Probar vinos diferentes o seguir con los mismos.

Veamos el pro y el contra de esta situación; cambiar o no de vinos.

Probar diferentes.

Pro:

Siempre vas a conocer más.

Tu paladar tendrá mayor conocimiento, así como tu nariz.

Podrás hacer una cantidad mayor de maridajes.

Siempre tendrás opciones para pedir vino.

Contra:

Puede que no encuentres uno que prefieras.

No vas a estar especializado con algunos, por lo complicado que puede ser aprender de tantos.

Es seguro que necesites más ayuda a la hora de ir por un vino, pues estarás indeciso en qué comprar.

La posibilidad de que lo comprado, no te guste.


 

Probar los mismos.

Pro:

Ya conoces bien tu vino; derecho y al revés. Podrás saber maridajes infinitos para él.

No necesitarás ayuda a la hora de comprarlos.

Si te piden recomendaciones, ya sabrás que decir; la gama es más limitada, lo cual las opciones suelen ser más certeras.

Contra:

Te vas a limitar a unos.

Si dejan de producir el mismo vino, tendrás que encontrar otro que se adapte a lo que quieres y puede que sea un problema.

Si en algún lugar que vayas a cenar no lo encuentras, será complicado que pidas otro.


 

Y tú ¿prefieres de muchos o los de siempre?

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¿Por qué la temperatura es importante?

Cuando estamos con un vino y nos lo sirven a cualquier temperatura, puede repercutir más de lo que creemos en nuestro vino.

Puede ser un factor que nos ayude: si la bajamos lo suficiente, podemos esconder algún defecto del vino (que no es lo óptimo, sin embargo en algunos casos y sobre todo en casa, podemos aplicarlo) o al subirlo, podemos perder las cualidades del vino.

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Si un vino se encuentra “caliente” –a más de 20ºC-, podemos asentir el alcohol más que el vino: no lo hagan.

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En cambio, a mayor frío, notaremos que el calor del alcohol, la sensación dulce, así como la acidez se expresan mejor. Esto también hace que la potencia aromática disminuya y se perciba de mayor manera la sensación tánica.

Por lo cual, lo mejor es tener el vino a la temperatura adecuada, de acuerdo al tipo de vino.


¿Cómo saberlo?

En regla general, los tintos no más de 17º, mientras más jóvenes, podemos enfriarlos más, máximo 15º y mínimo 12º. Los blancos entre 5 y 8º. Los espumantes vamos entre 6º y 10º.

En la actualidad muchas etiquetas de vino tienen a qué temperatura es ideal servir el vino.

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Las cervezas ficticias.

Las cervezas que no existen pero ya vimos (y quisiéramos probar).
Es verdad que no podemos tener una cerveza de Bender (Futurama) o que queremos una de How I Met your mother y aunque es posible encontrar la Duff, también queremos conocer la Fudd (ambas de Los Simpson).
Les dejamos este cartel de cervezas que conocimos gracias a series, libros, juegos o películas.
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¿Por qué sentimos dulce el vino seco?

La realidad es que la mayoría de los vinos que tenemos en casa son dulces; sin embargo sentimos una sensación de dulzor al tomarlos: se da más en el caso de los vinos jóvenes que los que tienen barrica, a los cuales muchas personas les dicen “amargos”.

Es que estamos percibiendo los aromas. Lo que sentimos como dulce es el aroma que nos recuerdo a comida con mayor azúcar: manzana, tejocote, Sandía, guayaba, flores y más nos recuerdan el sabor dulce. El olfato y el gusto son dos sentidos que se encuentran muy armonizados.

También depende de la acidez del vino, el contenido de taninos, que tan alcohólico es el vino y si es un vino espumante o tranquilo.

Mientras más sea tánico un vino, será más potente. Esa potencia es la que muchos definen como “amargo”; si realmente fuera un vino amargo, sería un vino que ya pasó su época, no es bebible.

Puede ser fuerte, rugoso, ácido, mineral. Pero amargo es sinónimo de defecto.


 

¿Cómo sé si mi vino es amargo?

Para darte un ejemplo, el chocolate que diga “amargo”. O probar el Bitter (amargo de angostura, se usa para coctelería). Esos son productos que te darán idea de que es el amargo y poder diferenciar un vino amargo de la sensación de sequedad que pueden dar los taninos.

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La cerveza artesanal ya es un must.

El Boom de la cerveza artesanal ya llegó. Es más, tenemos 3 años viviendo ese gran destape del mundo.

Ahora no hay lugar al cual vayamos donde no encontremos una cerveza artesanal deliciosa y fresca, que nos de lo mejor para probar de una buena birra.

Y no sólo de las cervezas internacionales, como las alemanas que van a la delantera como unas de las más conocidas; también las mexicanas han logrado una buena impresión en los grandes catadores de la cerveza.

En casi cualquier lugar donde podamos ir por un trago, incluyen en su carta cervezas artesanales (desde las más conocidas o algunas locales, pero es normal encontrar algo de buena espuma).


 

Incluso la combinación de café-trago se está haciendo presente en diferentes sitios de la Ciudad, donde si quieres una cerveza, una copa de vino o una taza de un buen café puedes hacerlo (se juntan los conceptos, ya no hay que decidir entre amigos si café o cerveza, ya se están conjugando las ocasiones).

Las recomendaciones de cervezas mexicanas artesanales.

Minerva.

De Jalisco, crean cervezas especializadas. Desarrollaron el Festival de Cerveza en Guadalajara. Desde el 2013 se ha convertido en referente de cerveza artesanal mexicana; en Condesa, Roma y Centro hay restaurantes que presumen su delicia en carta. Cuentan con 7 etiquetas: Kölch, Viena, Stout, Pale Ale, y una edición especial que cada año cambia (en el 2014 fue Lupe Reyes).

Los miércoles puedes hacer un recorrido especial por sus plantas, con un costo de 250.00, previa reservación.

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Jack

Con más de 7 años en el mercado, Cervecería Jack es de los primeros en México en crear cerveza artesanal; sus birras son deleite para acompañar los platillos que más se nos antojen. Foodies, les llaman.

Del Estado de México nos llegan estas 6 birras:

Stout, Weizen, scotish, sweet stout y weizen que podrán maridar con carnes, quesos, postres, pescados, mariscos, pollo… ¡Lo que se les antoje, podrán jugar en un maridaje!

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Chingonería.

Desde el nombre ya nos llama la atención:

“Chingonería es un término coloquial mexicano que se usa sólo en esos lugares en donde nos sentimos como en casa, donde hay una libertad exacerbada de la lengua, donde las palabras son medios para cultivar la convivencia, donde te puedes quitar los zapatos y dar paso a la risa”.

Esta empresa cuenta con 5 deliciosas cervezas donde no sólo el sabor llama la atención: los nombre son albures: Chekate esta es una pilsner, la Tenebrosa es Pale Ale Americana, Házmela Rusa trae el Stout Imperial mexicana.

Son chingonas perfectas para ir a chelear con los amigos, una buena plática y algo de comida ligero, suavecito.

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Tempus.

Uno de los grandes clásicos cerveceros mexicanos que todos debemos conocer; hasta los que no gustan de birras; vale la pena y no se arrepienten.

Tempus de tiempo: el sabor de un momento que se comparte. Se comparte con amigos, con comida; en momentos especiales.

Si quieres hacer un brindis diferente, prueba con estas cervezas. Tienen sabor a buenos recuerdos (si lo prueban, verán de que hablamos).

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Su gama la presumen en maridajes. Les recomendamos entrar a la página y ver lo que chefs como Enrique Olvera (Pujol), Jorge Vallejo (Quintonil) y Miguel García (La Barraca Valenciana) tienen para estas artesanales.

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Hacienda.

Microcervecería en Hacienda San Juan Pueblilla en Zempoala, Hidalgo. Con 3 cervezas de increíble diseño: Catrina, Hidalgo y Jaguar.

Stour, Red Ale y Pale Ale. Cada una demuestra su personalidad desde las etiquetas hasta cada trago que pruebes. Van perfecto con pastes, con amigos y un día de campo. Son cervezas tranquilas, amigables. Para los que no están acostumbrados a beber cerveza pero gustan de una birra de vez en cuando, esto puede ser una opción ideal.

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Cucapá.

De Baja California, Mexicali (no podía faltar una buena cerveza si de esa zona ya tenemos buen vino). La incorporación cultural de la cerveza se nota desde que la abrimos: aromas, acidez, amargos y espuma. Esta es otra de las cervezas más conocidas y encontrables: Condesa, Roma, Centro, Festivales y comidas se ven acompañadas de Cucapá.

8 pintas: Barley Wine, American Amber, Imperial Stout, American Brown Ale, Red IPA y más son parte de su catálogo que ha concursado en diferentes encuentros cerveceros… y que han ganado.

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Las diferencias en la crianza: Francés o Americano.

Si nos referimos a crianza, es que nuestro vino tenga paso por barrica: esa parte donde va a madurar de joven a maduro.

Pues bien, en el mundo se suelen usar dos tipos de barricas o maderas para esto: francés o roble.

La madera va a dar a nuestro vino características especiales donde se va a dar la “crianza”, una evolución creada por este medio. La madera más usada para los barriles o toneles, es la de Roble y dependiendo de qué parte del mundo lo usen, será conocido como americano (USA) o francés.

El roble americano es de una resistencia mayor, sus poros son de un tamaño mayor que el roble francés, por lo cual puede permanecer menos tiempo en la barrica que en la francesa: se traduce en vinos menos astringentes, menos tánicos.

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Tiene un carácter aromático con notas tropicales, exóticas que van al café, coco, tabaco y cacao.

En el caso del francés, la madera es más suave, sus poros son más finos (por ello durará el vino más tiempo en barrica para lograr una crianza adecuada –de acuerdo con el enólogo-). Este intercambio de vino a barrica es de manera pausada y equilibrada que da mayor elegancia al vino, con notas sutiles y delicadas.

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Suele ser más costosa que la barrica americana; pero las cualidades que dará al vino serán lo que compensará el posible diferencial de costo.

Los aromas que encontramos son de vainilla, miel, frutos secos, especias, toques herbáceos y balsámicos. Son vinos más tánicos; crece la complejidad y cuerpo del vino: tintos y blancos de alta gama y gran calidad.

Y no, no estamos diciendo que el roble americano es malo; es diferente. También hay gran calidad en vinos criados así; son las cualidades que el enólogo busca en el vino a la hora de hacerlo.

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Para la humedad no es necesario el agua.

Siempre que tenemos un vino e investigamos al respecto, nos enteramos que necesita humedad para que esté bien. Sin embargo ¿cuánta humedad es suficiente?

Dado que podemos meter los vinos a refrigeradores especiales, en nuestra cava o sótano; a veces hasta dudamos si es una buena opción porque necesitamos algo especial para mantener la humedad.

En alguna ocasión hasta escuchamos si era necesario tirar o poner agua donde tenemos los vinos. La respuesta correcta a eso es ¡No, nunca! ¡Jamás!

En caso de que tengamos nuestro vino en una cava especial, con eso está bien; no necesita más. Algunas personas los tienen dentro aunque no pongan la temperatura que debe tener; ya con eso está bien. Es hermético y permitirá que el vino se encuentre en buenas condiciones.

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De acuerdo a Paasel, la humedad promedio en El Valle de México es de 35%. De ahí podemos tomar un parámetro de manera artesanal para nuestros hogares.

Si lo tenemos en un sótano, con que podamos respirar bien nosotros al entrar, será buena medida. Si al entrar al lugar sentimos “seco” el ambiente, puede que sea necesario cambiar donde tenemos los vinos (los corchos pueden sufrir las consecuencias al respecto).

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De hecho, si tenemos un exceso de humedad, podemos lastimar más nuestro vino mientras se encuentra en la cava que realmente conservarlo en buen estado. 

Claro, que si los vinos que tenemos no son de corcho y son de tapa rosca, no tendremos estos problemas. En ese sentido, sólo debemos evitar cambios bruscos de temperatura y la luz directa.

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Aromas que evolucionan.

De acuerdo a la edad del vino podremos encontrar aromas en él. En algunas ocasiones, estos nos hablarán de la edad del vino (independientemente de los aromas que cada vino contiene en sí, como los que tiene la cepa).
Es curioso como el vino no nos recuerda a la uva al momento de tomarlo y ser justamente de donde viene. Se dice que es la única fruta que puede asimilar aromas ajenos, como los siguientes, de acuerdo a si es blanca o tinta:
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Académicos detallan en un libro la historia prehispánica del mezcal.

Un grupo de académicos del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) publicó un libro sobre una investigación etnoarqueologíca que aborda la historia prehispánica del mezcal.

La publicación “El mezcal, una bebida prehispánica. Estudios etnoarqueológicos” la realizaron los investigadores Mari Carmen Serra Puche y Jesús Carlos Lazcano Arce.

Los académicos exploraron por más de 10 años la historia de la bebida para probar cuál fue el proceso de destilación durante la época prehispánica en México.

El estudio ofrece un enfoque antropológico para determinar las funciones del mezcal en el control y reproducción social, así como su ocupación en rituales o ceremonias, junto con los procesos de producción y los tipos de mezcal que hay en México.


La investigación, que contó con el apoyo del Conacyt, nació cuando los académicos se encontraban en la recopilación de información acerca de las unidades habitacionales de los pobladores en Xochitécatl Cacaxtla, en Tlaxcala.

Los profesores descubrieron durante las pesquisas hornos y ollas dentro de horadaciones, los cuales exhibían tipologías diferentes a las tradicionales, detallaron los investigadores en una entrevista con la Agencia Informativa del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).

“Eso nos llevó a investigar si en otros sitios arqueológicos del estado de Tlaxcala se encontraban hornos y ollas con estas características, pero no fue así”, explicó Lazcano Arce.

“Ya que casi toda la evidencia encontrada tenía que ver con producción de cerámica, y los hornos que nosotros encontramos no eran para producir cerámica porque no había evidencia de esta alojada en ellos”, agregó.

Los resultados de los análisis y estudios químicos determinaron la presencia del maguey en ambos, lo que llevó a los investigadores a crear la hipótesis de que los hornos y ollas encontrados se usaron para la manufactura de mezcal.

Lazcano Arce mencionó que no dimensionaron el impacto de su investigación, ya que la historia señala a los árabes como los inventores del proceso con la fabricación de los alambiques, los cuales son llevados a España, y en la época de la Colonia llegan a México para aplicar el método.


 

Los académicos realizaron otra investigación para confirmar si en otras regiones del país y Mesoamérica existieron estos hornos, la respuesta fue afirmativa al examinar los estudios hechos por el arqueólogo estadunidense Charles Di Peso.

Di Peso documentó en Casas Grandes, Chihuahua, la presencia de hornos que fueron utilizados para producir mezcal, sin embargo, no se le dio mayor seguimiento a la investigación, dijeron los investigadores.

Vía Notimex.

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“Queso tipo” o “tipo queso”.

Al comprar lácteos, sobre todo los quesos, la recomendación es leer las etiquetas.

Cuando un empaque tiene por escrito “queso tipo”, significa que es queso y está hecho por un proceso especial, pero no cumple con reglas de denominación, por ejemplo:

Queso tipo manchego, provolone, parmesano.

Estos quesos son de denominación de origen: de una zona, con un tipo de lácteo (de acuerdo al animal, se hace el queso –cabra, vaca, etc-; si no cumple con alguna de las partes, pero el proceso es similar o igual pero no es la zona de elaboración, en la etiqueta viene marcado como un “queso tipo_____”.

Si en la etiqueta viene marcado como “queso_____” significa que es el queso que menciona: Sí cumple con la reglamentación –en caso de tenerla-, como pasa con el queso panela.

¿Han escuchado comerciales mencionar que sus quesos… vienen de queso?

Pues es verdad, pasa.

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Esto significa que no son queso, sino derivados de queso y por lo cual, deben tener en la etiqueta marcado como “tipo queso”.

Leer de qué está hecho lo que vamos a comer es un paso importante dentro de nuestra alimentación diaria. Evitar comer o consumir, comprar o adquirir productos que realmente no tienen una calidad alimenticia.

 Este consejo es aplicable a la mayoría de los alimentos.

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