Un mezcal para todo mal.

¿Y para todo bien?

Resulta que cambiamos el ritual y nos convertimos en mezcaleros.

Hipsters nos dijeron porque dicen, se puso de moda.

La realidad es que siempre nos gustó pero queríamos hacer algo diferente.

Tenemos un amigo que salió de su maestría y para ello, decidimos hacer una “comida-sorpresa” donde se supone que sólo él no sabía. Obviamente entre tanta gente a alguien se le ocurrió preguntarle que qué debía llevar a la comida.

El punto no es ese; es que decidimos hacer algo muy mexicano. Como la entrega era en la mañana, para las 2 de la tarde ya estábamos en una terraza para celebrar. Un amigo prestó su departamento y estábamos bien en ese lugar.

Pusimos unas mesas y mezcales.

Tacos de canasta, cochinita pibil y algo más para un buen momento.

La familia, los amigos y demás la estaban pasando muy bien cuando una persona pasó a dejar vasitos (de los que usan en los supermercados para dar muestras) llenos de mezcal. Una rebanada de naranja escarchada con sal de gusano.

A todos les decía que no se lo tomaran. Algunas personas la veían con cierta molestia, otros más les daba risa. “¡Pero ya me lo tomé!” “¡Ahora te aguantas y no brindas!”.

Y fue cuando entendieron.

Dejamos que el silencio se hiciera y mi amigo pudo dar un pequeño agradecimiento por los tacos y el mezcal.

Y brindamos. Con mezcal.

Ahí supimos que los buenos momentos se pueden acompañar no sólo de burbujas, sino con algo nacional y tan nuestro como esta bebida deliciosa.

Compartir

También te puede gustar