En el afán de buscar expresar nuestro vino, olvidamos que algunas cosas no son, como estos maridajes que tienen su razón lógica para no existir por mucho que nos neguemos a aceptarlo.
Alcachofas.
El mundo entero nos dice que no: la misma alcachofa no quiere ser comida y somos necios: seguimos haciéndola, la preparamos y nos la comemos “gustosos” hablando de lo bueno que sabe –aunque realmente lo que nos gusta es la salsa o vinagreta que le acompaña-. La cinarina (un compuesto que tiene la alcachofa) va a “matar” nuestro vino. Sin importar que tan bueno, de gran calidad o corriente sea nuestro vino, el vino con la alcachofa no es una buena combinación. Nunca.
Espárragos.
Algo similar pasa con los espárragos. Podemos acompañarlo con otras bebidas y lo mejor es evitar que el vino sea una de ellas. Desde el agua hasta la cerveza pueden ser mejor complemento para platillos que tengas espárragos. O cambiar el sabor en boca con algo de carne o pasta antes de beber vino.
Menta.
Para postres, ensaladas y en comidas lo mejor es tener mucho cuidado y que no sea “fuerte”: el sabor de la menta tiene su poder y con el vino no va a ser buena idea. Piensa en lavarte los dientes y tomar jugo de naranja después: multiplícalo por 3 y eso es lo mal que sabrá con el vino.
Vinagre.
Otro anti maridaje. Por su gran contenido de ácido acético va a cambiar el sabor de todos los vinos: tintos, rosados, blancos, tranquilos o espumosos no son buena opción para el vinagre. Por lo mismo, mejor no las ensaladas.
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