Viajar a estas tierras semidesérticas, en el sur de Coahuila, es remontarse a los orígenes vitivinícolas no sólo de México, sino del Continente Americano, cuya tradición vinatera, iniciada hace más de cuatro siglos, se mantiene viva hasta nuestros días con su emblema Casa Madero.
A unos 150 y 227 kilómetros al oeste de Saltillo y Monterrey, respectivamente, erigido como el primer Pueblo Mágico del norte de México en 2004, Parras de la Fuente, tiene asentadas a empresas vinateras antiguas y otras surgidas en este siglo, con tecnología de punta, como Don Leo y Rivero González, cuyas bodegas ofrecen vinos de calidad y excelencia.
Estas empresas, entre otras casas artesanales productoras de vinos de mesa, integran la denominada “Ruta del Vino”, de singular atracción para turistas que desean conocer el proceso de producción y, desde luego, catar estas bebidas, porque “si vino a Parras y no tomó vino, a qué chin… vino”, dicen sus habitantes con singular humor.
Dicha ruta impulsada y diseñada recientemente por Miguel Echavarría Neira, titular de la Oficina de Convenciones y Visitantes de Parras, representa una iniciativa para dar un mayor dinamismo al turismo de este lugar con historia y donde nació el héroe de la Revolución, Francisco I. Madero en 1873.
La historia de la vitivinícola más antigua del hemisferio se remonta a 1595, cuando Lorenzo García, uno de los primeros españoles que llegó al entonces llamado Valle de las Parras, solicitó la merced o dotación de tierras, lo cual se le entregó dos años después, el 19 de agosto de 1597, fecha cuando se funda la empresa vinatera, hoy con 420 años de actividad.
La dotación la hizo el gobernador de la Nueva Vizcaya, Diego Fernández de Velasco, y la merced por escrito está firmada por el rey Felipe II de España, “con el expreso propósito de plantar viñas para producir vino y brandy dando así formal nacimiento a la Hacienda de San Lorenzo, lo que hoy es Casa Madero”.
Dicha acta “la conservan los dueños actuales como una reliquia, según se fue vendiendo la hacienda, fue pasando de mano en mano lo que es la merced”, señaló a Notimex, Ricardo Ríos, uno de los guías para recorrer la emblemática empresa.
“Por medio de la merced, está certificado que Casa Madero es la vitivinícola más antigua de América y el señor Evaristo Madero Elizondo adquirió esta empresa por 500 mil francos el 12 de abril de 1893”, refirió.
Al adquirir la empresa, “mandó a sus hijos y a sus nietos a estudiar a Europa, para que estudiaran el cultivo de la vid, el proceso de los brandys, de los vinos y de las bebidas fermentadas”, citó.
“Solamente el nieto mayor se le fue por la política, que fue Don Francisco I. Madero, que fue Presidente, quien hubiera sido parte de la tercera generación –de dueños y administradores de Casa Madero-, ahorita actualmente ya van en la quinta generación de los mismos Madero y la empresa sigue activa al 100 por ciento”, mencionó.
“Antes, lo fuerte de Casa Madero eran los destilados y los brandys, ahorita todos nuestros vinos son de mesa, de antes solamente está un destilado que se llama Blanco Madero, es muy distinta una bebida fermentada a una destilada”, dijo.
Este último producto es el único que se destila en los alambiques actuales de la vinatera, “con 50 por ciento alcohol de caña de azúcar y 50 por ciento alcohol de uva, su pureza de grado de alcohol es de 35, no puede ser un ron porque no es 100 por ciento de la caña, ni un brandy porque no es 100 por ciento de la uva”, explicó.
“Es un aguardiente, un destilado –para- piñas coladas, vampiros o cualquier otra muestra que deseen hacer-, aquí lo que es la destilación consiste en retirar el alcohol al vino”, precisó el guía turístico, al mostrar los alambiques para destilar utilizados actualmente en Casa Madero.
Hoy en día “salen aproximadamente de 700 a 800 cajas diarias, cada caja con 12 botellas, cuando hay temporada más alta, salen hasta mil 500 o mil 700 cajas diarias”, de ellas, poco más del 90 por ciento queda en el mercado nacional y el resto se exporta, abundó.
Ahí se categorizan los vinos como Jerez y Oporto, “todos los vinos tienen todos los nombres de la uva, ya que Casa Madero mandó importar 33 distintas variedades de los distintos tipos de uva, las 33 se adaptaron por los cambios de clima”, comentó.
Entre estas variedades mencionó el Cabernet Sauvignon, Malbec, Merlot, Shiraz, Chardonnay; la mayormente conocida es la uva de mesa, “la que encontramos en los supermermercados, ese tipo de uva no se usa para la producción de los vinos, esa uva ni siquiera la manejamos aquí”.
“La vida útil que le manejamos a la parra es de 18 años, para que nos dé una uva de calidad, para la producción de los vinos, pero la parra puede durar 25, 30, incluso más años, pero ya no nos va a dar una uva de calidad”, explicó.
En 2013, Casa Madero Chenin Blanc 2012, además de obtener medalla de oro, fue seleccionado como el mejor vino blanco de la competencia más importante del ramo en Francia; dicho premio representa el máximo reconocimiento que ha obtenido la industria vitivinícola de México.
Dentro de la “Ruta del Vino”, Casa Madero, además de ser parte fundamental en el desarrollo de Parras de la Fuente, fundada en 1598, un año después de la vitivinícola, además ofrece recorridos diarios al interior de la fábrica y museo, e incluso en fines de semana se dan paseos en caballo en “calandrias”.
A lo largo del recorrido por la fábrica-museo, se pueden ver además antiguas maquinarias o herramientas utilizadas para la elaboración del vino, como el caso de prensas de madera que datan de finales del siglo XVII y principios del XVIII, o imponentes barricas circulares, mientras que en los pasillos de las cavas el aroma a bebida impregna el ambiente.
Otro aspecto es el curado de las barricas de madera para almacenar el vino, que es exclusivamente de uva y no de otros frutos o plantas, como erróneamente se denomina a otras bebidas, subrayó Ríos.
“La palabra vino solamente es de la uva, hay mucha gente que dice ‘un vino de manzana’, un vino de nuez, van a la tienda por un vino y resulta un tequila o un whisky, la palabra vino solamente es de la uva, los demás podrían ser licor de manzana, licor de membrillo, crema de nuez, o simplemente tequila, ron, whisky, vodka, entre otros”, enfatizó.
El recorrido vinatero implica adentrarse hacia el “Valle del Tunal”, unos 30 kilómetros al este de Parras, una zona con un clima inhóspito, entre un camino de terracería y piedras.
Ahí, palmas, cactus y arbustos pequeños, además de lagartijas, víboras, correcaminos, jabalíes y liebres, son la vegetación y fauna reinantes en el desértico lugar, rodeado por parte de la Sierra Madre Oriental que se divisa a distancia.
En contraste con el desierto, 50 hectáreas de vid crecen verdes con el uso de las tecnologías modernas y una nave industrial se erige como bodega, con su subterráneo para producir diversas variedades de vino y almacenar en barricadas de maderas importadas el preciado producto, se trata de “Viñedos Don Leo”.
Durante el tour vinatero por tierras coahuilenses, Iván Muñoz Ramírez, ingeniero agrónomo encargado de la producción en el recóndito sitio, explicó que el proyecto inició en el año 2000 con una hectárea y hasta 2007 se levantó la primera cosecha del viñedo, lo cual animó a ampliar la siembra de vid, bajo sistema de riego por goteo.
“De las 50 que tenemos, 25 están en desarrollo de la planta, porque nosotros traemos toda la planta de Francia, viene la planta con su raíz y su variedad ya injertada para desarrollar, pero sí tardamos para entrar en producción de cuatro a cinco años”; la meta es abarcar 450 hectáreas de vid en el “Valle del Tunal”, explicó.
Este viñedo está entre los más altos del mundo, a dos mil 100 metros sobre el nivel del mar (600 más que en Parras), rodeado de montañas, le permite más horas de frío durante la época de maduración, lo cual da mayor concentración aromática y una mejor definición de gustos varietales, según expertos.
Estas características le dan una cualidad inigualable a las diferentes cepas que ahí se producen; en el caso de vinos tintos están Merlot, Shiraz, Cabernet Suavignon, Pinot Noir (variedad emblema de la casa), Malbec y Zinfandel, mientras en vinos blancos se elaboran el Suavignon Blanc, Semillon y Chardonay, comentó.
Las cosechas de uva son entre septiembre y octubre en el Valle del Tunal, a diferencia de Parras, donde se da durante los meses de agosto y septiembre; el desfase obedece a la importancia de aprovechar lo frío del clima para el color de la piel de la fruta.
“La cosecha la realizamos en las horas más frescas, tratamos de terminar a las 11 de la mañana, cuando mucho, de cosechar, recogemos toda la uva, por qué, porque los aromas de la uva son muy volátiles, si yo dejo que la uva se caliente, voy a dejar de perder aromas, voy a perder sabores, entonces a esa hora fresca entra la uva muy concentrada”, explicó el agrónomo.
Lo que hace único a este vino, es el cuidado que se le da a la planta, tratando de ser un producto orgánico, las barricas que utiliza Don Leo son de roble francés y americano.
“Ahorita estamos produciendo alrededor de 150 mil kilos, más o menos en botellas, es igual, 150 mil botellas al año, un kilo –de uva- nos va a dar más o menos una botella de 750 mililitros, es el rendimiento que vamos a tener, un kilo de uva te va a dar 65 o hasta 75 por ciento de rendimiento”, dijo Muñoz Ramírez.
De regreso en la cabecera municipal, la Ruta del Vino nos lleva a “El Vesubio”, una de las fábricas de vino casero más tradicionales de Parras y cuyos productos se expenden exclusivamente ahí, sin que tengan otro sistema de distribución.
Enrique Ramírez Vargas, propietario de la bodega que está por cumplir 126 años el 15 de agosto próximo, refirió que el fundador fue el italiano Nicolás Nicollielii, “ya después fueron mis tíos los sucesores de la bodega, mi tío Nicolás Milonás, que era griego y mi tía Conchita Vargas, que era aquí de Parras”.
“El negocio es familiar, una bodega pequeña, de poca producción y aquí trabajamos cuatro tipos de vinos, tinto dulce, conocido como Sangre de Cristo, el Milonás, que aparte de uva, tiene nuez, jerez dulce, y el único que tenemos ya semiseco, es el Kimi”, comentó.
“Cada vino tiene su función, los dulces, como se acostumbra, son aperitivos o digestivos, por ejemplo el de nuez, es antes de comer, el jerez es un digestivo, ahora que si utilizan un vino que quieran acompañar un corte de carne, un producto de carne roja, se utiliza mucho el Kimi, que es un vino semiseco”, expuso.
En el caso del Sangre de Cristo, “se puede tomar solo o con limonada, en hacer una sangría, a veces hasta en la noche se lo pueden tomar ese vino”, dijo el comerciante parrense.
Rivero González es otra de las empresas vitivinícolas que siguieron la tradición iniciada hace más de cuatro siglos; en su predio “Buena fe”, plantó su primera viña en 1998 y en 2002 obtuvo su primer cosecha, más que con un afán comercial, por “hobby” de sus propietarios, quienes cuentan con otros viñedos en la zona.
Cabernet Suavignon, Merlot, Cabernet Franc, variedades de origen Burdeos, hacen el tinto primogénito de la casa, el Rivero González tinto, el cual permanece 24 meses en barrica y otro tanto similar en botella, para su posterior venta, refirió Silvia Medina, guía de esta empresa vinatera.
Otros sitios vinateros a visitar son: Vinos Madens Terravid, Bodega Segovia Santos, Parras Gourmet y Antiguas Bodegas de Perote.
Para quienes desean conocer la forma de producir y probar la exquisitez de vinos de uva hechos en México, con variedades diversas provenientes de Francia, principalmente, la Ruta del Vino en Parras de la Fuente representa una excelente opción para disfrutar de la naturaleza y decir: “¡Salud!”.
Por Plácido Meléndez Rodríguez. Enviado (Notimex).