En un interesante giro del destino llamado “soltería” conocí a un individuo. Realmente parecía algo lindo y tras conocernos en un bar, decidimos ir a cenar la siguiente noche.
Todo parecía bien, nos llevamos bien y la plática era fluida. En un momento se me ocurrió pedir una copa de vino; la cena incluía de entrada unos calamares fritos y una pizza de peperoni y 4 quesos. ¿Qué puedo pedir? Quise un vino tinto, joven.
La carta, aunque se veía bien en su mixología, la realidad es que el vino se veía un poco escaso: sólo 4 etiquetas diferentes y opté por el único vino joven que tenían.
La realidad es que era una buena opción: mexicano, joven, con buen cuerpo, buenos taninos y astringencia.
Él se me quedaba viendo una y otra vez mientras tomaba la copa. Él había preferido una cerveza y soltó el –peor- comentario: “¿El vino es para mujeres, verdad?”.
¿Qué?
No podía responder, (más de que escupí un poco del trago que tenía en boca). Primero pensé que era un chiste. ¿Vino de mujeres?, pregunté.
Sí, me dijo, el vino es más de mujeres, sobre todo esos y los blancos; los hombres tomamos vinos más fuertes y cerveza.
¿Es en serio qué seguimos con estos estigmas?
Realmente preferí no discutir, seguí tomando mi copa de vino y evité hablar del tema.
Pensar que una bebida es de un género: si el Whiskey es de hombres, tipos de vinos para mujeres, cerveza clara para homosexuales, ¿y los heterosexuales aparcamos todo el campo de licores?
La realidad es que estamos tan abiertos a lo que tenemos en nuestros rubros, que es una cuestión de educción (no la escolar, sino de la vida): si en tu casa toman o no vino; si las amistades tienen algo más para ofrecernos o sólo hacerlo por gusto.
No desprecio un buen whisky, tampoco una cerveza rica y fría; pero la idea de pasar una velada de calamares y pizza sin vino ¿se puede?
No creo que sea buena idea permitir que los estigmas sociales nos muevan incluso en el mundo de las bebidas, como el pensar que la coctelería es para mujeres y que un hombre debe beber derecho y no está permitido –socialmete- el poder disfrutar de piñas coladas o bebidas frappes o con frutas.