El comer uvas, preparar una ensalada, cocinar; todo lo que consumimos de manera “natural” o lo más cercano a ello viene del campo y es algo rudimentario y normal: sencillo; sin embargo, todos estos productos vienen del campo y no los vemos como algo extraordinario (aunque deberíamos) ni especial (aunque lo son).
Y… al final, el vino es un producto que inicia en el campo y muchas veces, suele terminar a un lado de ese suelo en cuvas que se encuentran a un lado.
¿Por qué somos tan Snob con el vino?
El vino es caro.
El problema real no es que el vino sea caro: una botella en el mercado la podemos encontrar desde los 130.00. Si vamos a Oaxaca, un mezcal lo podemos encontrar a la mitad de ese precio (y de buena calidad, incluso); el ron, con un costo similar (y más caro, dependiendo de la calidad; aunque uno de media calidad para combinar, lo encontramos desde ese costo).
El detalle de que el vino se nos hace caro es que “no emborracha” o “no rinde” igual que las demás bebidas: un ron campechano, un whisky con soda, entre otras opciones son más baratas en preparar que tomar sólo la botella de vino y sin ponernos en mal estado.
La realidad es que el vino tiene poca producción en México y no tanta entrada en el país: los impuestos elevan casi un 30% de su valor, lo cual no lo hace más accesible.
Y para colmo, conocer de vino: uvas, regiones, tipos de vino, elecciones de maridaje, momentos de vino, si se puede coctelería o lo mejor es no hacerlo (porque se tira un buen vino, dicen algunos); todo ese conocimiento para llegar a una copa de vino sencilla y simple que podemos disfrutar de la misma manera en casa, chanclas, pijama y nada más para beber esa misma copa.
¡Tomen la copa como quieran, pero tómenla!
¡Disfruten de una buena copa de vino!
Eviten emborracharse, ninguna bebida alcohólica debe ser así, beber hasta la inconciencia. Eso no se lo dejen a nadie, no lo hagan.
Muchos de los grandes personajes del vino en México se encuentran en una postura contraria a lo imaginado: su finalidad es acercar a las personas al vino y no alejarlas: René Rentería, Hans Backoff en el fuerte de vino mexicano; Pilar Meré y Claudia Ibarra con sus vinos riojanos; Raul Vega con sus maridajes y los fortificados (especialmente los Jerez); las trincheras desde los restaurantes que grandes nombres suenan con The Palm, Au Pied de Cochon (y todo lo que el Presidente Intercontinental tiene para nosotros); Pujol, El Lago, Lipp Brasserie, Porfirio’s, Nicos, dulce Patria, Corazón de Tierra, Pangea, Amaranta, Les Moustaches, Biko y más.
Los de menor presupuesto como Cancino, Nonsolo, Vapiano, Enotek, Macelleria, Rojo Bistrot, Bistrot Arlequin, Cluny, La Vie en Rose, entre otros.
José Luis Durand, Hugo D’Acosta, Pedro Poncelis, José Obregón El Capi, David Bibayoff, y más en la escena de la producción de vino mexicano.
Incluso Ricardo Espíndola y Jesús Diez están en la postura de acercar sin tanto alboroto a la gente al vino.
Todos estos nombres con posturas simples, sencillas, acogedoras para beber vino.
¿Y nosotros decidimos que por tomarnos un cabernet Sauvignon con un corte de carne podemos caer en ese snobismo innecesario?