¿Qué está pasando en la escena del vino en nuestro país? ¿Realmente avanzamos, retrocedimos o simplemente seguimos igual?
Aunque pensamos que “avanzamos” porque tú y tus amigos se toman 5 botellas a la semana -más las que reúnen-, lamentamos informarles que seguimos igual; la producción, importación y consumo de vino sigue siendo el mismo y el posible avance en consumo es meramente representativo.
No hay una cultura de vino.
No somos de los países que más consuman vino: aunque va en aumento, no tomamos ni una botella al año por persona; claro, todos tenemos un amigo que toma de 1 a 5 botellas a la semana; pero realmente ¿cuántas personas son así?
La falta de leyes aplicadas.
Aunque cada vez hay un mayor fomento a las leyes y cuidado del vino y destilados, la realidad es que hay más cambio de suelo para vivienda que para producción de vino.
Ni hablar de ayuda a los pequeños producciones.
Falta de conocimiento de vino.
Es tanto el conocimiento del vino, que abruma al pequeño consumidor, por lo cual deciden no tomarlo y evitar la molestia de investigar las diferencias entre merlot, malbec, tannat, pinot noir y demás. ¡Pasen la cerveza de siempre!
Es costoso.
Tantos impuestos en las bebidas hacen complicada su compra; es de los productos alcohólicos más caros en comparación.
Ejemplo: podemos encontrar un buen ron en $150.00; un buen vino de menos de $200.00 es complicado –más no imposible-.
Da “crudas”
Por lo mismo que compramos vinos económicos, muchas veces no son de buena calidad y por lo mismo, tenemos resacas al día siguiente. ¿Les ha pasado? Y aunque con otras bebidas también lo sufrimos, preferimos dejar el vino con tal de no pasar la misma experiencia.
Hay mucha pose.
No falta escuchar algún programa de radio donde hablen de lo mejor de Rioja y las diferentes Riojas y porque Rioja es mejor que cualquier vino para saber que nuestro gusto “es el erróneo”; aunque no lo sea. Pero realmente entrar al vino es tan pretencioso –Aún en nuestros días-, que preferimos evitar la molestia.
Es fuerte.
Es un sabor fuerte y pesado para los que no suelen tomarlo. Y no es el vino realmente, sino la recomendación. Es común ver personas que no quieren ni ver una botella de vino porque la vez que lo probaron estaba “amargo”, “ácido”, “no era dulce” y más. ¿Quién fue el villano que les recomendó cabernet Sauvignon para iniciar a beber vino?
Los que no saben, saben.
No falta el amigo que mal informa: porque a él no le gustó el vino no deja de mencionar lo malo que es el vino –como si una cosa tuviera que ver con la otra-; el que no sabe de vino pero da su opinión esperando que todos lo sigan. Y volvemos a que hay mucha pose, pero en este caso, con información errónea.
Aunque poco a poco estos paradigmas se van quitando, es necesario seguir trabajando como amantes del vino para dar buenas recomendaciones de vino, y aceptar cuando alguien no quiere probarlo.