A cada uno de nosotros, como buenos sibaritas, pensamos en la posibilidad de un maridaje que sirva para nuestra alimentación: desde el vino, la cerveza u otras bebidas y como podemos combinarlo con lo que vamos a comer.
Sin embargo… ¿Es en serio tan necesario que el maridaje sea correcto y se haga de manera “armoniosa”?
Muchas veces del maridaje es poder hacer algo que nos guste e incluso, a manera personal lo podamos degustar de manera correcta.
Pero muchas veces perdemos el punto de tener una buena comida con un vino a punto de obsesión.
¿Esto a qué se debe?
Para responder esto, haremos juntos un experimento.
Si tenemos tres copas de vino ¿cómo va a ser si las probamos con el mismo platillo?
Podemos hacerlo con algo muy sencillo: unas empanadas, unos bocadillos o algo sencillo y sin complicación.
Y probar: esas tres opciones de vino que deben ser en un mismo sentido (todo tinto, todo blanco, todo joven, con barrica, de diferente uva tal vez, pero deben ser similares) y probar el mismo plato con esos vinos. ¿Ves cómo cambian?
En algunos casos no hay mucha diferencia de vino a otro; pero la personalidad de cada uno será marcada en la boca.
Nosotros pensamos que no es necesario el desgaste a la hora de hacer una cata maridaje íntima, en casa. Que puede que falle o que encontremos el sabor ideal que buscábamos.
Al final, la recomendación es no clavarnos en ello.