino barato mexicano: sus cualidades al catarlo no estarán tan lejos de lo esperado.
En cambio un vino de mayor costo lo podremos hacer similar a un vino que sea más caro de otro país productor.

Ojo: no decimos que si no es caro, es malo; decimos que hay vinos mexicanos y extranjeros muy caros y buenos y muy baratos que también lo son.

También depende de gustos. Las quejas del vino mexicano en especial del de Querétaro, nunca faltan.
Y ellos lo saben: Las tierras de Querétaro son buenas para vinos blancos de gran acidez. Espumantes también; intenten probar esos vinos y verán la gran idea que eso puede ser.

¿Qué hacen vinos sencillos, sin gracia y muy dulces?
Sí, puede ser: pero va de acuerdo al groso mexicano que consume dulce o picante; va con nuestra gastronomía.

Dejar el snobismo.
Ser el snob del vino, de tomar en cuenta que no todos deben gustar lo mismo que nosotros y que el precio no es lo realmente importante en el vino: hay algunos, como Casa Madero o L.A. Cetto que por menos de $200.00 tenemos buenos vinos de gran calidad. Dejemos de jugar a saber todo del vino si no estamos dispuestos a arriesgarnos a cada uno de ellos.

¿Qué podemos hacer?
Aumentar de manera moderada el consumo del vino.
-Aquí les damos unos tips-.
Por gracia y desgracia, el consumo de vino en México no tiene que ver con la recaudación de Hacienda, sino con la educación. Es verdad, deberían pasar dos cosas con los impuestos al vino: o ser usado en el campo mexicano para tener una mayor producción y bajar el costo por botella a consumidor final o como dice mi madre: Si no ayuda, no estorbe; Hacienda, si no vas a usar el dinero cobrado para mejorar, restaurar y cuidar para una mayor producción de vino mexicano, no lo cobres, permite bajar el precio, que se venda más vino mexicano y se pueda extender el horizonte del mundo vitivinícola mexicano.

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Como es tomar vino en México.

El fascinante mundo del vino cada vez crece más en México; sin embargo no nos encontramos lejos de los estimas que ello significa.

El hecho de pedir una botella de vino en México se encuentra en una opinión dividida: o es por llamar la atención, que suele tener otro nombre referido a tomar leche cuando somos bebés o de plano, la referencia económica donde se busca demostrar una posición superior.


 

Suena a experiencia personal, pero dar en ejemplo suena sencillo: Yo tomo vino y poco a poco las personas a mi alrededor lo ven como algo cotidiano que solemos ordenar al cenar o comer algo; o al menos eso pensaba hasta que hace algunos días salí con un amigo de la oficina.

Se nos ocurrió ir por una pasta y teníamos la suerte que había copeo en el lugar, por lo cual pedí un tinto. Él me mencionó que no lo haría porque era un naco (?) y ordenaría cerveza.

Eso sí, su “naca” cerveza fue una artesanal que saldría más cara que mi copa de vino; y me salieron dos dudas que no me pudo responder.

En primera, debo aclarar que no se me hace naco tomar cerveza, ya sea artesanal o industrial.

En segunda, que el costo tasa lo que significa bueno o malo, pues por el pensamiento de “mi cerveza se encuentra más cara que tu vino”, me dejó pensando… ¿Seguimos con la idea de que bueno es caro y malo es barato?

En los límites del presupuesto y del gusto ¿qué es más importante al ser visto tomando vino por los demás? ¿Es mejor tomar vino? ¿Es malo tomar cerveza, y si en su visión es correcto, por qué hacerlo?


 

La relación en México de ser observados (“¡Mírame, pido vino, sé de vino, pregúntame de vino, tomo vino!”) se vuelve parte de esa obsesión de que este mundo no es para todos.

El principal problema que enfrentamos es la poca producción ante las posibilidades de crecimiento que tenemos: en el norte y partes céntricas como Querétaro o Guanajuato son buena idea de plantación vinícola; pero también es el ideal mexicano de que si no es caro es bueno o que no nos gusta el vino sin siquiera probarlo.

El malinchismo también suele estar presente representado en cifras: entre el 60 y el 75% del vino que se consume en México es de importación.

¿Qué hacer para dejar de esconder el vino en México?

Primero lo primero: algunos extremistas dirán que los restaurantes deben tener una buena cara de vinos, que cumpla con los platillos sin defraudar o afectar el cliente.

Lo primero es verdad: si venden un tipo de comida, lo mejor es tener vinos que cumplan con un buen maridaje.


 

Pero la parte de los precios no, vivimos en un libre mercado y cada lugar es libre de vender al costo que gusten y nosotros de consumir o no en ese espacio.

También dejar de limitar al vino: una de las máximas de los últimos años es que el vino es goce y no pose: vamos a vivirla realmente.

Ahora bien, si nos alcanza para la comida pero en verdad le suben bastante al vino, podemos huir del lugar con la comida, (en caso de que sea para llevar –y obviamente pagarla-) e ir a nuestra tienda de confianza comprar la botella que mejor le vaya a lo que estamos consumiendo.

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“Recomiéndame un vino”.

De las dudas más grandes que enfrentamos es el momento de la recomendación.

¿Y si no le gusta? ¿Y si es muy diferente a lo qué acostumbras? Todos los puntos en contra ante una recomendación.

Es mucho más fácil llegar con una persona que su conocimiento de vino es mínimo. Así, la recomendación puede ir variando.

Sin embargo, las peores personas para recomendar son los que saben, pero realmente no saben.

¿Cómo son estas personas?

Son quienes no saben de vino más allá de la mínima experiencia (lo cual no está mal) y con base en ello, piden recomendación de “un vino dulce como el que probaron el otro día en una cata, era rosado y sabía como dulcesito”.

¿Eh?


 

“Sí, era un vino rosado de España, ¿cómo no sabes cuál? ¿Sí sabes de vino? Dicen que es uno medio famoso de allá y me acuerdo que nos dijeron que tenía aromas a frutas y flores”.

Ese tipo de personas que han ido a dos catas y saben un poco más, pero no lo suficiente para entender bien de vino.

¿Cómo explicar que el término correcto no es “afrutado” y es “frutal”?

Que los vinos generalmente son secos y la idea de dulce puede ser el alcohol o la misma frutalidad que contiene un vino.

Entre esta característica y que los gustos personales van variando, es difícil hacer una recomendación de vino “para la cena con la novia por el aniversario”.

¿Qué información es buena dar para pedir recomendaciones?

-Evento.

-Presupuesto.

-Maridaje.

-Gustos personales.

-Qué se busca con el vino.

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La alegoría de un vino.

Lo básico se va a dos definiciones: el vino como producto del jugo de mosto de uva fermentado y alegoría como un relato o imagen que representan algo diferente.

Es entonces cuando el vino se convierte en una alegoría: lo que tomamos, no es tal cual la bebida, es el significado de ello.

Siempre nos dicen que no hay botellas vacías, que se encuentran llenas de recuerdos.

Es a eso a lo que nos referimos.

No es vino lo que tomamos, es el esfuerzo del campo, de la naturaleza poder tener uvas para crear el vino.


 

Bebemos el esfuerzo de manos que podan, transportan, limpian y manejan la materia prima.

Disfrutamos siglos de perfeccionamiento en una botella: cada gota es una idea que se fue mejorando hasta llegar a la actualidad.

Compartimos momentos, un espacio que cedemos a una o varias personas y que si es para ti, en tu soledad, te das ese instante.

El vino es una alegoría porque significa todo lo que tenemos alrededor para disfrutar de él.


 

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Siempre que te digan que es malo, prueba.

Ante la duda, una certidumbre: voy a probarlo.

Pasa seguido que nos dicen “ay, ese vino es malo”, “no me gustó” o “ni está tan bueno”; lo sé porque lo aplico con una amiga que no suele tomar vino.

Salimos, pedimos una copa y le digo “este no te va a gustar” o “este sí”.

En ocasiones, he fallado: lo que creo que no va a ir de acuerdo al gusto, resulta lo contrario. Digamos que la llevo conociendo más de 10 años y aún fallo en lo que prefiere o gusta más o incluso en el humor (hemos probado el mismo vino en diferentes ocasiones, las dos le ha sabido diferente).

Es por ello que siempre llegamos a un conclusión: probar.

La misma recomendación que siempre les hacemos va de nuevo: a probar todos los vinos que se pongan frente a ustedes.

Nunca sabrán si es real o aplicable a ustedes lo que dicen de un vino si no lo prueban.

Ella siempre ignora –sabiamente- mis palabras: le digo que no le va a gustar y neciamente lo prueba: a veces le atino, a veces no.

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4 momentos en los cuales tomar vino.

La lista que siempre es necesario. Sí, nos referimos a ese momento incómodo donde lo mejor es dar un vistazo a esa copa de vino y poder tomar un poco para liberar la tensión… propia o ajena.

1. Pedidas de mano.
Seas el novio, el padre, la suegra, la novia o quien sea, lo mejor es tomar una copa. Digamos que son muchas emociones y estas ayudan. Ya sea que la familia te quiera mucho…

O no seas el favorito.

Una copa nunca está de más: para brindar, para aliviar la tensión, para sonreír o que las palabras fluyan mejor en todos. Obviamente, con el cuidado de no dar más que el brindis o el aperitivo…

2. Discusiones.

No las vuelvas incómodas, pero coloca una copa de vino de manera discreta frente a los objetos enojados y retírate poco a poco. Esto no aplica si es contigo con quien se está peleando, sólo si eres ajeno. Esto recomiéndalo a tus amigos, para ayudas futuras.

Así, sin darse cuenta, una copa aligerará la discusión.

Y que no sea tinto, sólo por si acaso:

3. Brindis.

Todo brindis va con vino, y dependiendo lo formal o increíble del evento, espumoso: una boda, una buena noticia, una graduación (de licenciatura para adelante, por favor); una festividad como el año nuevo entra en esta opción.

4. Tu tesis.

Si ya te la aprobaron, si ya pasaste el examen: vino.

También seguir el consejo de Maitena: siempre.

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