Después de la guerra por la Independencia de México, el cura Miguel Hidalgo contempló con tristeza como la vocación vitivinícola de su pueblo caía en el olvido. Sin embargo, después de más de 200 años y gracias al esfuerzo y creatividad de los guanajuatenses, la industria del vino está volviendo a tomar un nuevo impulso.
Cosechada en estas tierras desde 1803 gracias al Padre de la Patria, la industria vitivinícola de la región y el etnoturismo han ido creciendo en los últimos cinco años gracias a la recuperación e instalación de vínicolas en los municipios de Dolores, San Miguel de Allende, Comonfort y Guanajuato capital. Sentado en su jardín, el cura Miguel Hidalgo rememora nostálgico como hace tan sólo siete años, impulsó la cosecha de la vid entre su gente a fin de darles un oficio que les retribuyera económicamente.
Sin dejar de mirar la magnífica vid de su jardín que está dando sus primeras uvas, recuerda que mañana es 15 de septiembre de 1810, y la naciente producción de la vid en el pueblo está a punto de desaparecer. A partir de mañana, todos los esfuerzos de su pueblo y de los guanajuatenses, se concentrarán en la lucha por la Independencia de México.
En entrevista con Notimex, el titular de la Secretaría de Turismo del estado, Fernando Olivera Rocha, señaló que fue hasta hace 15 años cuando la industria del vino en el estado comienza a resurgir nuevamente, después de que hace más de 200 años se viera truncada por la guerra armada y en los años posteriores, se mantuviera en el olvido.
“La historia de vino en Guanajuato es una historia de éxito, actualmente tenemos 27 vinícolas, en 2012 contábamos con seis, no teníamos ni el uno por ciento de la huella nacional de viñedos cultivados. “Al día de hoy contamos con el ocho por ciento de viñedos cultivados en el país, estás son más o menos 320 hectáreas, y esto nos permite estar entre los primeros seis lugares a nivel nacional de hectáreas cultivadas”, señaló.
Destacó que con este lanzamiento, para el 2020 se estará viendo un incremento importante en la producción de botellas, que tan sólo el año pasado rondaba las 100 mil botellas de 23 etiquetas de producción anual. No obstante, aseveró que este sector también se ha visto favorecido gracias al etnoturismo ya que “los viñedos se han beneficiado de bodas y congresos, por mencionar algo, de las 600 bodas que tuvimos el año pasado en San Miguel de Allende, 120 bodas fueron en viñedos y sigue creciendo este número”.
Por ello, mencionó que la derrama económica que en el 2016 dejó la actividad vinícola transversal fue de mil 500 millones de pesos. Al respecto, Cynthia Silva Villagrán, encargada del etnoturismo de la vinícola Cuna de Tierra y del Museo del Vino, ambos en Dolores Hidalgo, señaló en entrevista con Notimex, que fue en esta vinícola donde hace ocho años se comenzó a ver a esta actividad como una experiencia turística. “Antes dábamos un tour cada cuatro meses y ahora abrimos de martes a domingo y otros viñedos han sumado a este tipo de actividades donde buscamos que las experiencias de Guanajuato en este tema sean personalizadas llenas de calidez en bodegas pequeñas donde puedas conocer de fondo el mundo del vino”, dijo.
A bordo de una rustica carreta inicia el recorrido por el sorprendente viñedo de Cuna de Tierra, el cual genera más del 50 por ciento de la producción estatal, con 60 mil botellas al año. Dispuestos a degustar una buena copa de vino acompañados de sus seres queridos, los visitantes disfrutan de la vista de las miles de plantas de la vid distribuidas en las 36 hectáreas que están cosechadas en el rancho de 150 hectáreas en total.
“Nuestro viñedo data de 1989 y en 2005 se hace la primera vinificación y da como resultado el primer vino que se llama Cuna de Tierra que es un ensamble entre cabernet sauvignon, merlot, syrah y cabernet franc. “Este vino ha ganado premios como la medalla de plata en el 2015 en el Concurso Internacional de Vinos y Espirituosos de España (CINVE)”, dijo Ana Laura Carrillo, sommelier de la bodega. Al descender de la carreta, los visitantes se encuentran con una arquitectura minimalista e industrial donde se ofrece servicio de cata, restaurante, clases de cocina así como una visita guiada por la vinícola para que puedan conocer la producción del vino y donde también se llegan a realizar bodas.
En este sentido, Cynthia Silva destacó la importancia de ofrecer todas estas experiencias al público ya que aunque aseguró que su vocación como empresa es hacer vinos de calidad, no dejan de lado acciones creativas que permitan a la gente poder acercarse a esta industria.
“Cuando abrimos la bodega al público y se dieron cuenta de lo complicado que es que el producto llegue a la tienda, se generaba en ellos un sentido de pertenencia porque es un producto mexicano del cual te sientes orgulloso y cuando tú conoces ese proceso lo valoras de otra manera”, mencionó.
“Además, si esta experiencia la terminas con una buena gastronomía acompañado de un tiempo agradable, pues eso cierra todo el círculo del vino que eso le da también una plusvalía mayor “, apuntó.
Celoso de sus tesoros, el jardín de la casa del cura Hidalgo aún resguarda la tierra que vio nacer a aquella vid que alguna vez él contemplo con nostalgia y que, sin duda, hoy, 214 años después, el sentimiento sería otro ya que la vocación vitivinícola de su pueblo y del estado ha vuelto a resurgir.
Vía Notimex.