¿La coctelería con vino es mala?

Siempre que ponemos algo de cocteles, la gente tira un grito ¡Eh, que el vino va solo!

Sí, tienen toda la razón, el vino va solo; si eso quieren.

¿Se les antoja ponerle fruta, agregar refresco de cola, combinarlo con otro vino?

Pues bien, es su elección.

Aquí el punto es que sea una buena copa de vino.

¿O acaso creen que la cerveza se debe mezclar? ¿Un vodka, tequila, ron?

La realidad es que un buen Whiskey no le vas a agregar nada, no prepararás desarmadores con un vodka especial. ¿A ese mezcal ponerle algo? ¡Por supuesto que no!

Lo mismo con un vino: cuando va para qué.

No abriremos un Petrus para ponerle fruta. JAMÁS (por ejemplo).

¿Pero tenemos una fiesta, muchos de nuestros invitados no toman vino? Una Sangría con vino de tetrapack no es mala idea.

Seamos honestos, una buena cerveza no la vamos a combinar con algo más: no le vamos a meter jugo de tomate o limón. Una buena cerveza va derecho.

Un buen vodka en las rocas, un buen Whiskey también; el tequila sin nada más (algunos dirán que con limón y sal, otros que tampoco lo lleva); el mezcal también, sin nada más que su esencia.

Si en otros destilados o fermentados no nos espantamos por hacer una combinación ¿qué derecho tenemos a privar al vino de una intervención?

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Rioja y el Arroz a la tumbada.

Esto no sólo es una deliciosa receta, sino un increíble maridaje.

Probamos un Rioja Crianza 2012 y un Reserva 2008, ambos de Rioja; la combinación con este platillo es una experiencia maravillosa que esperamos no se pierdan:

 

Ingredientes

1½ tazas arroz precocido

2 tazas caldo de pescado

2   chiles guajillo, hidratados y desvenados

5  jitomates maduros

2  jaibas troceadas

10 almejas

10 mejillones

8 camarones medianos

1 taza  pulpo troceado

½ cebolla picada

2 dientes de ajo picados

3 cucharadas de aceite

4 cucharadas de perejil picado

Preparación

Licúe los jitomates con el caldo de pescado y chile guajillo; salpimiente y reserve.

En una arrocera con el aceite, sofría el arroz, cebolla y ajo; cuando comiencen a dorar, agregue el caldillo; cuando empiece a hervir, agregue los mariscos, tape con papel aluminio y cueza a fuego bajo por 20 minutos; añada el perejil.

Tiempo de preparación: 30 minutos

Dificultad: Baja

Rinde 4 a 6 porciones

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¿A qué temperatura se debe servir la cerveza?

Cada cerveza debe servirse a una temperatura, para poder disfrutar una buena birra como debe ser.

Como hemos visto en el vino, la temperatura en el servicio es importante: nos permite percibir las cualidades y defectos que podemos encontrar en nuestra bebida; lo mismo pasa con la cerveza, por todas las cualidades que en ella podemos encontrar.
Cuanto más compleja, aromática y densa sea una cerveza, debe ser una temperatura mayor que una cerveza clara.
Primer regla: mientras más obscura, la temperatura debe elevarse, eso es entre 10ºC y 13ºC.

La principal razón para pensar que una cerveza debe estar “bien muerta” (sic) es que al estar tan fría, no podremos ver la calidad de lo que estamos tomando: tanto en armas como los receptores que tendremos; perderemos la complejidad de lo que estamos consumiendo.
Tampoco vamos a servir a “temperatura ambiente”, pues ¿Qué ambiente, de qué país, en qué época del año?

Las cervezas que van más frías serán las Pale Lager, Golden Ale, Cream Ale y Low Alcohol: las tendremos de 1º a 4ºC.

Frías entre 4ºC y 7ºC Serán Pilsner, Fruit Beer, European Strong Lager, Berliner Weisse, Belgian White, American Dark Lager, por poner un ejemplo.

Les diremos “frescas” a las que tienen que estar entre los 8ºC y 12ºC son American & Australian Pale Ale, Amber Ale, Belgian Ale, Bohemian Pilsner, Dunkel, Smoked, Altbier, Tripel, Irish Ale, French or Spanish-style Cider

Más cálidas serán “tibias” entre 14ºC y 16ºC como Imperial Stout, Imperial/Double IPA, Doppelbock, Eisbock.


Con información de Apuntes sobre cerveza.

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El chardonnay.

Uno de los primeros encuentros de la mayoría con el vino es con el cabernet sauvignon: si, el vino tinto que la mayoría reconoce es el cabernet. Querido y afamado por muchas (y muy buenas razones).

Digamos, también que si tuviera su “contraparte” en blanco, sería el chardonnay.

De hecho nuestra recomendación incluye iniciar en el mundo del vino con blancos. Chardonnay es una exquisita opción.

En la mayoría de los casos es un vino seco; sin embargo, la enorme frutalidad que en él encontramos es un perfecto amigo para muchos maridajes.

Dependiendo de la potencia –o no- del vino, podemos acompalarlo con pollo, vegetales, pastas, langostas, camarones; tal vez cerdo , pato y pavo.

Condimentos como limón, perejil, tomillo, estragón, mejorana y pimienta blanca también dan buen ambiente de acompañamiento.

Si con quesos, de cabra o de vaca serán buena idea; no necesitan ser de gran maduración (quesos jóvenes o semi maduros).

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Para lograr todo esto es necesario servir a una temperatura de entre 9ºC y 11ºC.

De dónde probar un chardonnay.

Se produce en casi todo el mundo; sin embargo, las recomendaciones las podemos dividir en Viejo Mundo y Nuevo Mundo.

Del Viejo Mundo la excelencia podremos verla en Francia. Sus vinos son de gran calidad y prestigio.

De Nuevo Mundo podrás encontrar excelentes opciones de Argentina, chile, México, Nueva Zelanda y Estados Unidos.

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Razones para no enfriar las copas.

Como ya vimos, las copas tienen que ser lavadas de manera especial. Para muchos, el jabón es una parte indispensable, pero no es una buena idea ponerlo, ya que las copas se pueden impregnar de aromas o al momento de catar, el jabón quede en copas y no se pueda catar de manera correcta.

Ahora bien, las copas no se enfrían por razones parecidas; vasos, copas y otros no deben ser enfriados.

Tampoco los vamos a tener en algún lugar caliente, debe estar en algún punto donde se queden a una temperatura constante y lo más “ambiente” posible (no menos de 10ºC y no más de 25ºC).

Alguna alacena que no esté muy cerca de la estufa u horno es una opción.

¿Por qué?

Pues bien, las copas si se enfrían, pueden incluso romperse (sobre todo el cristal); también los aromas que puede obtener del refrigerador.

Seamos honestos, por más que limpiemos la nevera, está tendrá aromas de los alimentos y del aparato en sí.

Entonces cambiamos la porosidad de la copa, no permitimos que el vino se exprese (con la posibilidad de un cambio muy brusco de temperatura).

Y ese enfriar de vino o cerveza será corto: sólo nos servirá para una copa o vaso.

¿Qué debemos hacer?

Enfriar el vino en una hielera especial. Si no tenemos hielera, usamos una jarra. Si no tenemos jarra, una cubeta.

Y ponemos agua fría, hielo y sal de grano. Ponemos la botella y la dejamos refrescar al menos 20 o 30 minutos, dependiendo de cuanto sea necesario.

Podemos usar un termómetro; si es externo, el líquido se encuentra 2ºC menos de lo que nos marca; si es interno, el número es tal cual.

Si no tenemos, con que sintamos la botella fresca si es tinto (joven) y un poco fría si es blanco o espumante.

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¿Por qué no decantar el champagne?

La decantación es para quitar sedimentos; en el caso de la champagne u otros espumosos, ya no los hay.

En un proceso llamado Remuage, se quitan todos los sedimentos que se quedan de las lías (las levaduras muertas que dan cuerpo y aroma a la champaña).
Este proceso se hace al poner las botellas en una tablas especiales llamadas “pupitres”, que permiten que vaya rotando la botella poco a poco hasta estar casi de cabeza, momento en el cual se congelan esas levaduras y se quitan.
Si nosotros decantamos la champaña, perderemos muchas de las cualidades que esta tiene, en especial las burbujas: la champaña es champaña gracias a esa efervescencia que se crea en una segunda fermentación en la botella.

Sí, podemos desprender partículas aromáticas que antes no encontrábamos, pero perderemos muchas cualidades que el espumoso tiene (no sólo el champagne, sino cava, prosecco u otro).
Lo mejor es usar copas especiales para servir nuestra champagne o espumante y así no perder ninguna de las cualidades que en él podemos encontrar.
Las copas que de momento se ha visto son lo mejor para el vino espumante son estas:

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(Entre blanco y de flauta)

Nota: Así como no es bueno decantar, tampoco beber de la botella…
Como crees que te ves:

Lo que realmente va a pasar:

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Disfrutar una copa de vino.

Es el momento de la tarde cuando llegas al hogar y quieres descansar.

 
Intenta con una copa de vino. Piensa en lo que más se te antoje… ¿ Blanco, tinto? Tal vez con un poco de queso; el que sea que tengas en casa; tal vez hasta unos tacos ¡Que importa!

No vas a dar cata y tal vez logres ese maridaje supremo; ese que todos quieren; algo diferente y especial.

Lo que quieras, lo que gustes.

Que si son tacos de pastor y le pones un vino tinto joven o un blanco con barrica. Que si vas por quesos y agregas las aceitunas que tienes para un tinto joven. Que tienes sobras de la tarde y hay carne asada o un corte de carne que mandaste traer con ese reserva.

¡Pastel de chocolate y va perfecto con ese cava que tienes en el refrigerador!


 

Date el placer de consentirte, no esperes que alguien más lo haga. No tienes esa necesidad; no lo sufras. Disfruta de ti, de un rato, de la comida, del vino.

Enfríalo, pon música o prende el televisor; sintoniza tu programa favorito o deja que Netflix te deje decidir por ti.


 

Y cuando el vino esté listo, cuando la vida sea un buen momento, sólo deja que pase: tu vino, tu casa, tu sillón, tu suelo. Tú en todo el esplendor con una copa de vino, dando amor a la persona que más has de querer, a ti.

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El proceso de despalillar.

Parte del proceso del vino incluye limpiar los racimos. En la actualidad, este proceso se hace en máquinas que sirven para separar el raspón, escobajo o palillo de la uva (el fruto tal cual).

Este proceso de desgranar las uvas se realiza principalmente en tintas al llegar al lagar (recipiente donde se prensa la uva).

Al quitar el raspón, se evitan sustancias astringentes y sabores herbáceos que aportan al mosto durante la fermentación.

Así es como sirven:

En algunos casos, no se realiza este proceso de despalillado, como pasa con los vinos de maceración carbónica; los Beaujolais Nouveau y algunos jóvenes en Rioja y Ribera del Duero.

Todo el material que queda (el raspón sin uvas), en la mayoría de los casos se usa como abono orgánico.

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